Le regatearon, míster

Al subsecretario de Estado de EE. UU., Brian Nichols, le dieron “precio de gringo”. En su más reciente visita al país, le regatearon con gran destreza, como solo un salvadoreño podría. Él trajo algo que a Nayib Bukele le urgía: la bendición implícita a su plan de reelección. Y a cambio, le dieron un par de moneditas políticas.


Mr. Brian Nichols. Se lo bajaron.

El resultado de su reciente viaje y sus declaraciones son profundamente devastadoras para la democracia y el Estado de derecho de mi país. Por dos años, hemos estado repitiendo lo que debería ser obvio: que la reelección consecutiva es abierta y claramente inconstitucional. Su gobierno mismo lo hizo y de forma muy elocuente.

Pero bastó una entrevista suya de apenas 17 minutos y 26 segundos para que ese esfuerzo se viera seriamente golpeado, pues hoy Nayib Bukele tiene la “bendición” implícita de su principal socio y la principal potencia mundial. La misma que prometió, a inicios de la administración Biden, que priorizaría el respeto a la democracia y los derechos humanos. 

Usted debe saber que un funcionario de su talla y peso provoca nervios en muchos funcionarios de países pequeñitos. En los tiempos dorados de su país, una visita de este nivel habría supuesto una sumisión total de un gobierno salvadoreño a la agenda anunciada desde Washington. 

Pero hoy le regatearon, míster. Y, como decimos acá, se lo bajaron.

Usted trajo algo bien preciado para este gobierno, con aspiraciones dinásticas y autoritarias. Usted les trajo una bendición que no habían encontrado, salvo en gobiernos no democráticos que sueñan ser Bukeles de sus tierras, o en diplomáticos más ingenuos que han comprado el discurso y lo repiten en sus redes y cancillerías. Pero el Departamento de Estado no es ingenuo, ni se traga mentiritas de embaucadores de tercer mundo.

Pero a usted le regatearon. Y sí, se lo bajaron.

Usted traía en sus maletas lo que a ellos les hacía falta. Pasaron dos años aguantando que Washington les condenara y sancionara algunos de sus funcionarios, con el costo que eso supone en la opinión pública y en espacios diplomáticos que suelen seguir la guía de “la Embajada”. Pero la paciencia les jugó a favor. Y dos años después, lo vieron llegar a usted con eso que Bukele más necesita. Algo por lo que habrían tenido que pagar muy caro. Algo que de verdad les urgía. 

Pero le regatearon. Y a cambio de su espaldarazo a la traición a nuestra Constitución, solo tuvieron que poner dos fichas: imponer un altísimo impuesto de paso a las personas que provienen de África, que hoy por hoy se abultan en su frontera sur; y derogar una mordaza a los medios de comunicación, muy peligrosa, pero solo una de muchísimas piezas que atentan contra la libertad de expresión y prensa en el país. 

En el país del que usted quizá salió satisfecho por su transacción, quedan muchas amenazas que minan el derecho a informar y a hacer preguntas. Queda la absoluta falta de presunción de inocencia, por lo que cualquiera de nosotros está vulnerable a una persecución mediática y politizada sin garantías. Queda el espionaje cibernético que, al parecer, vivirá en la impunidad. Quedan las amenazas, tanto en redes sociales como en la vida real. Queda una policía envalentonada y con sed de dar alguna que otra “pechada”, pues al hacerlo la premian, no la reprenden. Quedan factores que, aunque usted no lo crea, harán que muchos piensen emigrar y agravar su situación en la frontera.

Y nos queda un presidente que piensa atornillarse en el poder y volver del país su finca, su juguete, su “Polly Pocket”, para que usted me entienda bien. 

Le regatearon con gracia y sin miedo, míster Nichols. Le dieron “precio de gringo” por un par de baratijas. Y se lo bajaron. Pero no se preocupe, no va a pagar usted. Nosotros, sin tanto gusto, vamos a cargar con la cuenta.

Para la próxima, recuerde que en Youtube hay vídeos de cómo regatear. Véalo y quizá la próxima vez no se lo bajan, míster. Ni en los mercados, ni en Casa Presidencial.

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