La muerte de Melvin tiene un signo de interrogación

En los primeros días del régimen de excepción, Melvin fue detenido por la Policía Nacional Civil en San Vicente y murió 19 días después en el hospital Jorge Mazzini de Sonsonate. Allí lo llevaron a morir desde el centro penal de Izalco. Su caso quedó en  “sobreaveriguar” o que es lo mismo: pendiente de investigación.   

Foto Factum/Natalia Alberto


La tumba de Melvin tiene su foto. Está posando, sentado, con el rostro serio. Tiene una camisa roja con figuras de pinos de boliche y lleva puestos unos shorts negros. Se le entrecruza el lazo de un morral que parece de cuero. Debajo de su nombre en la placa blanca con letras doradas se lee que Melvin nació el 26 de abril de 1991 y murió el 20 de abril de 2022. Aunque las fichas policiales y los correos que se entrecruzó la Policía sobre su muerte dicen que tenía 30 años cuando murió, en realidad Melvin tenía 29 y murió cuando faltaban seis días para su cumpleaños.

Melvin está enterrado en el cuadrante 15 del cementerio general de San Vicente. Está al lado de un amigo suyo de apellido Alvarado. El amigo de Melvin tenía una empresa de servicios funerarios en San Vicente que cerró en 2021 porque murió por Covid-19. Uno de los enterradores cuenta que el amigo Alvarado le regaló el nicho a la familia de Melvin.  Entonces allí lo enterraron sus padres, que se han desaparecido de su casa. En la dirección que quedó registrada para el acta de defunción en la Alcaldía de San Vicente nadie dice que conoce a la familia.

A Melvin Alexander Palacios Rivera la Policía Nacional Civil (PNC) lo detuvo el 1 de abril de 2022 en San Vicente, cuando el régimen de excepción tenía apenas cinco días de haber empezado. Lo capturaron por el delito de agrupaciones ilícitas porque, según la Policía, era pandillero de la MS-13. Lo remitieron a la Fiscalía General de la República y luego lo enviaron al centro penal de Izalco, en Sonsonate. Hacia el 18 de abril, lo ingresaron en el hospital sonsonateco donde murió dos días después.

El de Melvin no es un caso conocido que se haya publicado en medios de comunicación sobre los fallecidos del régimen de excepción. Ni siquiera su relato hubiera existido si no fuera por la información contenida en correos electrónicos de la Policía Nacional Civil que la organización internacional hackivista Guacamaya logró obtener y que ha entregado a periodistas y medios de comunicación salvadoreños.

En esos correos la Policía habló de Melvin, uno de los 24 fallecidos enlistados en los reportes. Dijo que a las 9:10 de la noche del 20 de abril de 2022, en el hospital Mazzini, se hizo una inspección ocular policial “en la humanidad de Melvin Alexander Palacios Ramírez, de 30 años (sic), miembro de la Mara MS, quien ingresó el 18 de abril y según manifestaron los custodios que lo trasladaron, ingresó con enfermedad renal crónica, a la fase 1 del penal de Izalco”.

La orden del traslado de San Vicente a Sonsonate fue de la Fiscalía. La Policía continúa: “Físicamente no se observan señales de trauma en el cuerpo”. Sin embargo, la autoridad aseguró que la causa de la muerte se iba a determinar por autopsia y que por ello el caso quedó en la clasificación de “sobreaveriguar”. En la Alcaldía de San Vicente, en el libro de fallecimientos de los habitantes del municipio dentro de la unidad de cementerios, Melvin aparece como fallecido por insuficiencia renal crónica.

El municipio donde vivía Melvin es pequeño y había quienes lo conocían, como el enterrador del cementerio en donde está su tumba. Él cuenta que los padres de Melvin pasaron preguntando por su hijo los días en que estuvo encerrado en el penal de Izalco, pero no les respondían . Incluso no les informaron cuando murió. Dos personas que conocieron a Melvin dicen que las autoridades lo entregaron a sus padres mucho tiempo después de muerto para que lo enterraran en San Vicente. “La gente aquí es muy quisquillosa y es posible que los señores (los padres de Melvin), si los encuentra, no quieran hablar”, dijo un empleado de un servicio funerario.

El trabajador comenta que, al menos en San Vicente, los servicios funerales están vigilados por la Policía y están “coordinados” para no dar más información que la necesaria en caso tengan que dar servicios a familiares de reos fallecidos dentro de las cárceles durante el régimen de excepción. Por ello, ni el empleado de la funeraria, ni el enterrador, ni las mismas autoridades dicen nada sobre lo que le pasó a Melvin. Una muerte de un reo que, como decenas más, ha quedado sin esclarecerse.

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