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La Asamblea de Nuevas Ideas derogó las reformas al Código Penal y a la Ley de Proscripción de Pandillas que criminalizaban a cualquiera que difundieran mensajes relacionados con pandillas, las que fueron catalogadas como Reformas Mordaza, en abril de 2022 cuando fueron aprobadas, porque lo que buscaban era amedrentar y silenciar a medios de comunicación y periodistas que cubrían y explicaban el fenómeno de las pandillas en El Salvador.
Tres puntos a resaltar sobre este nuevo acto de improvisación de la agencia publicitaria que gobierna el país. Primero, lo más evidente: esta reforma nunca debió aprobarse. Después de leer las patéticas explicaciones que los diputados de Nuevas Ideas han dado para justificar porqué dieron marcha atrás, queda claro que la única intención era amenazar al periodismo.
¿Por qué? Porque ha sido el periodismo el que ha descubierto el lado criminal y pusilánime de quienes nos han gobernado. Así fue con Arena y el FMLN, cuyos gobiernos pactaron con las pandillas. Es cierto que periodistas tuvieron que salir del país por temor a las reformas mordaza; también es cierto que algunos medios de comunicación, sintiéndose bajo amenaza, decidieron no publicar sobre pandillas. Pero igualmente destacable es el hecho de que, pese a la mordaza, el periodismo siguió investigando lo que el bukelismo quería sepultar: su pacto criminal con las pandillas, los beneficios a jefes pandilleros, lo miserable que resulta vender tu dignidad -y a tu país- a cambio de popularidad en las encuestas.
Segundo: el régimen de excepción es insostenible. Y lo es tal como lo han querido vender, como una supuesta respuesta ante las pandillas. El problema, y eso ya lo saben miles de inocentes, es que el régimen no es una herramienta para controlar a las pandillas; es una herramienta para controlar a la población. Por eso parece poco probable que cambie de aquí a las elecciones. Y si lo hace, serán cambios cosméticos porque lo esencial ya está implantado: tenemos un Estado militar dispuesto a repartir garrote y cárcel.
Y tercero: la mordaza más grande aún sigue vigente. Y por desgracia lo estará cinco años más. La raíz de la futura represión, para la que nos han preparado con mordazas y régimen de excepción, es el endiosamiento de un político que quiere quedarse ilegalmente en el poder. Por el capricho de una familia, que usa al Estado a su antojo, pronto tendremos a nuestro Ortega, sin lo rancio de la guerra fría, o a nuestro Maduro, sin el petróleo, pero con asesores de la misma nacionalidad.
La reelección inconstitucional es la antesala de la mordaza mayor. Por eso no vale disfrazarse de defensor de la democracia cuando nos conviene, como lo hace Estados Unidos, para aplaudir la derogación de las reformas mordaza y luego cambiar tu postura sobre la reelección. No es tiempo para cobardes y menos para tibios y sus cálculos políticos. Cualquiera que tenga la mínima noción de lo que pasa en el vecindario, y que aprecia la libertad, está en la obligación de rechazar la reelección. Es el único camino.
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