Nayib Bukele asumió este 1 de junio como presidente de El Salvador. Este fue su primer discurso tras tomar juramento, que leyó durante 24 minutos ante una abarrotada plaza Gerardo Barrios, en el centro histórico de San Salvador.
Foto FACTUM/Salvador Meléndez
Discurso de toma de posesión del presidente Nayib Bukele, 1 de junio de 2019
Antes de iniciar, quiero hacer una mención especial para los invitados ilustres que tenemos este día. Me refiero a uno y cada uno de los salvadoreños que nos acompañan aquí, en esta plaza, y a los que nos ven a través de los medios de comunicación.
En otras épocas, ustedes no hubieran podido estar en este evento, pero esa fue mi primera decisión como presidente electo, que ustedes estuvieran aquí conmigo, en este lugar, en esta plaza y en este día.
Hace dos días, la tierra tembló en la madrugada y no había pasado ni hora y media cuando los salvadoreños ya estaban saliendo a trabajar, como si nada hubiera pasado. Ningún pueblo del mundo hace esto, este pueblo es del cual todos nos tenemos que sentir orgullosos.
Hace cuatros meses estuve parado aquí en esta plaza. Ese día nos comprometimos a pasar la página de la posguerra, nos comprometimos a hacer un mejor El Salvador, nos comprometimos a garantizar el bienestar social de cada salvadoreño. Eso es lo más importante del compromiso que tuvimos ese día y hoy vine a cumplir esa promesa.
Ustedes son la razón de ser de esta promesa de que estemos aquí el día de hoy, ustedes lograron demostrar lo que decían que era imposible, lo demostraron en las calles, con cada voto. Ustedes gritaron con fuerza el nuevo El Salvador que querían tener.
Hoy estoy aquí con ustedes. Este día inicia el nuevo gobierno de El Salvador, este día inicia la nueva historia que vamos a escribir juntos. He venido a cumplir al estar con ustedes en esta plaza.
El Salvador, como lo conocemos, es un país que ha sufrido mucho, es un país que nos ha tocado reconstruirlo, es un país que ha enfrentado terremotos, es un país que ha enfrentado gobiernos corruptos, es un país que ha enfrentado tragedias y sin embargo hemos salido adelante. A pesar de todo eso, estamos aquí.
Este pueblo luchador, este pueblo trabajador, el más trabajador del mundo y nadie lo puede negar, porque El Salvador sale adelante donde quiera que esté, aquí en El Salvador y fuera de El Salvador; pero a partir de hoy no seré el presidente de los que votaron por mí, tampoco seré el presidente de un sector, el presidente de un grupo, mucho menos un presidente de un partido político; seré el presidente de todos los salvadoreños, de cada uno de los salvadoreños, los siete millones de los salvadoreños que viven acá y los tres millones que viven afuera. De los 10 millones de salvadoreños, los representaré a cada uno de ustedes, a cada uno de los salvadoreños diseminados por todo el mundo.
Quiero que escuchen esto que creo que es importante y por favor reflexionémoslo. Así como una familia que tiene a su hijo enfermo, ya lleva varios días mal y cada día se pone peor, la familia va a hacer lo imposible por salvar al niño, pero no va a ser fácil. Van a tener desvelos, van a acompañarlo, van a estar pendientes de su salud, dándole medicina, van a tener cambios en su rutina, van a sufrir con él, pero no importa todo lo que hagan porque todo es por un mismo objetivo en común: sacar adelante a su hijo.
De igual manera es con El Salvador. Nuestro país es como un niño enfermo. Ahora nos toca a todos cuidarlo, nos toca ahora a todos tomar un poco de medicina amarga, nos toca ahora a todos sufrir un poco, nos toca ahora a todos tener un poco de dolor, nos toca ahora a todos asumir nuestra responsabilidad y todos, como hermanos, sacar adelante a ese niño que es nuestra familia, es nuestro país, es El Salvador.
Sí, habrá momentos duros, habrá momentos difíciles, pero tomaremos esas decisiones con valentía, y espero que me acompañen a defender estas decisiones que tomemos con valentía. Luego, cuando veamos hacia atrás, habremos visto que todo valió la pena porque, al final de cuentas, El Salvador saldrá adelante y podremos ver una luz en el futuro, saber que hicimos lo correcto y que arreglamos El Salvador.
Este es un pueblo valiente, al que le debo todo, pero no vamos a poder salir adelante si no nos unimos. Tenemos que unirnos y asumir cada uno nuestras esperanzas, pero también tenemos que asumir nuestra responsabilidad individual, y la sumatoria de cada una de esas responsabilidades se vuelve una responsabilidad colectiva que sacará adelante a nuestro país, si cada uno de nosotros hacemos lo que nos toca. Ahora les diré algo que tuvo que haber sido dicho hace mucho tiempo… (interpretación de lenguaje de señas). Eso quiere decir: de ahora en adelante el poder está en todos nosotros, en cada uno de nosotros, en las manos de nuestros agricultores, en las manos de nuestros profesionales, en las manos de nuestros estudiantes, en las manos de nuestros comerciantes, en las manos de nuestros escritores, en las manos de nuestros artistas, en las manos de nuestros pescadores, en las manos de las amas de casa y, por supuesto, en las manos de nuestras personas con discapacidad, en las manos de cada uno de los salvadoreños.
Hoy ustedes decidirán cómo quieren ser gobernados, porque hoy tendremos un gobierno del pueblo para el pueblo. Algunos de ustedes dirán: ¿cómo vamos a hacer eso? Y lo entiendo, ya han sido engañados antes. ¿Cuántas veces nos han dicho que vamos a tener un país mejor? ¿Cuántas veces nos han dicho que va a haber prosperidad para todos? ¿Cuántas veces nos han dicho que todos van a tener trabajo? ¿Cuántas veces nos han dicho que a El Salvador le va a bien, que van a acabar con la inseguridad? ¿Cuántas veces les han dicho que El Salvador tendrá viviendas dignas con agua potable, hospitales con medicinas, escuelas dignas para que den buena educación para nuestros niños? ¿Cuántas veces hemos escuchado eso antes y siempre ha sido una mentira, siempre han sido promesas rotas?
La diferencia es que esta vez el cambio no vendrá de un presidente, no vendrá de un político, el cambio vendrá de cada uno de nosotros que vamos a hacer nuestra parte y cada uno de nosotros vamos a cambiar El Salvador haciendo lo que nos corresponde; a mí como presidente, pero todos los demás tienen una importante misión de hacer lo imposible por sacar adelante nuestro país.
Tenemos solo cinco años, no para pasar la página de la posguerra, no para derrotar al bipartidismo. Esas cosas ya las hicimos antes. Tenemos cinco años para hacer de El Salvador un ejemplo para el mundo, un ejemplo de que el pueblo puede salir adelante si así se lo desea, lo logrará con la guía de Dios y con el trabajo de cada uno de nosotros.
Yo solo soy un salvadoreño como cada uno de ustedes, hijo de un padre que dio en su vida todo lo que pudo para este país; hijo de una madre que me ha enseñado la importancia del amor; mi esposa Gabriela me ha acompañado por más de 14 años cuando yo ni siquiera había pensado en ser político, ni siquiera se nos imaginaba que íbamos a entrar en la política y mucho menos me imaginaba que iba a estar aquí parado asumiendo la Presidencia de la República. Sin embargo, lograra lo que lograra siempre me ha dicho la verdad y siempre ha sido una guía en los momentos malos y en los momentos buenos, ahora será una guía en este nuevo gobierno que tendrá la República de El Salvador. Gabriela ya sabe que la amo, pero también tiene que saber que la admiro.
Tenemos que heredar un mejor país para las nuevas generaciones. Nosotros estamos esperando a nuestra primera hija, se llamará Laila. Por ella y los hijos de todos tenemos que hacer un mejor país. Piensen en un niño o en una niña, piensen en un joven, imaginen a la persona más cercana a ustedes, ¿acaso no merece lo mejor para su futuro? ¿Acaso no merece la mejor educación, la mejor salud, tener seguridad, poder caminar libre en las calles? ¿Acaso no merece tener un país del que se pueda sentir orgulloso? ¿Acaso no merece sentirse orgullo de sus padres para que cuando nos pregunten, ¿papá, mamá, qué hicieron con El Salvador?, nosotros podamos decirles: lo cambiamos y lo hicimos un país pujante, vigoroso y deliberante.
El Salvador va a volver a ser el líder en la pujanza y en la innovación en Centroamérica como lo fue en algún tiempo, un tiempo que ya perdimos, pero que ahora lo recuperaremos y no solo lo llevaremos ahí, sino incluso más alto, hasta donde nuestros sueños y nuestro tiempo lo permita.
Quiero que me permitan contarles una historia, una historia que ha estado muy cerca de mí y siempre me ha acompañado toda vida. Es la historia de un niño que caminaba por las calles de aquí, del centro de San Salvador, con su papá; sentado en una esquina, en una cuneta, comiendo una manzana caramelizada de las que vendían por allí, y el niño curioso preguntándole todo a su papá. Papá, ¿qué hace ese señor que está ahí? Y él le contestaba: Ese señor trabaja duro para sacar a su familia adelante. Papá, ¿por qué nuestro país es pobre? Hijo, nuestro país no es pobre, en realidad nuestro país es rico, es el mejor país del mundo; aquí nací y aquí quiero morir. Papá, ¿pero por qué es el mejor país del mundo? Y él le contestaba: Porque es el nuestro. Ese niño todavía recuerda las enseñanzas de su papá, esas enseñanzas que aprendió con largas pláticas, adentrada la noche; esas enseñanzas que le enseñó durante años todavía las recuerda. Ese niño ahora es presidente de El Salvador y mi papá ya está en el cielo. Papá, hoy te extraño más que nunca, quisiera que estuvieras aquí conmigo, quisiera que vieras hoy a tu pueblo.
Él me enseñó que la justicia no es justicia si no es igual para todos. Él me enseñó que de nada sirve el dinero si la gente tiene hambre. Él me enseñó que un país debe trabajar para las personas más vulnerables. Él me enseñó casi todo lo que sé y la mejor manera de honrarlo será ser el mejor gobierno que se ha hecho en la historia de nuestro país.
Desde que hicimos historia el 3 de febrero, nos hemos dedicado a hacer las mejores relaciones para nuestro país, a buscar inversión, a garantizar que nuestro país crezca y formar un gabinete que, además, por primera vez en la historia de nuestro país tendremos un gabinete paritario, por primera vez en la historia de nuestro país tendremos un gabinete de igual número de mujeres que de hombres. Pero no han sido seleccionados por su género, han sido seleccionados por sus currículos, por sus capacidades, y les he indicado que tienen que trabajar y hacer lo mejor para el pueblo salvadoreño. Su única tarea será trabajar incansablemente para que los salvadoreños se sientan orgullosos de su país. Cada uno de ustedes, en cada área, les compete que todos los salvadoreños, los que están acá, los que nos ven por televisión, los que nos ven por redes sociales, los que están fuera de El Salvador, que todos los salvadoreños se sientan orgullosos de su país. Esta es la primera orden y la última que tendrán que cumplir. Este no es mi gabinete, este es su gabinete.
Ser presidente de la República no me da poder, el poder lo da cada una de las esperanzas que ustedes han puesto en mí y que ustedes han puesto en este proyecto, sobre todo en la que han puesto en ustedes mismos de que El Salvador puede cambiar. Debemos decidir nosotros mismos que debemos dejar de matarnos, debemos decidir nosotros mismos que dejemos de botar basura en la calle, debemos decidir nosotros mismos que vamos a trabajar el doble para sacar a nuestro país adelante; nuestros hermanos en el exterior también deben unirse, todo ese talento que está allá debe apoyar para que lo podamos hacer acá. Debemos invertir en nuestros niños. Cuando mencionamos que tenemos que tomar medicinas no solo nos referimos a las medicinas en los hospitales, también nos referimos a la inversión en nuestra niñez, tenemos que invertir en los niños para que, en el futuro, a largo plazo, tengamos el país que todos queremos. También vamos a invertir en megaproyectos, vamos a pensar en grande y en ejecutar en grande. Vamos a pensar en largo plazo y vamos a dejarle un legado al pueblo salvadoreño, un legado que no se borre con la historia.
Nuestro país va a avanzar, no tengo ninguna duda de eso, no tengo ninguna duda cuando veo la cara de cada uno de ustedes, porque ustedes mismos se encargarán de que eso se haga realidad. Su gobierno trabajará por ustedes, pero la única forma en que de verdad podremos salir adelante es que cada uno de ustedes decida hacer lo que le toca hacer para que los 10 millones de salvadoreños empujemos hacia un solo lado. Que se acabe el tiempo cuando un grupo empujaba para un lado y el otro grupo empujaba para el otro. Los lados se acabaron. De ahora en adelante, todos vamos a empujar hacia adelante, vamos a empujar hacia el futuro y vamos a empujar hacia el lugar donde queremos ver a nuestro país.
¿Estamos dispuestos a empujar todos para adelante? ¿Estamos dispuestos a ver todos hacia el futuro? ¿Estamos dispuestos, con la ayuda de Dios, tener El Salvador que todos soñamos? Si es así, con la ayuda de cada uno de ustedes, defendiendo la conquista lograda el 3 de febrero, defendiendo este amplio mandato para que podamos cambiar nuestro país, luchando cada uno desde su trinchera, con la ayuda de Dios, nuestro país va a salir adelante y ese es el juramento más importante que vine a hacer el día de hoy y les pido que lo hagan conmigo:
Juramos trabajar todos para sacar nuestro país adelante, juramos defender lo conquistado el 3 de febrero, juramos que cambiaremos nuestro país contra todo obstáculo, contra todo enemigo, contra toda barrera, contra todo muro. Nadie se interpondrá entre Dios y su pueblo para poder cambiar a El Salvador.
Muchas gracias, que Dios bendiga a El Salvador, que Dios bendiga al nuevo gobierno y que Dios bendiga a cada uno de los salvadoreños.
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1 Responses to “El primer discurso de Nayib Bukele como presidente de El Salvador”
FREE LANCE (periodismo libre y de investigación).
Mensaje desde España
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Nuestro apoyo más absoluto y admiración a las medidas tomadas por el presidente de El Salvador, NAYIB BUKELE, contra las Maras asesinas de pandilleros que han sumido a esta pequeña, pero hermosa y bella república de Centro América, en el más doloroso de los dramas humanos.
Mi más emocionado de los recuerdos de las cuatro veces que visité San Salvador, en misión humanitaria, y mi más sincero agradecimiento a las personas que tan fraternalmente me acogieron: A Mons. Óscar Barahona Castillo (Obispo de S. Vicente, fallecido), a René Valle (párroco de St. Esteban Caterina), verdadero promotor del ser humano tanto en lo espiritual como en lo material a través de sus escuelas mixtas y que a sus ruegos siempre compartimos con él en su mesa, un plato de comida; también mi recuerdo imborrable de la noble y buenísima persona de Mauricio, el que fuera administrador de Mons. Óscar Arnulfo Romero, que me alojó en su casa, a Don Chilo, mi querido amigo en la pequeña aldea de “Calderitas”, junto al lago “Brujas” de curativas aguas, y en cuya humilde champa me alojé.
Finalmente mi recuerdo de las diversas ocasiones en que visité y compartimos diálogo con D. Salvador Sánchez Cerén, líder del F. M. L.N), más tarde presidente de la República, y a toda la buenísima gente salvadoreña con las que compartì tortillas, frijoles, pupusas, tamales y el riquísimo etol de alote.
Ojalá vuelva a encontrarme con todos ellos, en la nueva dimensión de “Nuestro Hogar”, una vez salgamos de este mundo, llamados a la Casa del Padre.-X