El trilema del comercio mundial

 

La Organización Mundial del Comercio (OMC) en su reciente informe sobre las perspectivas de crecimiento del comercio global ha rebajado las previsiones de crecimiento para 2016 y 2017. Para 2016, se estima que el crecimiento esté alrededor del 1.7%, cuando la previsión de abril era de 2.8%; de la misma manera, para 2017, la previsión se ha revisado a la baja en 1.8% respecto del 3.6% estimado anteriormente.

Porqué esta drástica reducción en el comercio global. Hay varios elementos que explican estas revisiones a la baja. Hay que recordar que el comercio mundial, especialmente desde finales de la década de los noventa, mantuvo elevadas tasas de crecimiento de las exportaciones e importaciones mundiales comparadas con los niveles de crecimiento, en una expansión sin precedentes del comercio en la mayoría de países, frenada de manera leve incluso en la crisis financiera mundial de 2008. En este sentido, la baja en el comercio se explica en parte por elementos coyunturales y en buena parte por condiciones estructurales de largo plazo.

En el corto plazo, las turbulencias financieras, combinadas con escenarios de baja inflación y crecimiento débil, los cuales son ya crónicos, han incidido de manera notable en la reducción de las exportaciones e importaciones, especialmente en los países emergentes como Brasil y una reducción del comercio en Asia y en la ralentización del crecimiento económico en China, donde poco a poco parece irse consolidando la transición a un modelo económico basado no únicamente en la exportación intensiva de mano de obra y en un yuan artificialmente devaluado, sino  en un mayor aporte al crecimiento del vasto mercado interno chino.

En cualquier caso, la baja en el comercio indica no únicamente las condiciones de un entorno económico incierto, sino algunas cuestiones de fondo que son relevantes para el futuro del comercio global. En primer lugar el creciente número de medidas proteccionistas en muchos países son en realidad el signo de una cada vez mayor atracción a medidas con una menor orientación a la integración regional o al libre comercio, basado en parte en un menor consenso de la globalización como producto de la creciente desigualdad económica, bajo crecimiento y perspectivas inciertas. El Presidente de China, Xi Jinping, con ocasión de la reunión del G20 indicaba la creciente preocupación por el incremento del Coeficiente de Gini de ingresos a escala global que pasó de 0.6 a 0.7 en el último año.

En esta misma línea, Roberto  Azevedo, Director de la OMC, indicada la falta de crecimiento combinada con una desigual distribución de los beneficios derivados del libre comercio pueden comprometer los alcances de la liberalización comercial. El crecimiento reciente del comercio global no se ha sustentado, sin duda, en un sistema de comercio más inclusivo que permita a las empresas más pequeñas a participar de los beneficios del comercio internacional y los aportes del comercio a la reducción de la pobreza y la desigualdad son todavía difusos.

A la creciente oposición en Europa al Tratado Comercial y de Inversiones (TTIP)  entre la Unión Europea y los Estados Unidos se suma la incertidumbre sobre la ratificación del Acuerdo Transpacífico (TPP) o el reciente Brexit; esto muestra no únicamente la oposición a tratados en particular, sino un claro mensaje a la contribución de libre comercio en el crecimiento, en la generación de empleos inclusivos y a la reducción de la desigualdad económica.

El primer debate presidencial en Estados Unidos entre los candidatos Clinton y Trump, tan dado a la hiper medición estadística de frases, minutos y tweets, dejó buena cantidad de minutos  a la refriega entre las bondades o no del NAFTA y en definitiva de los supuestos beneficios del libre comercio. Difícil cuestión dado que los músicos no conocen las partituras y opinan de oídas. Clinton, más acostumbrada a las esferas de la política internacional defendió, sin demasiados argumentos dicho sea de paso, los beneficios del libre comercio; en tanto Trump, fiel a su estilo irreverente y polémico recogió sin ambages las dudas de muchos sectores productivos norteamericanos que en realidad cuestionan las desviaciones de comercio hacia México y otros países periféricos y las reducciones derivadas en el empleo.

También en esta baja en la previsión del comercio mundial, hay otros elementos no menos importantes, especialmente para los países de la región centroamericana tan dependientes del comercio exterior y con pocos socios comerciales y una limitada oferta exportable, como lo son los cambios en las importaciones de la demanda de los países desarrollados junto con el creciente proteccionismo que reduce de manera notable las posibilidades de participación de las empresas más pequeñas y la contracción de las cadenas globales de valor que ha reducido su creciente peso en los años recientes como resultado de la incertidumbre económica y el lento crecimiento económico mundial.

No menos relevante es la fuerte y creciente irrupción del comercio electrónico y la economía digital, con consumidores que cada vez prefieren canales de comercialización multicanal y mayor autonomía. En 2015, el crecimiento del E-commerce fue del 19% y se ubicó en un nivel de 1,4 trillones de dólares a escala global. Sólo en la Unión Europea, las compras online representaron el 34% de las ventas totales, 29% en los Estados Unidos y 27% en Asia, con 201 millones de consumidores en los Estados Unidos.

En este sentido, pareciera que se está presente ante el trilema planteado por el profesor de economía política internacional de la Universidad de Havard, Dani Rodrik según cual si un dilema hace referencia a la cuestión de elección entre dos alternativas incompatibles un trilema sería la elección entre tres. Así, de acuerdo al marco conceptual planteado por él planteado, las sociedades actualmente están expuestas a tres fenómenos simultáneos: una hiperglobalización que busca entre otras cosas uniformizar el comercio internacional, la democracia como sistema político y finalmente la soberanía del Estado.

Rodrik luego de analizar la relación entre ellas  llega a la conclusión de que sólo son compatibles dos a dos, no las tres juntas. En los próximos años se verá si el comercio mundial refleja la manera en cómo los principales países resuelven este trilema estratégico y táctico. Al menos en Estados Unidos hay una candidato que abiertamente postula que la globalización y el libre comercio es una estrategia incompatible con la democracia y el estado nación de aquel país.

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