Las piruetas del vicepresidente Ulloa

Un cinco, señor vicepresidente. Cinco.

Esa es la nota que le doy por su acto de gimnasia legal y retórica de este lunes 24 de abril, cuando afirmó que el presidente Nayib Bukele está buscando un segundo mandato y no la reelección.

Veamos, señor Félix Ulloa, su maniobra paso a paso para poder evaluarla. Para eso utilizaré cuatro parámetros: creatividad, grado de dificultad, ejecución y apego con la realidad.

Creatividad:

En esta categoría el jurado está impresionado. 

Señor vicepresidente, usted es abogado de la República, con doctorado en Derecho y estudios en Políticas Públicas, Administración Pública y Finanzas. Con todo esto encima, usted logró lo que muy pocos han logrado: darle un eufemismo a la reelección presidencial, que es bastante: “segundo mandato”. 

Esto equivale a decirle al día “no noche” o “parte clara”, o a la culebra “gusano grande” o “anguila en tierra”. Pero, al final del día, sabemos todos que hablamos de lo mismo: a saber, de la reelección, del día o de una culebra.

Por esta proeza le voy a dar un diez.

Grado de dificultad:

Señor Ulloa, usted se ha vendido como un erudito del derecho y su currículum plagado de títulos aquí y allá lo justifica. 

Por lo tanto, defender públicamente lo que le ordena su jefe debe ser difícil. No imagino con qué cara ve a los ojos a sus compañeros de estudios y de lucha, al jurado que avaló su doctorado, a sus catedráticos o, por qué no, al Félix del pasado. 

Señor Ulloa, lo que usted hizo requiere agallas y coraje. Traicionar todo lo que usted prometió sin siquiera la incomodidad del sudor o el rubor de la vergüencilla, todo para socavar uno de los pilares básicos en los que descansa nuestra República, la alternancia en el poder. Eso es admirable.

Merece un ocho.

Ejecución: 

Si bien la maniobra es novedosa, lastimosamente usted trastabilló un poco. 

En su discurso ante la prensa, le faltaron coraje, ganas, vitalidad y un poco de seguridad, acaso un eslogan pegajoso. Le faltó ese no sé qué de los grandes oradores. 

Señor Ulloa, temo que sus mejores “sound bites” han quedado en el pasado. Este discurso estuvo muy a la sombra de sus grandes éxitos: “el artículo escondido de la Constitución” o “en la guerra los disidentes son traidores”. Clásicos.

Lamento solo poder ofrecerle un dos.

Apego a la realidad:

Es ahí donde su maroma cae, señor vicepresidente. 

Por el simple hecho de que, y disculpe la firmeza de este juicio, es una abierta y clara mentira. Disculpe nuevamente la franqueza.

Se aprecia el intento, la creatividad y la ejecución, pero, señor vicepresidente, la reelección o como quiera usted llamarle —segundo mandato, Bonus Bukele o felicidad eterna— sigue estando prohibida en el país. Ningún salvadoreño puede estar en el poder por más de cinco años y la Constitución, que en algún momento usted supo leer, lo dice claramente. “Ni un día más” (artículo 154).

La ley máxima del país, a la cual usted juró defender por cinco años, además establece que quien permanezca en el poder más de ese periodo debe ser desconocido por la Asamblea (artículo 131), que la reelección presidencial llama a la insurrección (artículo 88), que quien lo proponga pierde sus derechos ciudadanos (artículo 75) y que, aun si se quisiera, nadie puede reformarlo (artículo 248). 

Por otra parte, señor Ulloa, al usted recurrir a este eufemismo, va en contra de lo anunciado por su mismo jefe, el patrón, el que elige la tonada que todos deben cantar: el mismo Nayib Bukele, en su cuenta oficial de Youtube, publicó que anunciaba su candidatura a la reelección.

Y el coro de funcionarios ahí presentes —diputados, ministros, líderes de su partido y otros— saltaron a cantar: “¡Reelección, reelección, reelección!” Nadie dijo, quizá porque no es sexy, “¡segundo mandato, segundo mandato, segundo mandato!”.

En esa categoría, el apego a la verdad, pero además a la legalidad, a la decencia, a los principios democráticos, lamento que usted tenga un triste cero. Pero no solo por su maniobra de este lunes, sino por su triste rol en los últimos años. De defensor del derecho a cómplice —o copartícipe— de su asesinato. 

Lamentamos que, en promedio, su nota sea un cinco y no impresione a ningún jurado, aunque seguramente la barra cian, esa sí emocionada, le aplaude fascinada sus piruetas.


*Ricardo Avelar es periodista y politólogo de la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala, con una maestría en Relaciones Internacionales de las Américas de University College London en Reino Unido. También es docente de Sistemas Políticos y Filosofía Política. 

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