“Estas son las fórmulas perfumadas de hacer chanchullo en el siglo XXI”

La madrugada del miércoles 7 de junio, el bloque oficialista de Nuevas Ideas, GANA, PNC y PCN aprobó una significativa reforma del sistema político salvadoreño: después de sólo cinco horas de discusión en el pleno, y sin haber pasado por un estudio previo, los diputados redujeron el número de diputados de 84 a 60. Esto ocurrió solo cinco días después de que el presidente Nayib Bukele lo anunciara en su discurso por cuatro años de Gobierno ante la Asamblea Legislativa. Para comprender los alcances de una reforma de este tipo, Revista Factum entrevistó a Phillip Chicola, un politólogo guatemalteco con especialidad en gestión pública y experto en sistemas electorales.

Foto FACTUM/Gerson Nájera


A juicio de Chicola, esta reducción es un golpe a la representatividad política en El Salvador, un paso hacia la eliminación de las voces minoritarias en la política y una forma “moderna y perfumada” de manipular el sistema electoral para beneficiar al oficialismo.

“El efecto de esta reforma es hacer más grande al partido grande”, advierte.

Además, considera que aprobar esta reducción a siete meses de las elecciones generales busca impedir que los partidos de oposición, a quienes este cambio tomó por sorpresa, logren organizar sus candidaturas a tiempo. Esto es lo que dijo:

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¿Cuál puede ser el impacto de una reducción de escaños legislativos?

Cuando hablamos de diseño de sistemas electorales, recordemos una regla general: los distritos electorales que tienen mayor magnitud, es decir que eligen un mayor número de representantes de diputados, sea de cuatro o más diputados por distrito, se consideran más representativos, mientras que los distritos que eligen pocos diputados se dice que son menos representativos. 

¿Y esto por qué ocurre? Por una razón muy sencilla y que resulta muy lógica. Si el distrito es pequeño, quien tiene probabilidades reales de ganar escaños solo son los partidos grandes, mientras que si el distrito es grande, las probabilidades se abren para que partidos medianos y pequeños de grupos minoritarios tengan la oportunidad de ganar un distrito. 

Por eso, quedémonos con la regla general. Distritos grandes, más representación, distritos pequeños, menos representación. 

Entonces, cuando se hace una reforma encaminada a reducir el número de diputados y a reducir el tamaño de los distritos, el efecto bajo esa regla general es que todo el sistema se vuelve menos representativo, se beneficia a los partidos grandes y se limitan las probabilidades de que partidos pequeños y medianos puedan alcanzar espacios en el Congreso, en la Asamblea. 

En El Salvador se acaba de aprobar una reducción de 84 a 60 escaños legislativos. Sobre esta lógica que has planteado, ¿podríamos entender que los 14 distritos de El Salvador van a tener menos diputados y menos representatividad?

Cuando uno escucha propuestas, y ahora que la propuesta de reducir el número de diputados se aprobó en El Salvador, pues a todos los ciudadanos les hace todo el sentido del mundo, porque dicen: “menos diputados, menos gorriones, me va a salir más barato. El Congreso no hace nada”.

Entonces, es una propuesta que en términos populistas agrada. Pero cuando ya analizamos los efectos de una propuesta de esta naturaleza, estas tienden a ser las propuestas menos democráticas que se pueden generar en un sistema moderno, en un sistema republicano por lo que estábamos platicando. Con 84 diputados, yo tengo distritos más grandes. Si yo voy a reducir de 84 a 60 diputados el tamaño de la Asamblea, todos los distritos, y probablemente algunos más que otros, van a tener una reducción en sus números. 

Un distrito como San Salvador, que tiene 24 diputados, va a reducir su tamaño y ahora va a elegir, no lo sé, 15, 16, 14. O sea, su número va a bajar mucho, y algunos van a decir que qué bueno, menos diputados, pero tiempo: el efecto que eso provoca es que partidos pequeños, minoritarios, que probablemente lograban alcanzar representación porque ganaban el escaño 16, 18 o 20, hoy no lo van a poder hacer. 

Entonces en el Congreso el efecto que va a tener a mediano largo plazo es que vamos a ver a los partidos grandes más representados. Si hay un partido hoy mayoritario en el Congreso, en la próxima elección ese partido será todavía más fuerte. Los partidos chiquitos que logran robarse uno o dos o tres escaños por aquí o por allá no van a tener probabilidades de entrar. 

Entonces un partido chiquito que alcanzaba a ser, digamos, como la tercera fuerza ahí dentro de la legislatura, probablemente no va a existir en una o dos elecciones. Entonces el sistema, que es lo que está tendiendo con ese tipo de propuestas, va a ser menos representativo, menos democrático.

Esta reforma, además, va acompañada de un cambio de fórmula: ya no tendremos representación de cocientes y residuos, sino simplemente de cocientes. En términos sencillos, ¿qué implica este cambio? ¿Esta fórmula refuerza tu impresión de que va a haber menos representación?

Qué pregunta más difícil. Cuando yo daba clases de sistemas electorales en Guatemala y hablábamos de la fórmula, la mitad de los alumnos se me quedaba dormido. El tema es complejo y aburrido, pero lo podemos simplificar en algunas ideas generales. Y si no me creen, pueden buscar todo lo que voy a decir en YouTube, que ahí hasta las matemáticas te enseñan a ver los sistemas. 

A ver, una fórmula me dice cómo calcular cuántos escaños o cuántos diputados le toca a cada partido en proporción al número de votos que obtuvo en una elección. Entonces, la fórmula de D’Hondt (recién aprobada en El Salvador) o la fórmula Hare son recetas matemáticas para tratar de asignar de forma representativa el número de diputados que le corresponde a cada partido en función al número de votos que obtuvo en la elección. Y aquí hay recetas de acuerdo al gusto del cliente. Pero cuando entramos a comparar estas dos, la de Hare…

Que es la que tiene El Salvador hasta ahora…

La de Hare es la que ha estado vigente en El Salvador versus la D’Hondt, que es la que entiendo que se está implementando a partir de esta reforma. Esta es una fórmula que tiende a favorecer a los partidos grandes, a los mayoritarios, mientras que la de Hare, la que está vigente o que va a dejar de estarlo, es una fórmula que tiende a beneficiar, digamos, mayor representatividad: se hace más probable que partidos pequeños se logren colar. 

Entonces, cuando vemos que aparte de reducir el número de diputados, que ya dijimos que va a reducir la representatividad general del sistema, si a eso le agregamos una segunda variable, que es cambiar Hare por D’Hondt, o la fórmula más representativa por menos representativa, lo único que estamos haciendo es llevar al cuadrado toda la ecuación, o sea, estamos haciendo todavía menos representativo al cuadrado o al sistema. 

Entre menos diputados y una fórmula menos representativa, lo que estamos haciendo es matar la probabilidad de que partidos chiquitos medianos se cuelen y, en cambio, los partidos grandes van a estar sobrerepresentados en la legislatura. Que no nos extrañe que en una o dos legislaturas, bajo estas nuevas reformas, los partidos mayoritarios tengan mayorías todavía más aplanadoras que las que hemos visto recientemente. 

Este es un tema muy técnico, complicado. En El Salvador, desde que el presidente presentó la propuesta hasta que fue aprobada, pasaron únicamente cinco días y desde que la propuesta entró a la Asamblea Legislativa hasta que fue aprobada, pasaron únicamente cinco horas. ¿Te parece que esto es tiempo suficiente para estudiar un cambio tan drástico en el sistema electoral?

Les juro que solo hacer los cuadros de Excel para comparar cómo serían los resultados de la última elección con una fórmula versus la otra, te vas a tardar dos días solo en hacer el cuadrito. Después va hacer el análisis y ver sus efectos. Estos son cambios técnicos, porque estás aplicando una reestructuración de la matemática, de cómo le asignas el número de diputados a cada partido en proporción al número de votos. 

Si querés hacer un análisis profundo de qué efectos va a tener, quién va a ser beneficiado o quién va a ser el perjudicado, que es al final del día lo que se busca hacer en el análisis político, la fórmula más profesional para hacer esto es empezar a correr los datos de las últimas elecciones, bajo la fórmula que están proponiendo. No es un trabajo fácil y se requiere análisis y tiempo. 

Entonces, si me decís que en cinco días aprobaron la reforma, la gran conclusión que se saca de todos es que no la analizaron, ni siquiera se les pidió opinión, por ejemplo, a las universidades, a las facultades de ciencia política para entender qué efecto va a tener este tipo de reforma. 

Expliquemos a la ciudadanía por qué se está queriendo hacer este tipo de reforma en cinco días: Eso no se hace. No cabe duda que quien la quiso proponer y quien la propuso y quien logró que se aprobara sí tenía bien medidos y claros cuáles eran los efectos. Como les digo, el efecto es hacer más grande al partido grande.

¿Tienes idea de cuánto se han tardado algunos países, si es que lo han hecho, en cambiar sus parámetros electorales de esta forma?

Por ejemplo, Guatemala lleva 15 años teniendo este debate sobre cambiar fórmula y el rediseño de distritos. Y creeme que si se aprobara en cinco días una reestructuración de la fórmula o el número de diputados por distrito, todos los vecinos guatemaltecos se levantarían en armas contra el sistema, porque entienden muy bien los efectos.

Hay otros países donde se han hecho modificaciones. A Argentina la reforma le tomó casi seis años, porque se presentó como en el 2004 y se terminó aprobando a finales de 2009. O sea, estamos hablando de que todo el proceso de analizar, debatirlo, correr escenarios, estudiar impactos, quién se va a beneficiar, quién se va a perjudicar y ponernos de acuerdo si eso es realmente lo que queremos toma años y eso es lo que pasa en otros países de América Latina. Pero cinco días… aquí hay algo raro. 

Además, esta reforma pasa a menos de ocho meses de las elecciones legislativas. ¿Cómo se interpreta que se cambien las reglas a tan poco tiempo? Es decir, ¿crees que esto desnivela la cancha electoral porque hay un actor que conoce la reforma y el resto se están enterando con poco tiempo?

Esto es como que ya te llevábamos dos rondas jugadas del Monopoly y cambiemos las reglas a medio partido. A ocho meses de la elección, hacer un cambio tan radical de las reglas del juego electoral se ve mal, porque solo entender las dimensiones y los alcances (de este tipo de reforma) requiere tiempo para cualquier partido político, grande o pequeño. Para cualquier agrupación que quiera competir dentro de las reglas del juego democráticas, solo entender los efectos de la reforma va a tomar tiempo y readecuar sus estrategias, su organización partidaria para esos efectos toma todavía más tiempo. 

Por ejemplo, un partido chiquito podría decir, “bajo las nuevas reglas del juego yo no tengo probabilidades de ganar en estos dos distritos, entonces ni nos enfoquemos en hacer campaña ahí, porque la nueva reforma me mató”. 

Por ejemplo, en un distrito que elegía tres diputados y que ahora va a elegir solo dos, si yo, partido minoritario, apelaba a colarme en el tercer escaño, y si me redujeron el tamaño del distrito a dos, yo ya no tengo a dónde aspirar. Entonces yo como partido voy a replantear toda mi estrategia, mi organización, mis candidaturas electorales. Eso no se hace en ocho meses. Ahora, quién lo tenía todo fríamente calculado está bien clarito, ¿no? 

Te parece que esta es como una forma “legal” de manipular un proceso electoral, de desnivelar la cancha o de cerrarle puertas a la oposición? 

Totalmente. Hablar de fraude siempre es difícil, pero en Guatemala tenemos una frase que no sé si se usa en El Salvador: “chanchullo”. 

Entonces, estas son las fórmulas modernas y perfumadas de hacer chanchullo político en el siglo 21. No vamos a decir que es fraude, pero es chanchullo. Estás cambiando las reglas del partido a ocho meses de la elección en algo tan sustancial como cuántos diputados se eligen y bajo qué reglas matemáticas se eligen. Ya pusimos un ejemplo bien sencillo de que para un partido no es como que de la noche a la mañana se va a ajustar. Eso es como que antes del partido, un minuto antes, te digan que sí se vale tocar la pelota con la mano. Pues así se ve a lo profundo lo que representa un cambio tan sustancial de las reglas del juego electoral tan cerca de los comicios. 

Y, otra vez, lo que pasa es que estamos hablando de cocientes, divisores y fórmulas, el tema es aburridísimo, pero créanme que es la columna vertebral de los sistemas democráticos. 

Hay otra reforma en ciernes, que parece que se va a aprobar la próxima semana, la reducción de municipios de 262 a 44. Dentro de todo este esquema, ¿crees que traerá incluso menor representatividad?

Es exactamente la misma lógica, porque al final del día en la multiplicidad está la diversidad. O sea, a más espacios de toma de decisión tenga yo dentro de un sistema, es más probable que en alguno o en un pequeño número de esos espacios de toma de decisión haya visiones diversas, ya sea porque representan municipios con lógicas distintas, con dinámicas poblacionales distintas, con historias socioculturales distintas, qué sé yo. 

Pero la única forma de hacer posible que pequeños núcleos poblacionales puedan expresar su diversidad de opinión en materia política, sociocultural, económica, es permitiendo que haya múltiples espacios de toma de decisión política. La receta moderna es el municipalismo que le acerca lo más posible la toma de decisiones al ciudadano a través de hacer alcaldías pequeñas, municipalidades relativamente pequeñas, que representen grupos poblacionales pequeños, idealmente homogéneos para que la municipalidad realmente sea una expresión de la visión política de esa comunidad. La idea es que haya más de eso, no menos de eso. 

Si yo hago menos de eso, es menos probable que grupos minoritarios encuentren sus espacios de expresión. Entonces, si yo estoy reduciendo el número de municipalidades, de cuántas… 

262…

De 262 a 44. Estamos hablando de una división de cinco o seis veces. O sea, estoy cerrando, dividido seis, los espacios políticos a nivel municipal en el país. Como dirían los americanos: Si camina como pato, grazna como pato, hace como pato y suena como pato: es pato. Y la lógica de toda la reforma es que es menos representatividad. 

Dentro de todo este escenario, ¿te parece que El Salvador está transitando a un sistema de partido único, de partido hegemónico?

Totalmente. Es la fórmula perfumada de hacer chanchullo en el siglo 21. Estás creando las reglas del juego ideales para beneficiar al que ya es grande hoy. Entonces, el que es grande hoy va a ser todavía más grande mañana y pasado mañana va a ser el doble de grande o el triple de grande.

Entonces te va a llevar a un sistema a partido único. Al final, el hecho de que termines eligiendo dos diputados por distrito siempre trata de permitir que algún despacito de oposición, pero la diferencia es que ahora tu bancada mayoritaria va a ser de 55 diputados y solo vas a tener cinco de oposición. Ahí cuenten ustedes qué van a poder hacer esos cinco. 

Y en una democracia, ¿cuál es el problema de que haya un control tan grande de un solo partido o de un solo eje de partidos?

El sistema político más exitoso en el siglo 21 es la república. Y la república se basa en la idea de que el poder es malo por naturaleza y hay que ver cómo se le frena. La república está encaminada a evitar que una persona o un grupo de amigos ejerzan poder excesivo. De ahí donde surgieron las ideas de la división del poder, de frenos y contrapesos, mil y un recetas que hay alrededor del mundo. 

Pero lo que estamos viendo aquí es una tendencia a ir como que para atrás. Aquí lo que están haciendo es tendiendo a evitar que haya un juego de frenos y contrapesos entre el Congreso y el presidente. Sí estoy generando reformas para ser menos representativo en la legislatura, para reducir los espacios de representación en las alcaldías, quién es el gran beneficiado: el partido de la Presidencia. 

Ese grupo puede ser el mismo de hoy o puede ser que venga alguien peor en diez años, no lo sé. Esto es lo peor de la política: que uno no sabe qué viene mañana y cómo se van a aprovechar de estas reglas. Pero el ejercicio del poder presidencial va a tener menos control, lo cual es antagónico con la idea de la república, lo cual, por cierto, es antagónico a la idea de la mejor receta política del siglo 21. Así que a mí lo que no me hace sentido es lo que estamos viendo. 

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