Los muchos errores del presidente

Muchos, y graves, son los errores que cometió el presidente Nayib Bukele el pasado fin de semana. Debemos mencionarlos y tomar conciencia de ellos para que no se repitan, ni ahora ni en el futuro, por otros mandatarios o actores públicos. Aquí un listado de ellos:

Planear y llamar a la insurrección sin causa justificada y sin haber agotado todos los otros medios disponibles. El presidente y su equipo planearon con anticipación la insurrección, las tarimas, las pantallas LED, el llamado y traslado de su audiencia, etcétera. Todo un show hasta con maestra de ceremonias. Pero fue un juego muy peligroso que podría haber tenido consecuencias graves, que sentó precedentes nefastos, que tiene costos muy altos para el país y su institucionalidad.

Como comandante en jefe de las fuerzas armadas, hizo uso indebido de las mismas, y también de la Policía Nacional Civil (PNC). Se acordonó el Palacio Legislativo, se acosó a diputados y se invadió la Asamblea Legislativa. La responsabilidad del comandante en jefe es muy delicada y debe tomarse muy en serio. No puede ser ocupada para fines injustificados y menos para fines partidarios. Hacerlo así le quita autoridad futura y rebaja ese papel que es clave en momentos de emergencia nacional.

Atentar contra la separación de poderes. La separación de poderes juega un papel clave en nuestra democracia; está señalada en la Constitución; cumple un papel de controles y equilibrios, de contrapesos para evitar el autoritarismo. El intervenir en la Asamblea Legislativa, allanarla a la fuerza, despreciar y amedrentar a los diputados, sentarse en la silla del presidente de la Asamblea pretendiendo dirigirla, y seguir amenazando con disolverla, son muestras de lo anterior.

Intentar gobernar a través de la fuerza, la coacción, el populismo y la intolerancia. Todo ello no son formas de gobernar de un demócrata; son un irrespeto a la institucionalidad del Estado y al pueblo.

Limitar la libertad de prensa. Se prohibió el paso a periodistas a los lugares de los hechos, se continúa atacando a las voces y periodistas que se oponen o difieren del Ejecutivo. El diálogo, la diversidad de opiniones, el acceso a diferentes fuentes de información, todo ello es básico para la democracia. Como ya señalé antes, “la democracia muere en la oscuridad”.

Irrespetar la institucionalidad del país. Las acciones del fin de semana irrespetaron la institucionalidad de las fuerzas armadas, de la PNC, de la Asamblea Legislativa, del sistema de partidos políticos y de la Presidencia de la República.

Amenazar e irrespetar. Amenazar con “disolver la Asamblea”, “apretar el botón”, quitarles la seguridad a los diputados e invadir por la fuerza el recinto legislativo y, mucho más grave, insistir en esas amenazas, es una afrenta muy seria a la democracia y la institucionalidad del país. Insultar y ocupar adjetivos despectivos contra diputados “se hicieron en los pantalones”, “sinverguenzas”, etcéteraes grave por su contenido y significado, pero también rebaja el papel y la figura del presidente de la República.

Ceder a las adulaciones y al poder. Creerse más de lo que es y de lo que su mandato le otorga “Es claro quién tiene el control ahora”, “hablé con Dios”―, pretender que el pueblo le crea señalándole después de su “plática con Dios”: “Ningún pueblo va en contra de Dios”, y volverse a tomar selfies en medio de esa crisis tan seria son ejemplos de ello. Lo lleva a creerse “redentor del sistema de los partidos políticos y líder único de una nueva era política”. Con hechos como estos, el presidente solo logra alejarse más de esos conceptos y del pueblo.

Sembrar cizaña entre el pueblo y los actores nacionales. Ello lo hace por medio de su llamado a la insurrección, al insultar, al faltar el respeto y amedrentar a los que le piensan diferente, al menospreciar públicamente a actores importantes y al confrontar poderes.

Subestimar a los salvadoreños. Creer que el pueblo se iba a comprar ese “patético espectáculo”, insultarnos con todos los errores señalados anteriormente, poner los intereses personales y de partido antes de los de la nación y del pueblo al cual fue llamado a servir.

Uso de funcionarios y vehículos y equipo público para lo listado anteriormente.

No escuchar. La comunidad internacional lo llama a “respetar el orden constitucional”, las fuerzas vivas del país la empresa privada, las universidades, los partidos políticos, los medios de comunicación, etcéterale señalan sus errores, y el presidente insiste en sus amenzas, sigue sin reconocer sus errores, sin pedir perdón, todo lo que es necesario para no repetir los mismos errores de otros actores.

En ese show y crisis que el presidente creó el fin de semana, hubo errores de otros actores que por su importancia y relevancia hay que mencionar.

Los diputados que asistieron al show, que le hicieron el juego al presidente.

El Consejo de Ministros que “convocó” a la sesión de Asamblea sin tener el poder para ello y que se prestó para el show. Los ministros, que al continuar como tales avalan las acciones y los errores del presidente.

La Sala de lo Constitucional que tardó en pronunciarse ante un hecho tan sencillo de aclarar y que llevó a una situación tan grave.

Algunas voces y representantes internacionales con sus pronunciamientos tan tibios, en contraste con otras voces valientes que dejaron muy claras sus condenas, incluso renunciando a su grado en la Fuerza Armada o a su puesto.


*Mauricio Silva ha trabajado por más de 40 años en administración pública. Ha sido director y gerente de varias instituciones en El Salvador y experto en el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.

¿TE HA GUSTADO EL ARTÍCULO?

Suscríbete al boletín y recibe cada semana los contenidos en tu email.