Criminales al descubierto

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Prometió combatir y erradicar la corrupción. Incluso montó un espectáculo para crear una comisión internacional e independiente que la investigara, pero cuando los resultados llegaron, y los corruptos fueron los suyos, eliminó la comisión y engavetó todas las investigaciones.

Prometió combatir a los delincuentes y no pactar con ellos, como lo hicieron aquellos a los que llamó mil veces malditos. Pero sus colaboradores cercanos sacaron de la cárcel a un peligroso criminal, al Crook, y luego lo ayudaron a salir del país y hasta le dieron un arma. Después, cuando entendió las implicaciones de pactar con delincuentes y encima consentirlos, su gobierno intentó recapturarlo. Y para eso estaba decidido a pagar mucho dinero a otros criminales. 

Prometió no ser como los mismos de siempre. Pero sus colaboradores cercanos, sus familiares, su círculo de confianza, se han beneficiado de las instituciones públicas para comprar apartamentos, casas y mansiones a los que la mayoría de la población, en su vida, podrá tener acceso. 

Prometió, prometió y prometió. Lo que sabemos ahora con mucha certeza es que ninguna de esas promesas se hizo realidad. Su nombre es Nayib Armando Bukele Ortez, un publicista de 42 años, que en 2019 ganó la presidencia de El Salvador y que ahora, cinco años después, intenta mantenerse ilegalmente en el poder. 

Tres contundentes investigaciones periodísticas han desnudado la naturaleza de la administración Bukele: un gobierno que se ha rodeado de criminales, que ha pactado con criminales y que hasta ha beneficiado a criminales. Un gobierno criminal.

La afirmación es fuerte pero debidamente sustentada. En la última semana, previo a las elecciones generales de El Salvador, el periodismo salvadoreño ha entregado a la población información útil sobre quien pretende echar raíces en el poder, incluso cuando no está permitido. Para eso sirve y debe servir el periodismo. No es para hacer propaganda, no es para quedar bien, no es para contar las cosas bonitas. Es para que la gente, incluso si quien gobierna pretende ocultarlo, sepa lo que verdaderamente pasa en su país. 

Incluso si la misma gente, presa del fanatismo, o aferrada a la más ingenua esperanza, no quiere verlo.

La investigación de El Faro, sobre la desesperación por recapturar a Crook, cuyas ramificaciones se extienden hasta un terrorífico cartel del narcotráfico, mostró la cara más criminal del gobierno: un gobierno dispuesto a entregar nuestro dinero a otros criminales. La investigación de Factum, sobre las auditorías enterradas de la CICIES, mostró a un gobierno que buscará a toda costa tapar su propia suciedad. Y la investigación de Focos y Redacción Regional, sobre las facilidades que han tenido funcionarios y familiares de Bukele para acceder a créditos en el banco Hipotecario, un lujo que no puede darse casi ningún salvadoreño, mostró que la política sigue favoreciendo únicamente a las mafias.

La Fiscalía, la Corte de Cuentas, el Tribunal de Ética. Las instituciones de control han fallado, han desaparecido o han decidido convertirse en marionetas del poder. El periodismo ha demostrado que seguirá haciendo lo correcto, lo ético, lo útil, incluso sin democracia, incluso si está bajo ataque. La corrupción hay que mostrarla, venga de donde venga. Usted decidirá qué hacer con esa información. 

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