Más guerra, menos educación

@revistafactum #EditorialFactum ♬ sonido original – Revista Factum

Lo social no es complemento de nada; es la base de todo”. Esas fueron las palabras de un famoso expresidente salvadoreño, que, pese a estar preso por corrupto, parece seguir inspirando y además dotando de personal a las filas del partido oficial. 

Las palabras de Antonio Saca, sin embargo, no calaron. Y en eso recuerdan al actual gobierno: las mentiras también son el sello de Nuevas Ideas. Lo social, no sólo no está a la base ni es complemento de nada en El Salvador, sino que parece inexistente en las prioridades del gobierno del presidente Bukele. 

La ciudadanía ha sido bombardeada con mensajes que invitan a imaginar un futuro mejor, con equidad en salud, en educación y donde el dinero milagrosamente alcanzará si nadie se lo roba. Pero si nos atrevemos a mirar un poco más allá, si entendemos que la propaganda siempre estará en contra del interés ciudadano, veremos que los hechos, esos que sí se pueden verificar, muestran una realidad diferente. 

Sí nos están robando.
El dinero no está alcanzando.
Y lo social, otra vez, no ha sido la base de todo. 

Dos ejemplos concretos de lo que sabemos hasta ahora. El presupuesto de 2024 contempla reducciones en programas destinados a combatir la pobreza pero contempla aumentos para Casa Presidencial. 

Y todavía peor: el presupuesto de este año, el que aún se está ejecutando, sufrirá un nuevo recorte en lo social. La Asamblea Legislativa, cuyas decisiones recaen en los y las diputadas de Nuevas Ideas, aprobaron recortar 60 millones de dólares al ramo de Educación. Más ministerios sufrirán recortes para dar al ministerio de Hacienda otros 100 millones de dólares que usarán sin que la población sepa el destino. 

El recorte a Educación llega en un momento cuando el gobierno aún debe gran parte del dinero que las escuelas necesitan para funcionar y sigue sin pagar a los proveedores de los paquetes escolares. 

¿Y dónde están las prioridades entonces? Este gobierno está más enfocado en lanzar guerras mediáticas. Una supuesta guerra contra las pandillas, lanzada después de que se dio a conocer su trato con estos grupos criminales. O una guerra contra la corrupción que simplemente es un distractor para evitar aceptar que dentro del gobierno se tolera y se abraza a los corruptos. Siempre que sean de color cián. 

Este desbalance nos dibuja una tercera guerra, una que el gobierno no querrá aceptar. Y no es una guerra contra la pobreza, sino una guerra contra los pobres de este país. Es ofensivo querer vender la idea de que se lucha contra la inequidad cuando lo descartable siempre es el presupuesto social. Es imposible hablar de la población más vulnerable -o de integración, como dice la nueva campaña publicitaria- cuando no se ha dotado al Estado de los recursos y la voluntad política para atender los grandes problemas de un gran sector de nuestra población. Los hechos son más contundentes que cualquier propaganda. 

¿TE HA GUSTADO EL ARTÍCULO?

Suscríbete al boletín y recibe cada semana los contenidos en tu email.