Once años de resistencia
Once años después, en Revista Factum seguimos siendo tozudos: los que creen que la verdad incomoda, pero también libera. Seguimos porque no hay libertad sin periodismo. Y no hay periodismo si no hay quien se atreva.
Once años después, en Revista Factum seguimos siendo tozudos: los que creen que la verdad incomoda, pero también libera. Seguimos porque no hay libertad sin periodismo. Y no hay periodismo si no hay quien se atreva.
El caso de los supuestos terroristas demuestra hasta qué punto el régimen puede fabricar enemigos a pedido. Antes, los dictadores necesitaban ejércitos y guerras; ahora basta con un testigo anónimo y un comunicado en Twitter.
Significa que miles de salvadoreños que ya llegaron a su retiro o que siguen cotizando para llegar a jubilarse, recibirán pensiones de miseria. Significa que la gente que dio todo su esfuerzo recibirá como pago el abandono.
Nos quieren tontos, para que creamos que el problema de la educación se resuelve con un corte de pelo. Y nos quieren enfermos, para que dependamos de un sistema que ya no busca garantizar derechos, sino alimentar negocios y bolsillos.
La investigación de Factum muestra cómo, en tan solo nueve meses y ya siendo diputado de la bancada cian, Caleb Navarro dio un enorme salto de vida: una nueva vida que se aleja por completo de la que tenía antes de entrar a la política.
Lo que aprobó la Asamblea no es una reforma cualquiera: es la celda dorada donde Bukele espera esconderse del juicio de la historia. Solo quedándose en el poder puede evitar rendir cuentas por todo lo que ha hecho. Y lo sabe.
¿Y El Salvador? Apenas un mal tercio en todo este juego geopolítico. Su peso diplomático es minúsculo, execrable y denigrante. Bukele, con su fantasía de dictador cool, fue el carcelero de alquiler. Un intermediario en la privatización regional de la tortura.
¿Es posible considerarse intelectual y apoyar a un dictador? No, es imposible. Entonces hay que llamarse de otra forma. Porque quien enmudece ante el abuso no piensa: obedece. Y quien justifica al tirano no reflexiona: adoctrina.
Humo: Murder y Silence in El Salvador, producida por Sonoro en colaboración con Factum, es una serie de investigación sobre la incansable búsqueda de justicia y verdad en un El Salvador transformado por la sombra de la censura y la violencia.
Osiris Luna debería ser investigado, procesado y juzgado. Como cualquier otro funcionario que traicionó al país desde un cargo público. Como debería pasar también con su jefe. Y, como cualquiera, debería tener un juicio justo.
El régimen tuvo la oportunidad histórica de romper el ciclo. De desmontar la estructura pandillera con la que antes había pactado y, al mismo tiempo, entrar a las comunidades con soluciones reales. Y eligió no hacerlo.
Políticos, activistas, abogadas, fiscales, académicos… cada vez más optan por el exilio como única forma de sobrevivir. Y ahora también el periodismo. Con uno de los últimos oficios comprometidos con fiscalizar el poder.
La historia juzgará a los dictadores. Pero también recordará a los que confían que El Salvador olvidará el papel cómplice que el silencio y la indiferencia jugaron para mantener las injusticias. También recordará a los tibios.
Ortega, el infame dictador de Nicaragua, también empezó así: impuestos, registros, bloqueos financieros y una ley de agentes extranjeros que ahora replica El Salvador. Bukele no solo va por el mismo camino. Bukele va más rápido.
Lo terrible no son solo las arbitrariedades. O que muchos mueran por ellas. Lo terrible es que la consolidación del autoritarismo traerá más penurias y muerte a este sufrido pueblo. Detener a personas honradas pero liberar a asesinos. Esa es la justicia hoy.