La censura cruza fronteras 

@revistafactum #EditorialFactum | 🔴 Cavernario. Ese es el adjetivo más adecuado para describir lo que pasó en la Feria Internacional del Libro de Guatemala. 
➡La Filgua nos debe una explicación sobre por qué actuó como títere y aceptó la censura impuesta por el gobierno salvadoreño. El embajador en Guatemala, Hugo Rodriguez, aunque sea un pasa papeles, también nos debe la misma explicación.
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Cavernario. Ese es el adjetivo más adecuado para describir lo que pasó en la Feria Internacional del Libro de Guatemala. 

El gobierno salvadoreño solicitó a los organizadores de la Feria excluir el libro de la escritora y periodista salvadoreña Michelle Recinos.

La Filgua, según la denuncia de la editorial F y G, aceptó esta censura solicitada por la embajada salvadoreña. 

El libro de Recinos, Sustancia de hígado, incluye el cuento Barberos en huelga, una crítica mordaz al régimen de excepción de El Salvador. 

El Salvador es el invitado de honor de la Feria. Y esta postura no sólo nos hace pasar una vergüenza internacional; también muestra, incluso para quien no quiera verla, que la verdadera naturaleza del gobierno no es buscar la modernidad, ni siquiera a través del autoritarismo, sino regresar a las formas más primitivas y salvajes donde el garrote, y no el intelecto, es el protagonista. 

En el cuento de Recinos, el personaje mira abusos hechos por militares y se dice, resignado, “pero es bueno, pienso”. Un comportamiento que a diario repiten miles en El Salvador, pensando que la única manera de vivir en paz es aceptando que pisoten a otros. 

Hasta que les toca. Y es lo que retrata el cuento, una realidad que nos desnuda como país: aceptamos un supuesto beneficio, no importando que haya torturas en las cárceles, siempre y cuando no me toque a mí. 

La Filgua nos debe una explicación sobre por qué actuó como títere y aceptó la censura impuesta por el gobierno salvadoreño. El embajador en Guatemala, Hugo Rodríguez, aunque sea un pasa papeles, también nos debe la misma explicación.

La censura pretende que ignoremos lo que pasa en El Salvador. La censura, esta vez, se combate leyendo. Leamos a Michelle Recinos. 


Foto FACTUM/Gerson Nájera

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