La Policía Nacional Civil (PNC) es la punta de lanza en la guerra que el Estado salvadoreño ha emprendido contra las pandillas. Solo entre 2015 y 2017 fueron asesinados 154 policías, la mayoría de ellos a manos de pandilleros. Pero otro porcentaje -mucho menor- a manos de los mismos agentes.
Foto FACTUM/Salvador Meléndez
Los policías lo aceptan. Muchos ya no soportan. Son como una olla de presión que a veces explota. Explota en formas de grupos de exterminio dedicados a ejecutar pandilleros, de policías que secuestran y desaparecen a sus propias compañeras o de agentes que matan a sus parejas -también policías- en arranques de ira.
Es el caso de la agente Beatriz Hernández, asesinada en la noche del 31 de enero por otro agente, su pareja según la investigación fiscal. Aunque la policía en un principio dio dos versiones diferentes, siendo una de ellas que se trataba de un suicidio, la Fiscalía acusó formalmente este miércoles 3 de enero a Néstor Alfonso Mejía Coto de feminicidio agravado.
La relación de los hechos dentro de la acusación fiscal dice que Mejía se encontraba borracho dentro de la subdelegación y agarró a golpes a Hernández, con quien mantenía una relación sentimental. La golpeó, pese a que dentro de la delegación había otros agentes, y le disparó en la cabeza en un arranque de ira. Una presión macerada en una sociedad profundamente violenta y machista.
Los policías lo aceptan. Muchos de ellos están mal psicológicamente. Dos policías de la Sección Táctica Operativa (STO) que custodian a Mejía mientras es presentado al juzgado Primero de Paz de San Salvador lo aceptan. “Uno anda enfermo de la cabeza, esto ya no es vida. Siempre estamos esperando una pequeña chispa para disparar. Disparar es lo primero que tenemos programado”, dice.
Pero el subcomisionado Salinas, jefe de la delegación de Mejicanos, no lo quiere aceptar. Parado frente al sepelio de la agente Hernández dice con alarde que tienen dos psicólogas para tratar a su personal. Dos. Para 742 agentes bajo presión constante. Dos psicólogas.
¿Y usted cree que dos psicólogas son suficientes para 742 policías?, le pregunto.
“Eso es algo que yo no puedo determinar porque no soy un especialista en la materia. No sé cuánto es lo que puede atender un psicólogo”, responde. Quizá no hay que ser experto para saberlo o quizá el comisionado encargado de la delegación donde fue asesinada la agente Hernández no lo quiere aceptar.
La policía necesita ayuda.
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