Coman su proteína

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Coman su proteína. La frase, acompañada de la fotografía de un jugoso trozo de carne, la escribió el presidente de El Salvador a sus seguidores de Instagram el pasado 10 de abril.

No es primera vez que el presidente, preso del personaje que él mismo ha creado, lanza consejos alimentarios acompañados de frases imperativas, al mejor estilo de los influencers que hoy viven de las redes sociales, mientras muestra un plato de ostras o más carne.

La publicación sería una muestra más del snobismo de un personaje que está alejado de la realidad, enajenado por sus privilegios y que aún piensa que preside una agencia publicitaria y no un país, de no ser por lo que El Salvador conoció esta semana. 

Mientras el presidente presume comida que no está al alcance de todos, nos enteramos, gracias a La Prensa Gráfica, que 55,097 personas cayeron bajo el umbral de pobreza solo en 2023. Ese aumento significa que casi dos millones de salvadoreños y salvadoreñas viven en pobreza, arañando cada mes para sobrevivir. 

Coman su proteína… si pueden. La misma encuesta que reveló el dato de la pobreza, la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples del Banco Central de Reserva, sostiene que 8 de cada 10 salvadoreños ganan menos de 400 dólares al mes, según cifras reportadas por El Diario de Hoy. Un salario, apenas por encima del salario mínimo, que aún debe despedazarse para pagar casa, estudios, medicinas y algo de ropa. 

Una paga que, según conocimos por una encuesta de la Universidad Francisco Gavidia, ya no alcanza para comer carne. Siete de cada diez salvadoreños disminuyeron la ingesta de carne. Cuatro de cada diez comieron menos pollo. Nadie habló de ostras. 

El presidente que presume lo que come es el mismo que anunció esta semana una recompra de deuda para mejorar el perfil financiero de El Salvador. Lo necesita porque continúa entrampado el posible acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que sirva como salvavidas de la apremiante situación económica. El FMI afirmó la semana pasada que para alcanzar un acuerdo económico es necesario abordar los riesgos derivados del bitcoin, y este es un “punto de honor” en la estrategia propagandística gubernamental.

Cada vez le resulta más complicado a este Gobierno maquillar la realidad de que debe recurrir a medidas desesperadas, como echar mano de la emisión de nueva deuda, la más cara de la historia del país. En palabras sencillas, los salvadoreños, que urgentemente necesitan de políticas públicas para garantizar su seguridad alimentaria, seguirán financiando ciclos eternos de deuda y pagando los platos rotos de la fiesta de irresponsabilidad de sus políticos. 

¿Será consciente el presidente de que el país al que gobierna no disfruta sus vacaciones en las mansiones del Lago de Coatepeque? ¿Que los ciudadanos sufren los efectos de una canasta básica al alza mientras él les llama a disfrutar finos cortes de carne? ¿Que miles de estudiantes de la universidad pública se quejan de años de formación deficiente mientras el gobierno retiene millones de su presupuesto pero redobla su apuesta por un activo digital que nadie usa? 

¿Sabrá que, mientras le ofrece el paraíso de surf y libertades a las “grandes mentes” del mundo, con 5 mil pasaportes, su gente se debate entre la miseria y la migración?

Y si sabe todo esto, la pregunta clave es: ¿Será que le importa?

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