Una masiva marcha se independizó de Bukele

Al menos 20 mil personas, de grupos diversos, conmemoraron el bicentenario de la independencia con protestas. Contra la imposición del bitcóin, la reelección presidencial y el autoritarismo. Bukele, que tuvo su primera derrota popular, acusó al movimiento ciudadano de ser financiado por la comunidad internacional.

Foto FACTUM/Natalia Alberto


Frente a la plaza Morazán, a un costado del Teatro Nacional, un muchacho botaba el miedo como el primer día de clases. El sol de las once de la mañana mordía y Óscar, estudiante de 22 años, rotaba lentamente para mostrar su rótulo blanco de letras verdes y rojas: “Mis abuelos y mis papás no sufrieron una guerra para sufrir una dictadura”. En la plaza y en las calles que la abrazan había miles. Muchos estrenaban el intrincado arte de redactar pancartas llamativas, de gritar consignas en rima, de escuchar en una bocina atada a un microbús que el pueblo unido jamás será vencido, de ultrajar al presidente que saben corrupto. Muchos, como Óscar, vivían su primera marcha. 

“Si no es la Constitución lo que nos está amparando ahora mismo, ¿en un futuro qué lo hará? Nada. El Estado va a pasar por encima de nosotros si lo dejamos”, decía Óscar. A su espalda, la plaza era un coro de múltiples descontentos,  pero con un mismo destinatario. Nayib Bukele fue la razón para que miles obviaran un día feriado y recorrieran las principales calles del corazón de San Salvador. 

La ciudadanía ocupó en las calles el espacio de los militares este 15 de septiembre, cuando El Salvador y Centroamérica conmemoraron 200 años de independencia. Marcharon estudiantes, juezas, empresarios, activistas medioambientales, grupos indígenas, feministas, actrices, magistrados, el colectivo LGTBI, señoras católicas, drag queens, comerciantes informales, profesionales, miembros de partidos políticos, diputadas, anarquistas y centenares que nunca habían asistido a una manifestación. El asfalto caliente fue el mismo para todos. 

La pandemia, que el gobierno olvida cuando juega la selección de fútbol, impidió los desfiles y demostraciones militares habituales; la indignación, sin embargo, dio paso a marchas diversas, que se volvieron una en la entrada del centro histórico de San Salvador. Tres bloques, que partieron de tres puntos distintos, protestaron, principalmente, contra la destitución de jueces y magistrados,  contra la reelección presidencial, contra la Ley Bitcóin y las violaciones a la Constitución. 

Foto: Un señor luce su pancarta contra el bitcóin frente a la Plaza Morazán. Foto FACTUM / Melissa Soriano

Bukele, pese a todo, mantiene su popularidad. Tras dos años y meses su gobierno tiene una aprobación superior al 80%, según recientes encuestas. Pero su tendencia a la baja no se explica por los múltiples señalamientos de corrupción de sus funcionarios o la negociación de este gobierno con las pandillas; viene de una decisión económica: la implementación del bitcóin como moneda de curso legal y además obligatoria. Esta ley, que apenas llegó a la Asamblea Legislativa y fue aprobada tras solo cinco horas de discusión entre la bancada oficialista, es rechazada por siete de cada diez salvadoreños, según los mismos sondeos.

El bitcóin fue la chispa que avivó las protestas. Fue un caldo que comenzó a fermentar semanas antes del 15 de septiembre y el principal símbolo del desencanto contra el bukelismo. Entre los cientos de pancartas y camisetas, la B tachada destacaba. “Chivo fuera que hubiera medicinas”, “Devuelvan lo chiviado”, complementaban algunos carteles en alusión a la fallida aplicación gubernamental para el manejo de la criptomoneda. 

“Hey, Nayib, nos fallaste”, se leía en otro extremo. Las marchas, convocadas por diferentes grupos y organizaciones de la sociedad civil, comenzaron a moverse a las nueve de la mañana desde tres puntos de la capital y terminaron de hacerlo cerca del mediodía. Miles caminaron desde la entrada principal de la Universidad de El Salvador (UES), el parque Cuscatlán y el centro Judicial Isidro Menéndez hasta la Plaza Morazán. Las tres marchas avanzaron hasta converger sobre la alameda Juan Pablo II.

“Cuando los de abajo se mueven los de arriba se caen”, dijo el escritor español Ángel Ganivet en 1896. Más de un siglo después, su frase es retomada por Daniela Preza, una de las manifestantes del 15 de septiembre. Foto FACTUM/Natalia Alberto

Seguramente la pasarela ubicada sobre la alameda Juan Pablo II, frente al Parque Infantil, ha visto cientos de protestas pasar por debajo de ella. La de este miércoles 15 de septiembre, sin duda, ha sido una de las más grandes en la última década y la más grande que el gobierno de Bukele ha visto hasta ahora. Al menos 20 mil personas asistieron a la protesta, un conteo hecho al calcular dos personas por metro cuadrado en el área de 10 mil metros cuadrados, en un solo carril de la alameda, comprendida entre el Parque Infantil y la intersección de la Juan Pablo II y la 25 avenida norte. Desde la altura de la pasarela, con la vista hacia un lado o hacia el otro de la alameda, era imposible ver dónde empezaba y dónde terminaba el río de gente. 

La marcha que partió desde la Universidad El Salvador fue de las más concurridas. Foto FACTUM /Bryan Avelar

Esta es la primera vez, luego de dos intentos, que el descontento reúne a miles. La primera protesta fue mínima. Dos días después de aquel golpe del 1 de mayo, cuando la Asamblea oficialista desalojó a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, un pequeño grupo de jóvenes agrupados en un movimiento llamado “Bloque Popular de Juventudes Antifascistas” llegó el monumento a la Constitución, conocido popularmente como “La Chulona”. Esa manifestación tuvo poca afluencia. Con suerte unas doscientas personas acudieron a la convocatoria.

La segunda protesta contra Bukele ocurrió el pasado 7 de septiembre, el mismo día que la impopular Ley Bitcóin entró en vigencia. Estas dos primeras manifestaciones fueron objeto de burla para muchos de los funcionarios del gobierno y políticos afines, quienes llamaron a estas concentraciones como un grupo de “gorgojos” o “el 3%”.

Pero este 15 de septiembre, los gorgojos se multiplicaron y repentinamente se convirtieron en una marabunta que se comió las calles de San Salvador.

Vista aérea del momento cuando empezó la concentración de manifestantes en la Plaza Morazán. Foto FACTUM/ Gerson Nájera

Fue una marcha, en general, pacífica. La calma se rompió en pocas ocasiones, como cuando algunos manifestantes golpearon los autos que buscaban un hueco en el caudal humano para intentar cruzar algunas calles o cuando, con la marcha ya finalizada, un grupo de personas rompió los vidrios y luego quemó un cajero bitcóin. 

Habló la plaza

Uno de los bloques inéditos en esta protesta fue el de los jueces, que partió del centro judicial Isidro Menéndez. “¿Cuándo había visto usted a los jueces pidiendo que se les respete su trabajo e independencia? No es que nos creamos más, pero si nosotros que tenemos algún grado de poder estamos en peligro, cómo no lo estará el ciudadano común”, comentó uno de los asistentes que pidió no revelar su nombre.

Proteger la identidad para dar declaraciones fue una constante, sobre todo por miedo a repercusiones en sus trabajos, y no solo en el caso de los jueces. Los empleados del sistema judicial hablaron a través de sus pancartas: “No a la justicia por tuit”,“La independencia judicial no se vende”, “Poder absoluto es corrupción”.

Metros después, un pequeño grupo de personas disfrazadas como los personajes de La Casa de Papel guió a un colectivo que ondeaba banderas blancas con una “I”, se identificaron como el partido en formación Independiente. Adelante de ellos, estuvo uno de los grupos más numerosos: los veteranos de guerra, tanto de la Fuerza Armada como excombatientes del FMLN. Provenían de distintos puntos del país. Los de la ciudad de Cojutepeque portaron una pancarta que decía: “Sin periodistas no hay periodismo. Sin periodismo no hay democracia”.

Cuando estos grupos se unieron con las otras marchas en la Alameda Juan Pablo II, la cantidad de personas fue tal que hicieron colapsar el tráfico. Los automovilistas tuvieron diferentes reacciones sobre la marcha, algunos apoyaron pitando, otros también pitaron pero en desaprobación y otros más fueron indiferentes. 

¿Cuál es la ruta? fue una de las principales consignas en las marchas. Foto FACTUM / Melissa Soriano

Todas las banderas cabían. En la plaza hubo pancartas que pedían por el derecho al agua, otras por educación gratuita y de calidad, otras por un buen sistema de salud público, otras por los derechos de la comunidad LGBTI. También hubo letreros contra la tregua del Gobierno con las pandillas, contra la militarización de la seguridad pública, y leyendas para exigir justicia por el caso Chalchuapa, una de las peores masacres en la historia reciente del país, en la que la mayoría de víctimas son mujeres jóvenes. 

“Creemos que al final somos seres humanos y tenemos los mismos derechos que los grupos conservadores que han asistido”, explicó una representante de un colectivo trans-feminista que partió desde la Universidad El Salvador. El bloque del movimiento feminista fue uno de los más abultados en la protesta.

“Nuestros derechos están siendo vulnerados, sus derechos están siendo vulnerados; al final no venimos en bloques, venimos en unidad para decirle al gobierno que debe derogar la Ley Bitcóin, dar justicia a las víctimas de El Mozote y a las víctimas de Chalchuapa”, agregó.

El movimiento feminista marchó desde la Universidad El Salvador hasta la Plaza Morazán. Exigieron justicia por los feminicidios cometidos en el caso Chalchuapa. Foto FACTUM / Natalia Alberto

Un grupo asistió vestido con gabachas médicas.  “Nos vestimos como médicos porque eso somos, eso hacemos, pero estamos acá como ciudadanos contra el autoritarismo de Bukele”, comentó uno de los manifestantes perteneciente a ese bloque.

Poco antes de las once de la mañana, la mayoría de personas llegó a la Plaza Morazán, lugar que las organizaciones fijaron como punto de encuentro. La falta de una figura que unificara las peticiones de todos los sectores fue evidente. Aún así, sindicalistas y jueces usaron el micrófono para intentar dar unidad discursiva a la manifestación, pero ninguno lo consiguió con total éxito. Ese rol no estuvo reservado para ninguna persona, sino para un elemento simbólico: el himno nacional, que sonó al unísono en la abarrotada plaza y hasta en los cafés y estacionamientos aledaños. 

Los “infiltrados”

En medio del río de gente que salió marchando desde la UES había un grupo de desconocidos a quienes muy pronto los manifestantes empezaron a llamar “infiltrados”. El grupo de infiltrados estaba hecho de unos veinte jóvenes vestidos de negro con camisas o pasamontañas que les tapaban el rostro, lo que hacía imposible identificarlos. Algunos de ellos llevaban bates de hierro, llantas y combustible para empezar un incendio.

Si bien algunos otros manifestantes en la marcha también se cubrían la cara, todos se identificaban con un grupo o colectivo a través de sus mantas. Los “infiltrados” no. Ellos llevaban unas mantas con apariencia de haber sido hechas a la ligera con un aerosol negro sobre un lienzo beige con las frases “No al Bitcoin” o “Bukele Dictador”, similares a las que también se podían leer en las mantas de otros manifestantes.

“Ahí están, se ha metido un grupo de infiltrados de Nuevas Ideas que quieren hacer desorden”, alertaban los manifestantes con sus megáfonos. Y los infiltrados no tardaron en hacer desorden. Con sus bates de hierro quebraron mupis y con sus pinturas en aerosol mancharon cuanta pared pudieron, como la de la fachada de la agencia del Banco Agrícola ubicada en la colonia Médica.

Un grupo de manifestantes hizo una barrera humana agarrándose de los brazos para que la marcha avanzara por la mitad de la calle y dejar atrás al grupo de encapuchados. Al ver esto, los “infiltrados” empezaron a reclamar. “Miren a los antifascistas siendo fascistas”, gritaban. Pero siguieron sin identificarse.

Dictador y golpista son algunos de los adjetivos que acompañaron las fotografías de Nayib Bukele que los manifestantes llevaron a las protestas. Foto FACTUM /Natalia Alberto

Sobre la 25 avenida norte, frente a las instalaciones del Seguro Social, dos “infiltrados” incendiaron una motocicleta mientras los demás manifestantes avanzaban a lo lejos. El video de la motocicleta incendiada fue compartido por funcionarios de gobierno y políticos afines a Bukele con mensajes que intentaban tildar de vandálica la marcha en su contra. De hecho, a las 8:00 de la noche, en una cadena nacional pregrabada horas antes, Bukele acusó a los manifestantes de vandalizar “la propiedad pública y privada”.

Un periodista de Factum se acercó al grupo de “infiltrados” en varias ocasiones, preguntando quiénes eran ellos o a qué grupo u organización pertenecían. Los jóvenes se limitaron a responder “somos salvadoreños” en las primeras ocasiones; sin embargo, tras la insistencia, tres de ellos se detuvieron a hablar. “Algunos de nosotros somos empleados de alcaldías de Nuevas Ideas”, dijo uno de los encapuchados, como excusa para no mostrar su identidad. “Si nos ven las caras nos pueden despedir”, dijo.

El bloque que salió de la UES excluyó a los encapuchados en la intersección entre la 25 avenida norte y la prolongación al bulevar Tutunichapa. El grupo de “infiltrados” intentó unirse a la marcha que partió desde el parque Cuscatlán, pero también fue excluido. Finalmente, el grupo se reunió sobre el paso a desnivel entre la 25 avenida y la alameda Juan Pablo II. Uno de ellos hizo una llamada telefónica y finalmente se marcharon mientras el río de gente continuaba hacia la plaza Morazán.

Los manifestantes colocaron sus carteles en una de las cabinas para uso del bitcóin instaladas en el centro de San Salvador. Foto FACTUM / Natalia Alberto

La respuesta del presidente: acusaciones

En una cadena nacional de radio y televisión transmitida a las ocho de la noche de este miércoles 15 de septiembre, con motivo del bicentenario de la independencia centroamericana, Bukele salió al ataque en contra de la multitudinaria marcha. “Solo para que no digan que me abstraigo de lo ocurrido esta mañana”, adelantó  y aseguró que la protesta fue financiada por “amigos” de la comunidad internacional, aunque sin mencionar nombres y advirtió que “no vamos a permitir injerencia de ningún tipo”.

En su discurso, el presidente se quejó ante la comunidad internacional de “financiar”, según él, a la oposición para que realice actos vandálicos y destruya la propiedad pública y privada. Bukele además se jactó de no haber utilizado “aún” gases lacrimógenos contra la población que se manifestó a pesar de que, según él, fue financiada por opositores. Y advirtió que “ojalá no sea necesario”.

La estación de Chivo ubicada en la Plaza Gerardo Barrios resultó dañada por los manifestantes que desaprueban la implementación del Bitcoin en el país . Foto FACTUM / Natalia Alberto

La cadena nacional, que en realidad fue la retransmisión un acto privado realizado en horas de la tarde con la participación de funcionarios públicos y representantes del cuerpo diplomático, rompió con la tradición presidencial de realizar un acto público en el día de la independencia. En ella, dada a conocer con anticipo por Revista Factum, Bukele anunció que en un mes presentará a la Asamblea Legislativa una reforma al sistema de pensiones, otro de los temas por el que muchos protestaron en la plaza.

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1 Responses to “Una masiva marcha se independizó de Bukele”

  • Digan lo que digan; aùn con todo y la farsa de la Reunión privada de su clan, a eso que le llamaron cadena nacional, la marcha fuè la muestra de lo que el pueblo piensa de esta gente; ni siquiera en vivo fuè la cadena, y eso todos los que viven alrededor de la feria pueden dar fè de ello por que los aviones volaron desde muy temprano.

    sus Discursos son vacíos, extremadamente populistas, ofertas superadas al estilo de ARENA FMLN, aquellos daban vasos de leche, laminas, estos ofrecen laptops con internet..discursos emocionales que a casi tres años, sigue pregonando q todos tiene la culpa menos su gabinete de gente oportunista, ignorante, inexperta, servil y convenenciera.