Infocracia, política y ciudadanía: ¿hacia dónde vamos?

En los últimos años, la humanidad ha experimentado un proceso de digitalización acelerado e inexorable. Actualmente, las personas podemos acceder a una diversidad de contenido que moldea nuestra concepción de la realidad. Este fenómeno, denominado “régimen de la información”, consiste en la “forma de dominio en la que la información y su procesamiento mediante algoritmos e inteligencia artificial determinan de modo decisivo los procesos sociales, económicos y políticos” (Han, 2022).

Los procesos de digitalización de la información inciden de manera contundente en la política de los países, ya sea de manera favorable o negativa. En un contexto ideal, disponer de más información le permite a la ciudadanía construir y fortalecer su propia postura sobre los temas que inciden en sus contextos, lo que contribuye a la consolidación de la democracia y debate político.

Sin embargo, en los últimos años, el régimen de la información ha sido utilizado como un mecanismo de control, tergiversación y oscurantismo que pone en peligro la democracia en muchos países. Al respecto, el filósofo Byung-Chul Han (2022) acuña el término “infocracia” como el proceso en donde la digitalización de la información se apodera de la esfera política, provocando distorsiones y trastornos masivos en el proceso democrático.

En la actualidad, el poder político depende en buena medida de la posesión y manejo de la información. En palabras de Carl Schmitt, en estos tiempos “soberano es quien manda sobre la información en la red”. Esto va más allá de los troles y bots que reproducen automáticamente cierto contenido. Se trata de un mecanismo enquistado, en algunas ocasiones, por los mismos dirigentes políticos, especialmente aquellos que están en el poder y desean aferrarse a él a toda costa.

El poco debate ciudadano se ha mudado al espacio de las redes sociales y, ante el volumen abundante de contenido que nos bombardea día a día, la información atomiza el tiempo. La ciudadanía decide escoger el contenido de su interés o, en casos extremos, desprenderse de la realidad como síntoma de desafección política.

Este cortoplacismo de la información, según Han (2022), no favorece la democracia, porque “en esta sociedad de la información simplemente no tenemos tiempo para la acción racional”. Así, no son los argumentos más solidos los que prevalecen en el debate público, sino la información que genere más exaltación entre la ciudadanía poco informada, muchas veces difundida por quien tiene el megáfono digital más fuerte. Este contexto es favorable para líderes autócratas y populistas, porque son capaces de incidir en el imaginario colectivo y utilizar las instituciones para deslegitimar toda crítica y voz disidente.

En “La República”, Platón sostiene que el Estado debe producir no solo las cosas convenientes para sí mismo, sino cuantas cosas necesiten sus ciudadanos, que apunten al beneficio colectivo. La democracia como sistema político apunta a esta finalidad. Sin embargo, en un contexto donde los mismos gobernantes ocultan, tergiversan y utilizan la información con intenciones cuestionables, es necesario que la ciudadanía exija su derecho a la rendición de cuentas del soberano y la existencia de espacios para debatir y cuestionar a los gobernantes. Escuchar y debatir es un acto político relevante en la medida que capacita a la ciudadanía para sentar posturas frente a diferentes hechos de la realidad.

La infocracia es una ola mundial que atenta a todos los países con distinta intensidad, pero es más alarmante en países con líderes autoritarios y que minan la democracia desde el interior del mismo sistema. La búsqueda de la verdad, la transparencia y la rendición de cuentas es un acto revolucionario e imperante que la ciudadanía debe reposicionar en la esfera política, caso contrario, se corre el riesgo de ceder libertades históricamente adquiridas.


*Carlos Eduardo Argueta es economista, estadístico e investigador. Máster en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), máster en Estadística Aplicada a la Investigación y licenciado en Economía por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA, El Salvador). Cuenta con publicaciones académicas en temas sobre mercado de trabajo, sistemas de pensiones, migración, análisis de opinión pública, seguridad ciudadana y macroeconomía aplicada.

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