Bukele inaugura su dictadura

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Después de las cadenas que se han convertido en spots publicitarios o las designación presidencial espuria, lo que queda, cuando apartamos el cascajo, es una idea muy perturbadora: Si el presidente no respeta las leyes, ¿quién de su gobierno está obligado a hacerlo? Si el presidente desprecia las reglas que todos sí estamos obligados a cumplir, ¿qué le espera a un país que históricamente ha sido saqueado y maltratado?

Esta semana ha sido fundamental para sepultar la república y dar paso a la dictadura. ¿No le gusta la palabra? Escoja otra que sirva para definir lo que ocurre en un país donde alguien usa el poder que tiene para mantenerse en el poder, donde las reglas se violan para hacer que los caprichos sean más importantes que los decretos, donde un régimen policial y militar se usa como amenaza de castigo, donde hay corrupción buena y corrupción mala, donde los criminales se sientan, orondos, al lado del todavía es presidente. 

Primero porque vimos un preview de lo que se viene en el futuro. Bukele usó varias cadenas nacionales de radio y televisión, transmitidas en días continuos, para hacer campaña de cara a las presidenciales de 2024. Ya sabemos que su candidatura es ilegal, pero esto lo hace todavía peor: el presidente está usando los recursos del Estado para promocionarse ante el silencio cómplice y cobarde del Tribunal Supremo Electoral. Y es algo que solo él puede hacer: ningún otro candidato a la presidencia tiene los recursos de todo un país para pedir el voto. ¿Y por qué no los pueden tener? Porque ningún presidente puede ser candidato presidencial. 

Por eso la Constitución es tan clara en no permitir la reelección presidencial inmediata: para que nadie, enfermo de poder, use los recursos del país para echar raíces en Casa Presidencial. 

En el pasado, vimos cómo los expresidentes Saca y Funes usaron las cadenas de televisión y actos públicos para hacer campaña para sus partidos de cara a las elecciones legislativas y municipales. Y muchos se indignaron con justa razón. Es repugnante ver que un país pobre use el dinero que no le sobra para pedir votos. ¿No debería ser repugnante también que ese mismo país use lo que no le sobra para endiosar a un presidente que comienza una dictadura?

Segundo, porque vimos que el irrespeto a las leyes es tan grande que ya ni existe vergüenza para tapar las ilegalidades evidentes. El nombramiento de la secretaria privada como designada presidencial fue precisamente eso. El decreto de su nombramiento no fue publicado en el Diario Oficial el 30 de noviembre y ni siquiera fue juramentada para el cargo. La candidatura de Bukele ya era ilegal, pero este escenario, donde Bukele ni siquiera cumple con el requisito de “separarse” de la presidencia por seis meses, raya en lo ridículo. 

Pero no habrá consecuencias porque, sin Constitución, no hay límites. 

Una dictadura nace entre drones, luces y la esperanza de un nuevo espectáculo. Un animal silencioso que es parecido al gas que se escapa en la cocina y del que somos plenamente conscientes hasta que nos estalla en la cara. 

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