Daniela, no es tu culpa

Daniela Salazar denunció por tres clases de maltrato a su esposo, Baltazar Berdugo, y ahora es blanco de críticas tras hablar en televisión sobre los problemas de su matrimonio. Daniela, si bien defendió la unión con su esposo, quizás no se ha enterado de su condición. Ella está inmersa en un círculo de violencia. Ella es una víctima. Y no, ella no es el problema.

Es importante entonces identificar al esposo de Daniela: José Baltazar Berdugo Fernández, expresentador de varios programas del Canal 21 y del programa juvenil “Buena onda”, del Canal 33. Es modelo y tiene miles de seguidores en redes sociales, mundillo donde se define como “TV host” y “Mister El Salvador 2010”. Le gusta usar la frase “mi gente linda”. Daniela, su esposa, lo denunció ante el Juzgado Sexto de Paz de San Salvador el 4 de febrero de 2020 por violencia física, psicológica y patrimonial.

“Balta”, como le llaman sus fans, apretó con fuerza la mano de Daniela antes de que ella comenzara a hablar en una entrevista que fue transmitida por el Canal 21, en televisión abierta y en redes sociales, el jueves 27 de febrero por la noche. Tres semanas habían pasado desde aquella denuncia que terminó en el despido de Baltazar del Canal 21, ese mismo medio de comunicación que los estaba entrevistando. Yo escuché el tono de voz de Daniela distinto al que se le oye en sus redes sociales, cuando da consejos motivacionales en su rol de life coach. La noté desanimada, incómoda, como cumpliendo con un compromiso.

―Fue una discusión, se salió un poco de control, no pudiera abonarte más a la respuesta por asuntos legales. Creo que soy la única que puede juzgar lo que tengo en casa y, vuelvo y repito, mi amor por él es firme ―dijo Daniela a la reportera Roxana Ruiz y a dos camarógrafos que la acompañaban.

―¿Te estás retractando de lo que en su momento dijiste en el juzgado? ―dijo Ruiz al cuestionar la denuncia de violencia intrafamiliar que interpuso Daniela.

―No me retracto, mas sí siento que maliciosamente salieron cosas que definitivamente no son así.

―¿Por ejemplo?

―Escuché por allí de un ataque a la cama, una quebrada de… no sé, un montón de cosas que realmente no quisiera entrar en mucho detalle, porque es como alimentar más a las personas que se han ensañado. Realmente, desde hace dos años, yo, Daniela, he vivido en redes sociales un ataque permanente.

Daniela se refirió a las denuncias públicas que hicieron dos exnovias de Baltazar cuando supieron del proceso judicial por violencia.

Una de ellas, Marcela Santamaría, aseguró que también fue víctima de violencia física por parte de Baltazar. “¿Te acordás hace un par de años, cuando me agarraste del cuello y me contraminaste contra la pared en un baño?”, escribió Santamaría en la red social Instagram.

Marcela Giammattei, presentadora de televisión y exnovia de Baltazar, también hizo su denuncia en redes sociales: “Yo también fui novia de él y me hizo exactamente lo mismo”.

La psicóloga Lenore Walker documentó en 1979 las etapas del ciclo de la violencia. Su estudio desenmarañó los patrones de conducta de agresores y víctimas en las relaciones de abuso.

La violencia contra la mujer dentro de una relación de pareja, según Walker, se desarrolla en una forma circular y repetitiva. En la tercera fase del ciclo, identificado como “de idealización o luna de miel”, el hombre se arrepiente tras golpear y humillar a su pareja. La mujer lo perdona y vuelve a creer en su agresor debido a su escasa capacidad de decir lo que siente y piensa, porque su dignidad ha sido afectada.

En ese momento del ciclo, la agresión se transforma en un asunto habitual y se naturaliza.

La abogada argentina Silvina Bentivegna es autora del libro “La gran telaraña”, un estudio que tiene como eje central la violencia contra la mujer. “El señor se arrepiente y dice que no va a volver a hacer lo que ya hizo, toda esa violencia física y emocional. Pide perdón y la mujer vuelve a creer en él. Retira la denuncia y vuelve un período nuevo con esta cronicidad que va sucediendo de manera circular”, explica Bentivegna.

Baltazar, según el resumen de la audiencia preliminar, dijo en el juzgado que “todo se debe a los celos y hostigamiento de su esposa”. En todos los casos de violencia intrafamiliar que yo he conocido he notado, sin excepción, que uno de los mecanismos de defensa de los agresores es el “chantaje emocional”. Es decir, que los agresores siempre tratarán de generar sentimientos de culpa en sus víctimas, haciéndolas sentir que están equivocadas y que, incluso, están “locas”. En ocasiones, según expertos en salud mental, a la víctima le cuesta asumir que está siendo manipulada.

Daniela, sí, es una víctima de violencia.

Baltazar sonrió sin cesar ante las cámaras del Canal 21 en aquella entrevista. Habló de valores matrimoniales. Pero la denuncia judicial de Daniela dice que su esposo le lanzó agua hirviendo en la pierna y le escupió en la cara el 2 de febrero de 2020. Una cadena de sucesos violentos fue descrita por Daniela en ese tribunal.

Pero los dedos han señalado a la víctima. Le cuestionan por qué denunció y luego se retractó; por qué sigue con él; por qué es tonta o pasmada.

Daniela, sos muy valiente por haber denunciado en un juzgado y entiendo por qué has tomado esa actitud, a la defensiva, calificando de “metidas” a las personas que esperamos que encontrés el camino para no seguir sufriendo, porque eso que te enseñaron en la iglesia, donde tu mamá es pastora, no es cierto.

El amor no tiene que ser sufrido, ni tampoco debe soportarlo todo, aunque lo diga 1 Corintios 13:4.

Cuando eso fue escrito y difundido eran otros tiempos, las relaciones interpersonales y de pareja se han reconfigurado. Es válido decir que no cuando algo te incomoda y denunciar o poner un alto a la persona que te está maltratando.

El problema de la violencia de género es que siempre va en aumento. Comienza con un grito, con una patada en la puerta, humillaciones, descréditos hacia el criterio de la mujer. Luego llegan los golpes y todo puede terminar con el asesinato.

El Salvador tiene la tasa más elevada de feminicidios de Latinoamérica y el Caribe: 6.8 por cada 100,000 mujeres, según los datos de 2018 del Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

En los últimos dos años, 462 mujeres fueron asesinadas, según los datos que la Fiscalía salvadoreña le dio al organismo dependiente de Naciones Unidas y los recabados por el observatorio de violencia de la Organización de Mujeres por la Paz (Ormusa).

Los datos alrededor de la violencia contra las salvadoreñas reflejan el tipo de sociedad en que vivimos: cuatro mujeres denunciaron a diario violencia intrafamiliar y de pareja en la Procuraduría General de la República (PGR) en 2019.

La PGR atendió en total 1,172 casos de ese tipo de violencia que las iglesias han inculcado que debe ser resuelta en lo íntimo o en lo secreto, sin que nadie se meta, y que en varios casos ha tenido un desenlace fatal. Pero, mucho ojo: lo privado termina cuando se comete un delito.

Compañeros de vida, esposos como Baltazar, vecinos, exesposos, hermanos y primos son los principales agresores en los casos que atendió la PGR.

En aquella entrevista, Baltazar se despidió anunciando a su “gente linda” que volverá con nuevos proyectos. El Canal 21 no ha aclarado si el despido del expresentador ocurrió por la denuncia judicial o por el escándalo que le siguió.

Ese medio de comunicación separó a su director de noticias Roberto Hugo Preza por señalamientos de acoso sexual en noviembre de 2019. Ahora, creo yo, con esa entrevista parece que trataron de limpiarle el nombre a “Balta”, montando una escenografía para hacernos creer que la violencia en los matrimonios es “normal” y que Baltazar y Daniela arreglarán sus asuntos en la intimidad de su hogar.

Pero esa normalización de una denuncia por violencia contra Daniela en realidad lo que hizo fue violentarle más sus derechos.

Uno de los principales deberes de los medios de comunicación es educar. La entrevista, que para mí fue anunciada en formato de show en Twitter, fue un retroceso a los esfuerzos para erradicar la violencia contra las mujeres en este país.

No es coherente normalizar la violencia de género en un territorio donde de enero a octubre de 2019 hubo 2,035 avisos de mujeres desaparecidas, según los datos de Ormusa y que cita como su fuente a la Policía Nacional Civil.

Es urgente que las redacciones de los medios de comunicación en El Salvador elaboren e implementen políticas de género para que presentadores de noticias como William Aguilar, del Canal 21, dejen de decir al aire que la acusación en contra de Baltazar es un caso “polémico” y no sepan distinguirlo de un proceso judicial, porque es posible que él haya cometido delitos. O también para que colegas dejen de pensar que las mujeres no están interesadas en la política o solo les interesan los temas de salud sexual y reproductiva.

Daniela, entre líneas, sigue pidiendo ayuda. Lo documentó en un video que publicó en su cuenta de Instagram el 16 de febrero, en el que dijo que estaba deprimida por una situación familiar, pero que se levantó porque Dios la restauró. Ella se despidió esta semana de sus redes sociales, porque asegura que va a fortalecer su alma, su maternidad y su matrimonio.

No necesitás aclararnos nada, Daniela, vos podés hacer con tu vida lo que vos querás.

Luego de que cambiaste la fotografía de tu perfil de Instagram por una de tus fotos de familia, has dicho adiós con un mensaje a tu público para que respeten tu vida privada. Estás en todo tu derecho. Pero dejame decirte que ya diste un primer gran paso: denunciar. Y que aunque salgas del mundo virtual, voy a estar pendiente de vos y de tu esposo, al que has señalado como agresor.

Y no es una cuestión de activismo, ese que creo que debe trascender de una marcha cada 8 de marzo, sino que es de respeto a tus derechos humanos. No te merecés ese hostigamiento.

No es tu culpa, Daniela. Vos no sos el problema.


*Loida Avelar es periodista con doce años de experiencia. Se ha especializado en investigaciones en el área social. Ha sido catedrática universitaria e integrante del programa Balboa para jóvenes periodistas iberoamericanos.

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