Ignorancia y pandemia

La propagación mundial de un nuevo coronavirus crea en la modernidad un escenario pandémico sin precedentes. Para contenerlo, los políticos de todo el mundo han justificado la implementación de leyes de emergencia, impactando las libertades civiles y aumentando el gasto público. Por ejemplo, el Foro Económico Mundial reportó que para el mes de abril del año pasado, 2,600 millones de personas vivieron un tipo de encierro (cuarentena voluntaria o forzada), lo cual significó el encierro de mayor magnitud de la historia de la humanidad.

Esas prerrogativas en algunos países han venido con un toque de autoritarismo, poniendo a prueba los límites de la democracia y del Estado de Derecho. Del 15 de marzo al 15 de junio de 2020 [1], el gobierno salvadoreño implementó una cuarentena domiciliaria obligatoria, que superó en duración a la cuarentena obligatoria impuesta en Wuhan, ciudad de China donde se originó la pandemia. Esta cuarentena salvadoreña desencadenó una serie de conflictos constitucionales entre los poderes fundamentales, otras instituciones y la sociedad civil, que han deteriorado el tejido social del país.

Organizaciones internacionales del más alto prestigio mundial como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Instituto de Derechos Humanos de la Asociación Internacional de Abogados, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Human Rights Watch y Amnistía Internacional, Reporteros sin Fronteras, así como los medios de comunicación y ONG más importantes del país han enviado numerosos y constantes recordatorios al presidente Nayib Bukele de que debe respetar el Estado de Derecho, promover la paz y proteger los derechos humanos. A pesar de ello, el presidente descarta y minimiza tales demandas, infiriendo que los mensajes son parte de la confabulación de “Los Mismos de Siempre”, que en todo caso carecen de apoyo popular, por muchos “loguitos” que se incluyan en su nota de prensa.

Pese a ello, el gobierno del presidente Bukele sigue llenándose de elogios de salvadoreños y salvadoreñas, tal y como se refleja en las encuestas que le otorgan el título de “presidente más popular del mundo”. Este insólito incidente sociológico abre las siguientes preguntas: ¿La gente de El Salvador está obteniendo una imagen completa de lo que realmente está sucediendo? ¿El gobierno está creando una realidad alternativa?

Ese escenario permite un fundamento razonable para cuestionar si el gobierno de El Salvador ha incurrido en prácticas agnotológicas, es decir, acciones deliberadas para fabricar ignorancia, duda o confusión entre su población (Proctor & Schiebinger, 2008). Dado que me encontraba terminando una maestría en derechos humanos y política en la London School of Economics and Political Science (LSE), becado por el gobierno británico (beca Chevenign), tuve la oportunidad de dedicarme a investigar algún tema de mi interés y desarrollé la disertación denominada: “Ignorancia y pandemia: Un estudio de las prácticas de agnotología por el Gobierno de El Salvador en el manejo de la pandemia Covid-19”.

El estudio cualitativo aplica un análisis de contenido temático y análisis del discurso (crítico y foucaultdiano) con una mirada de derechos humanos, para identificar las prácticas, tácticas y estrategias ejecutadas por el gobierno de El Salvador que inducen a la población a la duda, la confusión o el desconocimiento. Analiza más de 13,000 publicaciones en redes sociales, capturadas entre el 1 de marzo hasta el 1 de julio del 2020, auxiliándome de NVivo para Mac. Para contextualizar, me apoyé en las bases de datos de Factiva y Latin-News, así como de medios locales que pueden ser considerados como fuentes periodísticas serias y confiables (es decir, que mantienen un grado de independencia, que no son finaciadas por el gobierno y que no tienen fines propagandísticos) previo a concluir sobre las interrelaciones de los tres temas principales que surgieron como resultado tras la inmersión en la data colectada, en respeto a los términos y servicios de las redes sociales involucradas.

Este trabajo, que abre brecha al ser el primer esfuerzo académico para estudiar las prácticas agnotológicas en Centroamérica (y creo que de Latinoamérica también), hace que se justifique su producción. Pero antes de entrar en los resultados, conviene detenerse a entender qué es la agnotología.

La agnotología es el estudio de la ignorancia, duda o confusión culturalmente inducida. Es la sombra de la epistemología, que estudia cómo el conocimiento se crea, se transmite y se reproduce. Este es un término acuñado por el profesor de la Universidad de Stanford Robert Proctor (1996, 2008, 2011, 2019), quien se interesó por esta idea ante la prominencia de estudios y enfoques en la epistemología. Normalmente, explica Proctor (2008), entendemos la ignorancia como algo natural, que resulta parte de nuestra primitiva naturaleza, y se supera con educación (que se adquieran conocimientos errados es otra discusión).  También la clasifica de la siguiente manera:

  • La “ignorancia virtuosa” o aquella que se produce por medio de acuerdos en la comunidad científica, como, por ejemplo, el compromiso de no profundizar en temas que se encuentran en la frontera de la ética, como la clonación de humanos o la producción de armas biológicas que se puedan esparcir a escala mundial (*cough*).
  • La ignorancia también puede ser producto de una “construcción selectiva”, es decir, aquella que se genera por cada científico que decide investigar un tema en particular y cómo la vida está llena de costos de oportunidad. Todo lo que deja de enfocar dentro del rango de su atención queda en el ámbito de la ignorancia.
  • La “construcción activa o estrategia estratégica“, la cual puede ser positiva, como, por ejemplo, cuando se trata de patentes, el resguardo de secretos comerciales o incluso secretos del estado (claro está que no toda actividad del estado debe ser secreta, como el oxímoron dentro de los salarios de funcionarios ad honorem, por ejemplo). Pero que también puede ser negativa, como cuando se genera una acción deliberada para promover duda, confusión o desentendimiento de algún tema.

El interés de Proctor en estudiar la producción de la ignorancia, que bautizó como agnotología, surgió ante las revelaciones de memorandos internos de compañías tabacaleras de cómo, de manera descarada, cínica, desvergonzada y sin reproche alguno, conocían desde 1953 los efectos perniciosos de sus productos, y aún a sabiendas de que sus creaciones comerciales matarían a millones (no a miles, sino millones), decidieron lanzar toda una campaña para promover su verdadero producto: la duda. Así, en 1969, el vicepresidente de Brown & Williamson (posteriormente subsidiaria de British American Tobacco) indicó: “La duda es nuestro producto”.

De esta manera, Proctor abrió toda una puerta del conocimiento (vaya paradoja, el conocimiento del desconocimiento) para que más autores [Michaels (2008), Schiebinger (2008), Orestes y Conway (2011), Carrier (2019) y Kitcher (2019)] desarrollaran los postulados ultra simplificados que he expuesto. Exponiendo otros casos notorios, como aquellos sinvergüenzas que promueven ideas como que el cambio climático es mentira, o la reflexión sobre los conocimientos que se pierden con el paso del tiempo y su falta de reproducción, como los remedios que tenían los esclavos en la época colonial para tratar enfermedades tropicales.

Lo que resulta interesante es que estos académicos notaron la recurrencia de tácticas en la creación de la ignorancia, duda o confusión:

  1. Uso deliberado de información falsa (esto implica hasta crear montajes para despistar).
  2. Promoción de debate tras debate, con la finalidad de no cerrar el tema y mantener la confusión en el aire.
  3. Recurrir a “expertos”, periodistas, historiadores (sin ética, claro está) para que opinen lo contrario de la realidad.
  4. Utilizar técnicas de propaganda, como repetir hasta la saciedad una mentira.
  5. Hacer señalamientos con caracterizaciones peyorativas.
  6. Hacer declaraciones desproporcionadas para minimizar los hechos y crear un efecto de shock.
  7. Creación de tanques de pensamiento-ONG con planteamientos alternos, sin escrúpulos, ni ética.
  8. Llegar a ampararse en la ciencia para confundir: ciencia para atacar la ciencia.

Todas esas prácticas agnotológicas fueron bautizadas como “Estrategias de tabacaleras”, cuya esencia radica en una verdadera naturaleza antiepistémica, un actuar despojado de todo interés científico, rigurosidad técnica y objetiva, y, en su lugar, crean un subterfugio por un interés económico o político (Carrier, 2019:61-63).

Figura 1: Estrategia de agnotología. Fuente: Elaboración propia.

Regresando a la investigación:

Cuenta Número de tuits Número de posts de Facebook Período
Nayib Bukele, presidente de El Salvador 7795 391 De marzo 1 a julio 1 de 2020
Casa Presidencial de El Salvador 2266 471 De marzo 1 a julio 1 de 2020
Ministerio de Salud 2680 N/A De marzo 17* a julio 1 de 2020
TOTAL 12,741 862
*La cuenta fue creada el 17 de marzo de 2020.

Cuadro 1. Listado de publicaciones analizadas

 

Con tal base bibliográfica, analicé los tuits objeto de estudio. Como resultado, identifiqué tres temas principales que se presentan en las siguientes figuras 2, 3 y 4. Los temas corresponden a temas recurrentes que tienen suficiente amplitud para diferentes subcategorías grupales de acciones. Se elaboraron con un enfoque analítico, en lugar de uno descriptivo. Cada uno de los temas principales cuenta con una clasificación de las tácticas utilizadas para promover la agnotología del tipo de “construcción activa o estrategia estratégica”. El gobierno de El Salvador utiliza el secreto y el uso de la fe. Desarrolla todo un repertorio de acciones propias de la “estrategia de las tabacaleras” y tiene como bastión principal de batalla la desinformación. Aunque la desinformación es una de las tácticas estándares de la industria tabacalera, decidí usarla como una categoría separada, debido a su relevancia en la democracia[2].  Mientras que cada táctica contiene subcategorías de acciones que se identificaron entre los miles de tuits y posts.

Figura 2. Tema 1: La capacidad del gobierno de manejar la pandemia. Fuente: Autor vía NVivo.

Figura 3. Tema 2: La amenaza de los otros. Fuente: Autor vía NVivo.

Figura 4. Tema 3: El elegido por Dios para gobernar. Fuente: Autor vía NVivo.

Con ese conjunto de conceptos y resultados planteados sobre la mesa, este trabajo identifica la dimensión implícita y explícita de los mensajes del gobierno de El Salvador y cómo estos se entrelazan para crear un “sistema de relaciones” que dirige la atención hacia una dirección: el “aparato o dispositivo” (Foucault, 1980: 194) que socializa en el espectro político. El trabajo cuestiona: ¿Cuáles son las identidades que están construyendo esos discursos? ¿Qué acciones se esperan bajo esta nueva normalidad? ¿Qué jerarquías está dinamitando con su revolución? ¿Qué prácticas están estigmatizadas? Además, ¿cuáles están validándose? Todo ello considerando el contexto de la pandemia y su año en el mandato (9F incluido) para proceder con la discusión y desarrollo de cada tema que dan pie para llegar a una conclusión acerca de qué pretende el gobierno.

Las conclusiones definitivas serán transmitidas en vivo por FB Live en el auditorio Ignacio Ellacuría, de la UCA, este próximo 13 de enero a las 9 de la mañana. Por motivos de la pandemia, naturalmente la presencia es limitada, pero pueden solicitar una copia digital del estudio (en español  y en inglés) en este enlace: www.simple-legal.consulting/agnotologia.


[1] Ver Decreto Legislativos No.593,594, 611, 622, 631, 634, 639-2020 y Decretos Ejecutivos No.4, 12, 14, 19, 21, 22, 24, 26, 29, 31-MINSAL, 2020.

[2] El libro de códigos utilizados, así como su contenido puede descargarse en este enlace de ONE ACCESS- LINK.


*Herman Duarte es abogado y escritor. Fundador de HDuarte Legal. Fundador del tanque de pensamiento Fundación Igualitxs. www.simplecr.com

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