El contexto político, el sistema de medios, las condiciones económicas de los periodistas y la regulación del Estado son factores que han determinado el ejercicio periodístico y que juntos, en esta coyuntura salvadoreña, han puesto en peligro el futuro del gremio.
Existe una serie de factores que determinan el ejercicio periodístico en un país. En primer lugar, el contexto político. En El Salvador, un país que ha dejado de ser considerado una democracia, según el reporte anual de democracia 2023 “Desafío frente a la autocratización”, del Instituto V-Dem de la Universidad de Gotemburgo, es necesaria la siguiente pregunta: ¿Cuál es el futuro del periodismo?
La doctora en Comunicación Pública Belén Amadeo y la doctora en Ciencias Sociales Adriana Amado, autoras de “El periodismo frente a la comunicación gubernamental: condicionamientos oficiales a la tarea periodística”, consideran que es “poco frecuente que se tenga en cuenta la relación que existe entre el modo en el que un gobierno arbitra su comunicación y las condiciones en las que el periodismo desarrolla su tarea de informar”. Por ello es necesario poner el foco en este punto.
Los gobiernos autoritarios necesitan un discurso único, homogéneo y oficial. Las voces disidentes o que cuestionan las políticas gubernamentales, que sí son necesarias para desarrollar la democracia, en realidad no son necesarias para este tipo de regímenes. De hecho, son un obstáculo.
El estilo de comunicación del gobierno de Nayib Bukele, desde que asumió el poder en 2019, es cerrado y centralizado en el presidente. Su administración no concede entrevistas a medios de comunicación ni periodistas que cuestionan las decisiones gubernamentales. Procura una participación mayoritaria de medios oficialistas en cadenas de televisión y ruedas de prensa y prefiere la comodidad que ofrece Twitter para comunicarse y gobernar.
La comunicación del aparato de gobierno es jerárquica: se dirige desde la Secretaría de Prensa y la Secretaría de Comunicaciones en la Presidencia y sus discursos se diseminan en los ministerios y autónomas. Tiene influencias incluso en los otros órganos del Estado. El manejo de las comunicaciones del gobierno de Bukele tiene preponderancia en la administración pública. Por ejemplo, en 2022, aumentó el presupuesto para las comunicaciones y le restó dinero a la educación pública y a los hospitales nacionales.
Por otro lado, inició una “batalla” contra los medios de comunicación que no son oficialistas y que se ha intensificado con discursos de denigración a la labor periodística, llegando incluso a criminalizar el oficio al asegurar que el periodismo “defiende a las pandillas”. Con ello, el gobierno ha convertido el periodismo en un “enemigo”, tal como el mismo presidente lo llamó durante el discurso anual de 2021 en la Asamblea Legislativa.
Otro factor que indican las autoras y que el gobierno ha tenido claro para batallar contra el periodismo ha sido la creación de su propio sistema de medios de comunicación. Para ponerlo a funcionar, contrató a periodistas que estuvieran dispuestos a solamente ser replicadores del discurso oficialista. Las autoras Amadeo y Amado llaman a estos periodistas “diseminadores” o “intervencionistas”.
Así, periodistas y editores que trabajaban en medios tradicionales como La Prensa Gráfica y el Diario de Hoy fueron contratados para ser parte del medio oficialista Diario El Salvador, dirigido por la Secretaría de Prensa. Mientras que otros periodistas que ejercían su labor desde la Telecorporación Salvadoreña y los canales 12, 19 y 21, fueron contratados para trabajar en el Noticiero El Salvador, dirigido por la Secretaría de Comunicaciones.
Y esto me lleva al tercer factor determinante: las malas condiciones laborales que ofrecen los medios de comunicación a los periodistas. El precio que el gobierno tuvo que pagar por sus diseminadores no fue muy alto, en comparación con los salarios paupérrimos que tenían los periodistas, fotoperiodistas, camarógrafos y otros trabajadores de la comunicación en los medios tradicionales.
Las condiciones económicas, en el caso salvadoreño, también fueron determinantes en la migración de periodistas de medios tradicionales al sistema oficialista.
El último factor mencionado por las autoras es la regulación del Estado. Sobre este punto, es necesario recordar que al menos once periodistas salvadoreños tuvieron que salir del país preventivamente debido a las reformas al Código Penal que castigan con cárcel a quienes se atrevan a publicar temas relacionados con pandillas.
Asimismo, la intervención del Estado en las comunicaciones de los periodistas y defensores de derechos humanos a través del software espía Pegasus cambió las dinámicas cotidianas del periodismo, como el manejo de las fuentes y las coberturas. Y obligó a los periodistas a redoblar las medidas de seguridad digital y física. Esta intervención también ha afectado las vidas personales de los periodistas, debido a que el gobierno ahora tiene la capacidad, tecnológica y legal, de acceder a información privada.
Cada paso de esta batalla augura un futuro oscuro para el periodismo en El Salvador. La presidenta del gremio de periodistas se atrevió a predecir periodistas procesados judicialmente, encarcelados, en éxodo y asesinados. Este gobierno no sería el primero en atreverse. El caso del país vecino Nicaragua parecería un espejo del futuro del gremio. Hacer periodismo dentro de Nicaragua es casi imposible y muchos colegas se han visto obligados a seguir su labor desde el extranjero.
¿Habrá un punto en el que se volverá imposible hacer periodismo en El Salvador o siempre los periodistas encontraremos las maneras? ¿Seremos víctimas de la violencia física, de la privación de libertad o del exilio? Lo único que sabemos hasta el momento es que, a pesar de que el Estado salvadoreño dejó de ser considerado una democracia, a pesar de la criminalización del periodismo, del espionaje y de los autoexiliados, así como del abrumador discurso de odio, el periodismo sigue trabajando y publicando por la pura convicción de que su aporte es crucial para conocer la verdad frente al discurso oficial.
*Karen Moreno es periodista. Licenciada en Periodismo por la Universidad de El Salvador (UES), estudiante de la Maestría en Ciencia Política de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) e integrante de la Comisión de Ética de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES).
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