“Hacer las cosas diferentes sería transparentar la pauta publicitaria del gobierno”

La nueva presidenta de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) cree que la asociación debe ser un actor político que impulse leyes y procure diálogos con actores gubernamentales para lograr mejorar la condición en que se ejerce el periodismo en el país. Cárcamo considera que el periodismo salvadoreño debe ser autocrítico en este momento crucial: ante la hegemonía de una agenda oficial que pretende abarcarlo todo hace falta el periodismo serio, ese que investiga a profundidad. También manda un recado al nuevo gobierno: si el presidente quiere marcar diferencia respecto a sus predecesores debe transparentar su gasto publicitario. 

Foto FACTUM/Gerson Nájera


Angélica Cárcamo asume hoy como la nueva presidenta de la APES. Académicamente se formó en la Universidad de El Salvador y profesionalmente se desarrolló en las radios participativas, donde sigue siendo periodista activa. Pasó por diferentes medios digitales y la agencia de noticias Reuters. 

Resume como principal reto del periodismo salvadoreño: “Hacer periodismo en serio”. Y por “en serio” entiendo profundizar e investigar. “Aunque hay algunos esfuerzos de algunos colegas y medios por hacerlo, la verdad es que esto no es la media del periodismo del país. Y en el contexto en el que nos encontramos necesitamos una prensa crítica, que cada vez se ve menos. Algo que es fundamental para fortalecer la democracia”.

Hace poco veíamos una orden de compra de una entidad pública a un “medio” en el que desglosaron en el rubro de publicidad el pago de notas “periodísticas”, menciones en redes sociales y noticieros.

Eso es muy visible en televisión, donde están a media entrevista con alguien y aparece el spot publicitario de la entidad a la que pertenece. Hay un debate pendiente entre las agencias de publicidad y las áreas de ventas de los medios de comunicación, que deben poner límites y decirle publicidad es esto y no se mezcla con el periodismo. Estas son prácticas antiéticas que deben de dejarse atrás y que confunden a las audiencias.  

¿Separar claramente la información de los publirreportajes?

Claro. Entiendo que los medios tienen una necesidad de vender publicidad, pero no puede ser a costa de sacrificar el periodismo. Y también las entidades del Estado deberían de alejarse de esas prácticas. De hecho, yo sé de casos en los que se solicitan espacios de entrevistas a ciertos funcionarios si se quiere obtener publicidad de las instituciones públicas. Esto es algo que debería de ser regulado.

¿Prohibirlo por ley?

Primero, que los encargados de ventas y las direcciones de los medios no lo permitan; y que los periodistas, aunque sea complicado, lo denuncien. Este es un tema pendiente de trabajar en la APES, porque no lo hemos abordado.

El primer reto, decías, es hacer periodismo.

Sí, totalmente. Y hacer periodismo parte de tener una verdadera independencia frente a las instituciones de gobierno. De hecho, ya se habla de pactos entre funcionarios y medios de comunicación para dar pauta comercial a cambio de no criticar al gobierno, algo que de ser cierto sería sumamente grave.

Esto es algo que ya se ha dicho de gobiernos anteriores.

Pero, este nuevo gobierno ha planteado que hará las cosas de diferente forma. Hacer algo diferente significa dejar atrás este tipo de prácticas. Hacer las cosas diferentes sería transparentar la pauta publicitaria del gobierno.

¿Solo transparentarla o debería haber una ley que determine la asignación de pauta gubernamental?

Son cosas que hay que discutir, porque ya en el pasado se ha visto como gobiernos vetan la asignación de pauta a diferentes medios afectando la sostenibilidad económica de los mismos y eventualmente puede condicionar su independencia. Sí, debería de haber algún tipo de legislación que garantice la asignación equitativa de la pauta del gobierno entre los medios de comunicación y que quede establecido que esta no obligará la línea editorial de los mismos. Si una institución quiere comprar un espacio para transmitir la información de su oficina de comunicación institucional es válido; pero no puedes obligar a un medio a que dedique 15 minutos a publicitar las buenas obras del gobierno en su noticiero o en cualquier espacio informativo. Eso no es periodismo.

Pero esto solo se queda a nivel de rumores, pero no se denuncia con pruebas.

No, y se puede entender porque muchos quieren cuidar sus trabajos que dependen de este tipo de tratos comerciales, pero que son prácticas antiéticas que deben quedar en el pasado. Y aquí no olvidemos que la misma Asamblea Legislativa podría haberlo regularlo con una ley desde hace mucho, pero también hay un temor de tocar esos temas porque hay beneficios para los sectores políticos.

Hablabas de periodismo de investigación y de profundidad, no solo reproducir información, justo cuando muchos piensan que ya no se necesitan periodistas porque existe Twitter, donde los gabinetes de comunicación de los ministerios y alcaldías publican a cada rato lo que está pasando.

Que las instituciones comuniquen lo que están haciendo no es algo malo. Pero cuando un funcionario dice que en estos tiempos ya no se necesita de la prensa tenemos un problema serio porque en una sociedad democrática debe existir un periodismo plural e independiente. Y esto implica no solo ir a poner el micrófono sino que ir a cuestionar a los funcionarios. Creo que hay que hacer una autocrítica sobre cómo estamos haciendo nuestro oficio: ¿hacemos periodismo o solo replicamos lo que los funcionarios, los boletines de prensa y lo que el twitter dice?

¿Hablas de que prive la calidad del periodismo versus la cantidad de publicaciones?

Es que en los medios se ha sacrificado la calidad del periodismo por el clic y la inmediatez. Es fácil hacer una nota poniendo el micrófono, sacar un par de declaraciones básicas, tomar los datos del boletín y publicar, pero no investigar más o profundizar. 

Pero para algunos, desde funcionarios hasta audiencias, hacer periodismo es tomar un tuit, pegar un vídeo y ya…

Eso es lo que quieren vender con las nuevas tecnologías. Pasó lo mismo en su momento con la radio y la televisión: no se trata de dejar de hacer periodismo sino de adecuarnos a nuevas narrativas, que no significa hacer copy-paste. El método periodístico sigue siendo el mismo: investigar, corroborar, verificar. Creo que no hay que caer en ese discurso sobre que el periodismo ya no es igual. El periodismo es el mismo, lo que cambian son las plataformas y las herramientas que disponemos ahora. Y en esto también está lo que se está enseñando en las universidades. ¿Se está enseñando a investigar? ¿Se les está enseñando a los futuros periodistas que la mejor manera de combatir las fake news, la desinformación en general, romper la agenda impuesta desde los gobernantes, es haciendo periodismo?

La presidenta de la APES, Angélica Cárcamo, en el local de la asociación en San Salvador, en entrevista con Factum el 30 de julio de 2019. Foto FACTUM/Gerson Nájera

Complicas el panorama: Hablamos de periodistas, medios de comunicación, Estado, academia…

Las mismas audiencias.

Que según las tendencias dentro de los medios de comunicación quieren menos periodismo y más diversión que información. El mismo presidente Bukele les da más diversión y no información, y los medios hacen notas sobre ello.

En positivo, creo que deberíamos aprender de esa cercanía aparente que tiene el presidente desde sus redes sociales y como periodistas y medios de comunicación aprender de la participación de las audiencias. Me parece que es un reto ver si en nuestras agendas de investigación estamos dando voz e involucrando a los afectados, que ellos sientan que el periodismo que estamos haciendo es valioso para ellos.

¿Cercanía? ¿Te parece que el presidente comunica algo?

Lo que pasa es que si lo comparas con el gobierno anterior donde el presidente era casi inexistente. No digo que lo que hace el presidente Bukele es bueno o malo. Pero la percepción social es que sí es cercano, porque teníamos un expresidente que rara vez daba declaraciones y ahora tenemos un presidente que en redes sociales publica cualquier cosa, pero que llega a un sector poblacional al que le gusta. La gente cree de alguna manera que eso es cercanía, aunque no lo sea realmente, así lo siente.

¿Por los tuits del presidente qué sabemos del acuerdo firmado entre México y El Salvador en Tapachula? ¿Cabecita de algodón, puñetazo, barba, pequeñas partes del discurso? ¿Más espectáculo que información?

Ahí el reto que tenemos desde el periodismo. ¿Qué replicaron los medios de comunicación en nuestro país? El puñetazo. ¿Quién nos contó el alcance y las repercusiones reales del acuerdo entre ambos países? Nadie o casi nadie. Por eso creo que tenemos que hacer un ejercicio de autocrítica: ¿Ejercemos el periodismo que corresponde a este momento histórico? ¿Hacemos la crítica necesaria para esta coyuntura? ¿Tenemos nuestra agenda o esta es marcada por los tuits?

En la práctica la agenda la está marcando el Ejecutivo y ha centralizado la comunicación desde la secretaría de prensa de Casa Presidencial. Existe esa sensación de cercanía porque publica todo lo que pasa o todo lo que quiere contar, hace conferencias de prensa o monta espacios en los que pueden llegar los periodistas, pero no permite ningún cuestionamiento real o crítico a su gestión.

Es grave que centralice el flujo de información porque retrasa la labor de los periodistas. Si algo tiene claro este gobierno es su estrategia de comunicación y me parece que algunos medios y periodistas nos estamos quedando un poco atrás en cómo contrarrestar esto. El gobierno tiene todo un aparataje de comunicación, que ha fortalecido y que trabaja como uno solo; mientras los periodistas seguimos yendo cada quien por su lado en lugar de asociarnos y trabajar juntos. Por ejemplo, ¿cuántos periodistas se solidarizan con aquellos que no los dejan preguntar en una conferencia de prensa? ¿cuántos lo denunciaron públicamente? Ninguno. La APES puso una alerta que algo demasiado pequeño para lo que significó eso. La ley de protección a periodistas, que no solo tiene que ver con protección en escenarios de violencia, sino que busca garantizar el derecho de la libertad de prensa, es parte de ello.

¿Asociarnos? ¿Solidarizarnos? La APES misma es un ejemplo de que el gremio no es el más unido del país.

La actual coyuntura exige empezar a unirnos. Este momento nos exige organizarnos, ya sea en la APES o en otras asociaciones de periodistas.

Justo, las nuevas asociaciones de periodistas son una muestra de la poca unión que tiene el gremio, que se ha dado a la tarea de crear nuevos espacios porque los que existían no gozaban de niveles de aceptación o credibilidad suficiente y al final el gremio se atomiza.

Puede ser que sean esas las razones. Hay que reconocer que hubo juntas directivas con afinidades a ciertos sectores políticos o de gobierno por los cuales no se hicieron algunos cuestionamientos o posicionamientos públicos que eran importantes en su momento. Pero creo que en esta coyuntura es necesario organizarse y hay que devolverle la credibilidad a la APES. Es necesario que esta sea retomada por colegas que estén en ejercicio activo y que exista el compromiso de devolverle la independencia a la asociación. La APES es una asociación de periodistas y no un club social, como en el que existió en algunos tiempos. Entonces debe ser activa y sus actuaciones deben de ser pertinentes de acuerdo al contexto que vivimos.

¿No ves en esta atomización un problema?

Que hay diferentes grupos, sí, pero esto no es un problema si se pueden articular todos ellos. Un buen ejemplo es la Mesa de protección de periodistas, donde no solo está la APES. También está la Asociación de Periodistas Independientes de El Salvador (ASPIES), que representa a un sector de periodistas ya adultos mayores con necesidades muy específicas y que enriquecen con sus aportes. La misma Colectiva de Mujeres Periodistas y el diagnóstico inicial que se hizo con la Procuraduría para la Defensa de Derechos Humanos sobre la situación de las mujeres en los medios de comunicación no nos habla de dividir al gremio sino de fortalecer parte de él, que es algo bueno para todo el gremio. Por eso es que hay que limar asperezas y explicar las ausencias de la APES.

¿Cuáles serían los principales retos de la APES?

Tenemos que trabajar en la membresía. Somos una asociación con más de 80 años y aproximadamente tenemos 100 socios y no existe un censo de periodistas activos en el país. El reto sería poder tener un 20% de ellos como socios. Lo segundo, retomar el diálogo con los periodistas fuera de la capital porque se están viviendo cosas que aquí quizás ni nos enteramos. En el oriente del país hemos visto un hostigamiento de parte de autoridades de seguridad pública a los periodistas. 

El listado es muy largo para solo un año de gestión.

Además, hay que apoyar en los procesos de formación continua y sentarnos a hablar con las universidades para incorporar algunos temas en las curriculares. Pero lo principal es la incidencia política. En esta coyuntura la APES no puede quedarse callada sobre lo que les pasa a los colegas, por ello, la propuesta de la ley de protección de periodistas y la coordinación con entidades de gobierno para crear políticas y medidas que mejoren las condiciones de los colegas es importante. La APES tiene que dialogar con las jefaturas de medios de comunicación, con el gobierno mismo y la Asamblea Legislativa si estos lo permiten.

¿Crees que lo permitirán?

Hay que hacer el intento. Con el presidente Bukele, que tanto ha cuestionado que no existe una prensa plural e independiente en El Salvador, ¿por qué no hace una propuesta de política pública de protección a periodistas, mientras se aprueba la ley en la Asamblea Legislativa, que asegure la pluralidad de la prensa en el país? Igual está en la Asamblea un Anteproyecto de Ley de Medios de Comunicación Públicos (septiembre de 2011), pero como al FMLN no le interesaba tener medios públicos sino gubernamentales, nunca prosperó. Sería interesante que se retomara ahora para que los medios estatales (Canal 10 y Radio Nacional) no sean medios de propaganda como lo fueron con el FMLN y lo están haciendo ahora con el nuevo gobierno. 

¿Esto implica convertir a la APES en un actor político que empuje estas leyes y otras?

Por supuesto, por eso es que tiene que haber un diálogo con las instituciones del Estado. Con Casa Presidencial, por la preocupación que existe de negarles acceso a los colegas; con otras instituciones habrá que retomar algunas articulaciones fallidas de convenios que se firmaron en 2018; con ISDEMU, en el tema de políticas de género; el Ministerio de Trabajo, por el tema de despidos masivos; el Ministerio de Seguridad Pública y Justicia, como atender oportunamente a colegas que son acosados por estructuras criminales o, incluso, por las mismas fuerzas de seguridad.

¿Creen que es posible lograr estas articulaciones?

Es difícil, pero hay que obligar al Estado a cumplir su papel. ¿Se logrará en todos los casos? En algunos quizás sí, en otros no. Pero como APES no podemos quedarnos esperando a que todo se resuelva por sí mismo.

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