La atmósfera de la sospecha: régimen de excepción
El poder para ejercer la “violencia legítima” está ahora en manos de policías y soldados que deciden quién es y quién no es parte de una pandilla.
El poder para ejercer la “violencia legítima” está ahora en manos de policías y soldados que deciden quién es y quién no es parte de una pandilla.
Soyapango, el segundo municipio más poblado de El Salvador, ha visto rota su cotidianidad debido a la irrupción de un cerco militar.
Documentos de la PNC desmienten la versión oficial y dejan en evidencia que sí ha habido detenidos durante el régimen de excepción que han muerto con signos de haber sido asesinados.
Romeo Mauricio Posada Urrutia falleció 41 días después de haber sido detenido bajo custodia del Estado. La Policía Nacional Civil tenía indicios de que fue asesinado, pero se lo calló.
En los primeros días del régimen de excepción, Melvin fue detenido por la Policía Nacional Civil en San Vicente y murió 19 días después en el hospital Jorge Mazzini de Sonsonate. Allí lo llevaron a morir desde el centro penal de Izalco. Su caso quedó en “sobreaveriguar” o que es lo mismo: pendiente de investigación.
Walter Sandoval Peñate, el primer fallecido durante las detenciones por el régimen de excepción, era reconocido en los cantones aledaños por su afición al fútbol. El menor de tres hermanos también pintaba caricaturas infantiles en las paredes de su casa.
José Serafín Fuentes fue detenido mientras trabajaba como agricultor junto a su hermano, según uno de los miembros de grupos de familiares de detenidos durante el régimen de excepción. Este lunes, cuando cumplió cuatro meses de arresto, una funeraria notificó a sus familiares su fallecimiento.
Miles de familiares de detenidos durante el régimen de excepción están tratando de suplir el silencio estatal con grupos dispersos, reuniones fortuitas y mensajes de redes sociales.
El artículo 8 del Código Procesal Penal protegía el principio de inocencia, pues la detención provisional debía guardar proporción y no sobrepasar su plazo ni la pena a imponer.
Esta semana he sido testigo de irregularidades en los casos de detenciones del régimen de excepción, en que Policía, Fiscalía y jueces violentan el debido proceso.
Un destacado estudiante de la Universidad Luterana desapareció con el inicio del régimen de excepción. Está en prisión desde abril pasado, acusado de agrupaciones ilícitas. Ni su familia y amigos han sabido algo de él desde que fue capturado.
La niñez, que antes era acosada por las pandillas, ahora se enfrenta a la violencia estatal en El Salvador. Las niñas y niños observan la captura de sus familiares y no lo entienden. La niñez es otra de las víctimas colaterales de las capturas arbitrarias durante el régimen de excepción. Está creciendo una generación con trauma y rechazo a las autoridades, según expertos.
Una defensora de derechos humanos, una emprendedora, un ayudante de albañilería, un repartidor de tortillas y un tractorista fueron detenidos en el Bajo Lempa durante el régimen de excepción. Sus familiares señalan que sus capturas son ilegales.
Bennett Ruano (Diktx), Carlos Figueroa (Anormal) y René Linares (Visionario) tienen varias cosas en común: son padres de familia, aman la música, viven de subir a los buses a hacer rap improvisado y fueron detenidos durante el régimen de excepción.
En el penal de Izalco hay personas que no quieren denunciar en público las detenciones arbitrarias de sus familiares. Tienen miedo de que el gobierno los agreda o los mate dentro de la cárcel.