Ver, oír y aplaudir
La calma que hoy se respira en El Salvador es menos parecida a la libertad y más a la esperanza de tener a un amo benevolente. Un tirano bueno con los que considera buenos y malo con los que considera malos. Ver, oír y aplaudir.
La calma que hoy se respira en El Salvador es menos parecida a la libertad y más a la esperanza de tener a un amo benevolente. Un tirano bueno con los que considera buenos y malo con los que considera malos. Ver, oír y aplaudir.
En su primer discurso como presidente de facto, Bukele se comparó con un buen doctor. La jefa de redacción de Factum lo retoma y hace un manifiesto por el derecho a pedir explicaciones: “No me diga que es un milagro, doctor. Quiero saber más”.
La FilGua nos debe una explicación sobre por qué actuó como títere y aceptó la censura impuesta por el gobierno salvadoreño. El embajador en Guatemala, Hugo Rodriguez, aunque sea un pasa papeles, también nos debe la misma explicación.
Hay un país centroamericano que, reconociéndose ignorado por los reflectores de la cobertura mediática internacional, anhela destacar en la Escuela de los Tiranitos del Mundo.
La petición de la Fiscalía General de la República para intentar callar a Factum y la resolución judicial posterior son una clara censura, un acto que atenta a la libertad de expresión.
Las formas de censura y/o autocensura que pueden estar detrás de la salida de Focos de Canal 33 nos recuerdan que en este país se mantienen los grupos de poder económico y político que siguen negociando con derechos fundamentales como la libertad de expresión.