La reforma que ata a los médicos

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Dos cambios han ocurrido esta semana que obligan a prestar atención sobre la salud pública en El Salvador: La creación de la Ley de Especialidades de las Profesiones Médicas y las modificaciones a la Ley del Seguro Social que tendrán un impacto en la toma de decisiones de una institución que, a marzo de 2023, según cifras oficiales, atendía a más de dos millones de personas en el país.

En enero de este año, un grupo de médicos, bajo la bandera de la Federación de Profesionales de la Medicina, presentó una propuesta a la Asamblea Legislativa para la creación de una nueva institución que certifique las especialidades médicas en el país. Para que una persona que dice ser pediatra, por ejemplo, presente sus credenciales, sus estudios, que demuestran que tiene los conocimientos para atender a niños y niñas.

En principio, eso es loable. Cada persona en El Salvador debe tener la certeza, algo que no siempre ocurre, de que el profesional de la medicina que lo atiende no es un charlatán. Debe tener un trato digno y una atención oportuna.

La Constitución salvadoreña, esa que quieren mutilar, dice en el artículo 65 que la salud es un bien público. También dice, tres artículos más adelante, que el ejercicio de las profesiones médicas será vigilado por organismos académicos de cada especialidad, que, a su vez, estarán bajo el control de una institución que ya existe y se llama Consejo Superior de Salud Pública. Eso dice la Constitución.

El Código de Salud es aún más específico. Establece la existencia de las juntas de vigilancia de profesión médica u odontológica, que son las encargadas de garantizar que nadie sin título ejerza como médico, por ejemplo.

Por eso llama la atención la creación del nuevo Consejo Nacional de las Especialidades Médicas. Una institución que, según la nueva ley, emitirá las credenciales de los y las especialistas y que también dictará las sanciones en caso de ejercer sin tenerlas. Algo que, por cierto, ya hacen las juntas de vigilancia.

¿Para qué? Esa es la pregunta que la ciudadanía debería hacerse. ¿Por qué no funciona el actual Consejo Superior de Salud Pública o las juntas de vigilancia? ¿Era necesario hacer otra institución o simplemente modificar lo existente para evitar duplicar lo que ya se hace? ¿El Ministerio de Salud, que sí depende del Ejecutivo, no trabaja de la mano con el Consejo Superior tal como manda el Código de Salud? ¿Por qué, a diferencia de las Juntas de Vigilancia o el Consejo Superior de Salud Pública, el nuevo Consejo Nacional de las Especialidades Médicas no tendrá representación de los sectores médicos?

Esta no es una duda menor. Las actuales juntas de vigilancia o el Consejo Superior, según la ley vigente, están formadas por representantes del gobierno central pero también por miembros de los sectores médicos, odontológicos y farmacéuticos, entre otros. Y deben ser autónomas, según el mismo código.

El nuevo Consejo de Especialidades dependerá exclusivamente del Órgano Ejecutivo y estará adscrito al Ministerio de Salud. Los cinco directores responderán a intereses del gobierno, según la ley aprobada.

Está claro que las instituciones deben funcionar siempre para beneficio de la población, en particular en algo tan delicado como la salud pública. Los cambios, sin embargo, no deben representar un retroceso. ¿Por qué es necesario sacrificar la autonomía y el control de los sectores profesionales para que el gobierno supuestamente preste mejores servicios de salud?

Siguiendo esa misma lógica, en el caso del Instituto Salvadoreño del Seguro Social, vale la pena preguntarse si la exclusión del Colegio Médico del Consejo Directivo del ISSS tiene una explicación lógica o simplemente política. ¿Qué quieren hacer con el Seguro Social y para qué ocultarlo de otros profesionales de la salud?

Pero más importante con todo lo ocurrido esta semana. ¿Estos cambios servirán para que los enfermos no esperen en el suelo, los hospitales no se inunden en los inviernos, la gente ya no espere meses por una consulta o el Seguro Social ya no compre -a veces- medicina falsa?

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