Sin queso para el gallopinto y para las pupusas

La época de verano trae consigo escasez de leche que impacta en la producción quesera de Nicaragua y El Salvador. Sin embargo, no se tienen registros de una crisis del queso más grave como la que están sufriendo ambos países en la actualidad, con precios por las nubes y descontento entre los consumidores. La causa de este aumento tiene varios factores, en especial la crisis sociopolítica causada por el gobierno de Daniel Ortega y el opaco mundo de los intermediarios en los dos mercados. El principal efecto se ve en los platos tradicionales de nicas y salvadoreños: gallopinto sin queso y menos pupusas. 

Factum | Divergentes
San Salvador y Managua. 


Es hora del noticiero y Genaro prende su viejo radio marca Sankey. Se recuesta en la hamaca, pone el aparato sobre su pecho y “trepa” el volumen. Lo que las “noticias han estado diciendo” en las últimas semanas sobre el alto precio del queso es de sumo interés para este productor lechero de Chontales, una de las principales zonas ganaderas de Nicaragua. Sobre todo porque ahora “la crisis del queso” afecta a El Salvador, el principal comprador de leche del mercado nicaragüense. 

“Llevan semanas quejándose de que el precio del queso está por el cielo, pero nadie se queja en invierno, cuando el queso no vale nada”, dice Genaro, quien pide omitir su apellido por “seguridad” porque, en principio, se va a quejar del gobierno de Daniel Ortega y eso, en Nicaragua, trae represalias. Genaro se queja en específico de la reforma tributaria que el régimen sandinista aprobó en 2019, con el fin de cubrir el déficit financiero causado por la grave crisis política y económica originada por las protestas de 2018, mismas que fueron brutalmente reprimidas por policías y paramilitares. 

La reforma tributaria, que fue duramente criticada por ser draconiana, golpeó al sector agropecuario al gravar con impuestos todos los insumos del sector que antes estaban exonerados: productos veterinarios, agroquímicos y todos los instrumentos que los ganaderos utilizan para la producción. Los productores señalan también los constantes incrementos en la tarifa eléctrica, ya que al ser un perecedero, el queso necesita refrigeración. Otro pero está en la disminución del financiamiento de la banca comercial y las microfinancieras debido a la crisis sociopolítica. 

“No me está preguntando, pero desde hace rato todo subió de precio. Desde el diesel que aumentó 9.36 córdobas ($0.26) por galón; el desparasitante para los animales que anda en 700 pesos ($19.75); el bidón de veneno para el zacate cuesta 4.500 ($126); la sal mineral 1.200 ($33.85) y eso sin meter el pago de los trabajadores que ordeñan y chapean los potreros. Son mozos con dormida adentro y comida incluida”, enumera Genaro con precisión, como si fuese el dueño de un abasto agrícola.

“Son cosas que la gente no ve y le quiere echar la culpa al productor por el precio del queso. El costo de producción está más caro… y claro, en esta época del año, verano, como siempre hay menos leche”, dice. 

Menos leche, menos queso. Esa simple ecuación ha causado un desbarajuste en el mercado lácteo de Nicaragua y, como carambola, ha repercutido en El Salvador. El precio de la libra de queso ha llegado a valer en los mercados nicaragüenses hasta 105 córdobas (2.90 dólares) y en El Salvador hasta 5 dólares por libra. Es decir, un aumento de un dólar para los nicas y más de dos para los salvadoreños. Los consumidores en ambos países comenzaron a quejarse de manera unánime porque el queso es pilar de ambas dietas: para acompañar el gallopinto y rellenar las pupusas. Los nicaragüenses dejaron de comprar queso durante el pico del alza y los salvadoreños empezaron a comprar menos.

La reforma tributaria que impulsó Ortega golpeó al sector agropecuario al gravar con impuestos todos los insumos del sector que antes estaban exonerados. Foto/Divergentes

Como es usual, en esta época de verano las vacas producen poca leche y eso hace que, ante la demanda de ambos países y la escasez, el precio suba. Regla elemental del mercado. Sin embargo, la simple ecuación de “menos leche, menos queso” no explica únicamente esta alza del queso, que muchos consideran sin precedentes en las últimas décadas. Si bien la reforma tributaria de Ortega es un punto nuevo y considerable en esta ecuación, tampoco explica por completo el aumento. 

Intermediarios y especulación 

En la industria láctea nicaragüense hay unanimidad: El Salvador es el país que mejor paga la leche. Por eso el 70% de la producción láctea de Nicaragua es exportada a ese país, de modo que cualquier variación de compra puede distorsionar la producción local. Según los reportes del Banco Central de Nicaragua (BCN), en 2019 El Salvador compró 33.58 millones de kilos de queso nicaragüense. Al año siguiente, las compras se elevaron a 41.08 millones de kilos, mientras que entre enero y diciembre de 2021 compraron 59.8 millones de kilos. El Salvador también compra leche y otros derivados lácteos. Estas ventas totales generan anualmente ingresos superiores a los cien millones de dólares.

Ese tráfago lácteo ha sido afectado por el alza de las últimas semanas. El gerente de la Comisión Nacional Ganadera de Nicaragua (Conagan), Ronald Blandón, explica que El Salvador está demandando más queso nicaragüense en este momento de escasez. Gran parte del producto se está exportando a ese país. “Nicaragua se está quedando con menos oferta y eso provoca el aumento en el precio. Además, los intermediarios aprovechan para aumentar el valor del producto para obtener mayores ganancias”, afirmó. 

Hugo Mata presidente de la Asociación de Ganaderos de El Salvador (AGES) explica que la razón por la cual el país demandaba más productos lácteos nicaragüenses es porque resultaban más baratos que los productos nacionales. 

Aunque, según datos del Banco Central de Reserva (BCR) salvadoreño, las importaciones de productos lácteos nicaragüenses a El Salvador disminuyeron en los dos últimos meses de 2021. Todavía no están disponibles las cifras de enero.

La queja de los productores salvadoreños

En El Salvador, el precio de la materia prima para hacer concentrado para el ganado ha subido su precio entre 30% y 35% y esto ha incidido en la producción, según la Asociación de Ganaderos y la Asociación de Productores de Leche de El Salvador (Proleche).

“La sémola de maíz, la cascarilla de soya y todo los derivados del arroz incrementaron el precio el  año pasado, y luego ya no se encontraba. También el material de empaque ha tenido un aumento exagerado, algunos hasta del 40%”, afirma Ana Vilma Valle, auxiliar administrativa de la Asociación de Productores Agropecuarios de Nueva Concepción (Apanc). 

Hugo Mata, director de la AGES, asegura que a pesar del aumento en los costos para mantener ganado, el sector ganadero no lo ha trasladado al precio de la leche. “Mi leche ha valido $0.44 centavos. Ahora me la están pagando a $0.46, son dos centavos nada más que ha subido mi leche. Es más o menos el 6%”, cuenta.

Proleche hizo un comunicado en el que explica que el alza de los precios de los productos lácteos se debe a factores externos a nivel mundial y que, por lo tanto, no están directamente relacionados al sector ganadero. “A los productores de leche a nivel nacional únicamente se les ha incrementado un 2% a 6% el precio de la botella de leche”, se lee en el comunicado.

Los productores salvadoreños le atribuyen el encarecimiento a la especulación de precios de los comerciantes.  “Han aprovechado los especuladores, los comerciantes, los importadores a generar una incertidumbre y es por eso que se ha encarecido los quesos”, señala el director de la asociación de ganaderos.

Otro miembro de la AGES, quien pidió no publicar su nombre, también asegura que el alza de los precios de los quesos no corresponde al incremento en el precio de la leche. “Al ganadero salvadoreño se le está pagando de $0.40 a $0.45 la botella de leche, el incremento es de $0.03 a $0.04,un aumento del 6%. Pero el incremento en los precios de los quesos son más altos, casi el 20 o 30%”, dice.

Tanto para Mata como para el otro miembro de la AGES, el sector ganadero no es el responsable del alza de los precios de los quesos, ya que, según ellos, el aumento del precio de la leche no es significativo. 

“Finalmente el que siempre gana es el comercial. Él viene, lo compra, a veces ya lo tiene hasta vendido solo va a recibir su ganancia. Por eso es que la Defensoría del Consumidor anda detrás de ellos”, agrega Mata. 

El presidente de la Defensoría del Consumidor, Ricardo Salazar ha expresado que se castigará con la multa más alta a quienes aumenten de manera injustificada los precios de productos lácteos. “La Ley de Protección al Consumidor establece como práctica abusiva el incremento injustificado a los precios de los alimentos y de los productos esenciales, y esto puede ser multado con sanciones hasta de 500 salarios mínimos”, expresó el titular. 

El Ministro de Agricultura y Ganadería, David Martínez, negó, por su parte, que el alza en los precios se deba a un desabastecimiento. “Estamos verificando que existe producto y los precios se mantienen. Es un grupo pequeño de importadores y comerciantes que especulan”,  aseguró. 

Las vendedoras de pupusas han tenido que incrementar $0.10 por el incremento del precio del huesillo. Foto: Natalia Alberto

Los vendedores de queso del Mercado Central de El Salvador, el principal centro de abastos en la capital salvadoreña, tienen dos teorías: “Los precios han subido desde que no están dejando entrar producto de Nicaragua, y también por la escasez de leche”, dice Maomar López, quien vende lácteos junto a su esposa Ilvea de López. 

Los esposos López llegaron a vender el queso duro hasta en $4.50 la libra y lo compraban a $4.05 o a $4.10.  “Casi no le ganamos nada y la gente se queja si subimos los precios”, dice otra vendedora del mismo mercado. Ella asegura que compraba la libra de queso duro blando a $4.10 y lo vendía entre $4.40 hasta $4.50. 

Ana Elizabeth Castro, dueña de la “Pupusería Ani” en el Mercado Central, le subió $0.10 a cada pupusa debido al aumento del precio del quesillo. Antes compraba la libra a $2.00, actualmente le cuesta entre $2.40 y $2.50. 

Es similar la situación de Silvia de Méndez, dueña de otra pupusería en el Mercado Central, quien llegó a comprar la libra de quesillo especial hasta en $2.80 cuando alcanzó su precio más alto; sin embargo, ella dice que no ha aumentado el precio de las pupusas. “El queso nicaragüense es el que está más caro. El de acá está a $2.20 la libra, el de Nicaragua está a $2.50. Yo compro de los dos, mitad y mitad”, comenta. 

En San Miguel, uno de los departamentos de la zona oriental de El Salvador más cercanos a la frontera con Nicaragua, la libra de quesillo nicaragüense costaba $1.75 en agosto de 2021. A la fecha, las pupuserías la están comprando a $2.75, un incremento de un dólar por libra en cuatro meses.

De la montaña al mercado

Otro de los grandes problemas de los productores nicaragüenses es que no tienen suficiente infraestructura para sacar la leche hacia el mercado. Los poderosos huracanes de 2020, Iota y Eta, destruyeron muchos caminos productivos y, según la Cámara Nicaragüense del Sector Lácteo (Canislac), se dejó de acopiar entre 90 mil y cien mil litros de leche por día. Aunque las alcaldías han rehabilitado casi por completo los caminos rurales, la mayoría de pequeños productores venden la leche a acopios o intermediarios. En este eslabón de la cadena inicia la especulación. 

Por ejemplo, Genaro vende 40 litros de leche por 600 córdobas (17.20 dólares), porque con los altos precios de los combustibles en Nicaragua no le es rentable salir a bajar de la montaña para venderlo en las ciudades. Un precio de la leche que está dentro del rango normal. Sin embargo, hay intermediarios llegan a los puertos de montaña a comprar queso y al costo base le agregan el precio transporte, y su ganancia que promedia los 15 córdobas (un tercio de dólar) por cada libra. 

Es decir que si una libra de queso en un puerto de montaña es vendida a unos 55 córdobas en época de escasez, el intermediario puede llevarla a los mercados a un precio de entre 68 y 70 córdobas… pero puede ser más. Como no hay suficiente producto, y la demanda salvadoreña es perenne, el intermediario aumenta más el precio. Es decir especula y no hay en Nicaragua suficiente controles al respecto. Eso ha dejado poco producto en Nicaragua y una libra llegó a cotizarse hasta en 120 córdobas (3.38 dólares). La misma especulación influye en el precio final que llega a El Salvador. 

 

 

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