En enero de 2018, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se refirió a El Salvador como un “shithole” (hoyo de mierda), desde donde llegan a su país muchos delincuentes. “¿Por qué tenemos a toda esta gente de países (que son un) hoyos de mierda viniendo aquí?”, cuestionó Trump durante una reunión con legisladores en la Casa Blanca, de acuerdo con el periódico The Washington Post, que citaba a dos fuentes familiarizadas con el encuentro.
Trump reaccionó así cuando dos senadores le plantearon un proyecto de ley migratorio que otorgaría visados a algunos de los ciudadanos de países que han sido retirados recientemente del programa de Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), como El Salvador, Haití, Nicaragua y Sudán, según se leyó en una nota de un periódico local.
Apenas un mes después de esas penosas declaraciones, Trump lanzó el primer tuit mencionando a El Salvador: “Los miembros de la pandilla MS-13 están siendo removidos por nuestros grandes agentes de la ICE y de la Patrulla Fronteriza, pero estos asesinos regresan de El Salvador y de México como el agua. El Salvador solo toma nuestro dinero y México debe ayudar más con este problema. ¡Necesitamos el muro!”.
En tuits sucesivos, el presidente norteamericano se refirió a El Salvador como un país cuyas autoridades no hacían absolutamente nada para detener a los migrantes que posteriormente viajaban incluso en caravanas.
Ante el fracaso en sus muchos intentos por lograr el financiamiento para su famoso muro, Trump recurrió a una especie de chantaje diplomático, es decir, comenzó a hacer uso de sus facultades para amenazar a México con elevar los aranceles a sus productos, lo cual hizo que el gobierno de López Obrador cediera y firmara un acuerdo con Estados Unidos para asegurar mejor sus fronteras e impedir el paso de migrantes. A países como El Salvador y Guatemala les dijo que, si no hacían nada, iba a detener la ayuda que recibían de parte del gobierno norteamericano.
En su discurso de esta semana en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Trump dijo que su país trabaja con amigos como El Salvador para defender sus fronteras. Lo que en resumidas cuentas parece ser el agradecimiento o la felicitación de Trump a las autoridades salvadoreñas que la semana antepasada firmaron un acuerdo en el que se comprometen a recibir en nuestro país a ciudadanos de cualquier nacionalidad que hayan solicitado asilo a Estados Unidos. Aunque no se le llame así, es básicamente un acuerdo de “tercer país seguro”.
Dicho acuerdo ha sido criticado por expertos en temas de migración y derechos humanos, quienes advierten que nuestro país no tiene la capacidad de recibir aquí a solicitantes de asilo, lo cual implica garantizarles un lugar donde permanecer, trabajo y otros beneficios. El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, en una rueda de prensa con periodistas que viajaron a Nueva York a dar cobertura a su viaje, defendió la firma de este acuerdo diciendo que si Estados Unidos colabora con El Salvador, por qué El Salvador no habría de colaborar con Estados Unidos.
Los últimos hechos dejan más dudas que respuestas. Hacen preguntarse: ¿qué ha cambiado para que hayamos pasado de ser considerados un hoyo de mierda a ser amigos de Trump? ¿Cómo nuestro país recibirá a solicitantes de asilo si los propios ciudadanos salvadoreños no tienen garantizados derechos básicos? ¿Qué obtendrá El Salvador a cambio de la firma del citado acuerdo, dado que la ministra de Relaciones Exteriores ha dicho que es un “acuerdo ganar-ganar”? Como dijo Dagoberto Gutiérrez recientemente al ser consultado sobre este tema: “Si a los solicitantes de asilo que vienen se les tiene que garantizar ciertos derechos como el trabajo, salud, vivienda, etcétera, entonces convendría que el resto de salvadoreños que no son emigrantes se conviertan en emigrantes”.
Esto se parece a lo que pasa con la lucha contra las drogas que es trasladada hacia Estados Unidos, pero que desata guerras en los países por los que pasa. Como se suele decir para el caso de México, que ha pagado un precio alto con sangre de sus ciudadanos por la actividad de los carteles, “Estados Unidos lucha contra las drogas, pero en suelo mexicano”, es decir, México pone los muertos.
No tenemos las respuestas. Ojalá quienes sí las tienen nos hablen con franqueza. Porque mientras estos acuerdos se firman, el estado salvadoreño en su conjunto, no solo el Órgano Ejecutivo, sigue sin cumplir la sentencia de la Sala de lo Constitucional sobre desplazamiento forzado que afecta a miles de personas cada año en nuestro país.
Es cierto que los últimos meses hemos experimentado una notable baja en los índices de homicidios, lo cual es bien visto por la ciudadanía según las últimas encuestas de opinión pública, pero hay que ser honestos y decir que, aunque esto es positivo, no significa que el problema se erradicó. Además de que en nuestro país sigue siendo muy difícil acceder a empleos formales con salarios dignos, entre otros muchos problemas que, por supuesto, no se pide al gobierno que tenga resueltos en apenas unos meses de gestión, pero sí que los aborde con la seriedad que estos ameritan.
*Mauricio Maravilla es egresado de Ciencias Jurídicas y conductor del programa de entrevistas en Canal 8 de El Salvador.
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