“El discurso de paz de Ortega y Murillo se monta sobre una montaña de crímenes”

María Teresa Blandón, nicaragüense, es una de las voces sandinistas que critican la represión del gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Blandón es socióloga, profesora y fundadora del Movimiento Programa Feminista Centroamericano “La Corriente”. No le gusta que la citen como exguerrillera del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Pero tampoco tiene reservas para hablar de su afiliación al sandinismo histórico. “Hacíamos política, organizábamos sindicatos, cooperativas -dice en esta entrevista que Factum sostuvo con ella en Lima, Perú-, pero eso no me convierte en guerrillera, sino en una militante del Frente Sandinista”.

Fotos FACTUM/Maryórit Guevara


Sobre quienes tienen las riendas del partido y del país, Blandón cree que ya se sabía con anterioridad de la intransigencia de Ortega y Murillo, de su intolerancia a la diversidad de pensamiento. Pero le sorprenden los grados de represión a los que llegó el gobierno nicaragüense en los últimos meses.  

Blandón proviene de una familia grande, campesina y de creencias cristianas, originaria de Matagalpa, departamento del centro–norte de Nicaragua. Su espíritu transgresor, como ella lo llama, la llevó, desde muy joven, a ser parte del Frente Sandinista y secretaria política en la zona norte del país durante los años ochenta. 

Su lucha por los derechos de las mujeres la ha mantenido en una posición muy crítica ante el gobierno de Ortega y Rosario Murillo. La de Blandón es una voz incisiva que se ha vuelto aún más relevante tras la represión que ha ido en aumento en su país desde abril pasado, cuando comenzaron las primeras protestas de jóvenes universitarios, a raíz del recorte a las pensiones y el aumento de la contribución al sistema de seguridad social. 

Cuatro meses después, la represión y el crecimiento de la movilización ciudadana han causado más de 440 muertos, según el recuento de los defensores de derechos humanos en Nicaragua, y menos de 200, según el gobierno, que, además, rechaza estar involucrado en los asesinatos y desapariciones. En su lugar, culpa a grupos paramilitares de oposición, a los que tildan de golpistas.


¿Hubieras imaginado hace unos meses que en Nicaragua podían darse estos niveles de represión contra la población?

Creo que mucha gente sabía que Daniel Ortega y Rosario Murillo representaban un gobierno muy autoritario, muy centralista y alérgico a la pluralidad de voces y a la diversidad. Pero realmente algunas personas no pensamos que iban a tener estos niveles de crueldad con la gente que se iba a atrever a protestar, a levantar tranques (barricadas) de forma crítica hacia el gobierno. No, no lo pensé. Cuando empezamos a ver un muerto detrás del otro y que en cuestión de dos días teníamos más de 24 muertos, fue de un enorme estupor. Y, claro, en realidad tal vez nunca nos dimos cuenta…habíamos asistido a dosis diarias de violencia, sabíamos que habían asesinado a algunos campesinos, sabíamos que la policía había asesinado a parte de una familia que venía de un culto religioso, sabíamos que aparecían unos muchachos de la juventud sandinista golpeando a manifestantes que estaban oponiéndose al recorte a la seguridad social, pero no vimos una violencia sistemática. Era una dosis que ellos administraban con el afán de asustar a la gente para que no protestara. Las propias feministas, que fuimos las únicas que nunca nos fuimos de las calles, sabíamos que nos ponían a los antimotines, pero nunca nos arrestaron, ni nos golpearon. Sí nos empujaron, sí nos amenazaron y nos impidieron marchar, pero esto es una cosa distinta a estos asesinatos a mansalva, a las torturas, a las desapariciones, a los secuestros a los que hemos asistido durante estos casi cuatro meses.

Sin embargo, Ortega y Murillo fueron definiendo su manera para ir perpetuándose en el poder…

Sí, tal vez teníamos que haber pensado que esto podía pasar porque estos niveles de autoritarismo y de violencia política no son nuevos. Desde que Daniel Ortega regresó al gobierno en 2007 ya era clara su tendencia autoritaria. Alguna gente ya le llamaba dictadura, otros le llamamos régimen autoritario, pero en todo caso quedaba claro que no era una democracia, ni un gobierno respetuoso de los derechos humanos, y que tenía un afán de controlar toda forma de participación; de tal manera que controlaron los sindicatos y los debilitaron, golpearon al movimiento campesino desarticulando organizaciones; golpearon también a las propias organizaciones comunitarias e impusieron los famosos Consejos del Poder Ciudadano (CPC). Si en realidad con las únicas que no pudieron fue con las del movimiento feminista, porque nosotras ya teníamos una red muy organizada y una agenda muy clara.

Mientras 13 países de América Latina ya condenaron la situación (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay), El Salvador ha mostrado su apoyo a Ortega. ¿Qué opinas sobre esta reacción del gobierno de El Salvador? ¿Es el pasado ideológico en común lo que los une principalmente?

Creo que la dirigencia del FMLN tiene compromisos muy sólidos que vienen del pasado. Unos compromisos y agradecimientos muy fuertes con Daniel Ortega. Bueno, antes con la dirigencia revolucionaria, pero ahora con Ortega como el que capturó, secuestró y privatizó la historia y el capital histórico del Frente Sandinista. Creo yo también que ahí está mediado por el papel de Venezuela. El FMLN le debe mucho al gobierno de Venezuela, primero con Hugo Chávez, ahora con Maduro. Y ese apoyo de (Salvador) Sánchez Cerén y la dirigencia del FMLN creo que no es tanto de convicción, sino por conveniencia. Me parece, por lo que he oído de otros militantes, que no hay un consenso dentro del Frente; pero también que los partidos de izquierda suelen usurpar las voces de toda la militancia. Las élites suelen hacer declaraciones que no necesariamente se corresponden con el sentir de las bases, en este caso del FMLN. 

Creo que también hay ahí una postura defensiva, creo que el FMLN trata de sostenerse como un partido de izquierda y como a Daniel Ortega se le ha asociado como un líder de izquierda, igual que Cuba y que Venezuela que están muy solos, que están muy aislados… Y necesitan hacer bloque, aunque sea un bloque precario para hacerle frente a lo que ellos siguen pensando que es una ofensiva imperialista, una ofensiva de la derecha. Creo que tienen miedo a que les pase algo similar. Hay algo de nostalgia del pasado, de pago de favores y mucho de miedo, porque ellos mismos se saben en una situación muy debilitada. Y creo que también hay algo de cinismo, porque en un plan menos retórico, ellos saben que lo que está pasando en Nicaragua es condenable y que lo que está haciendo Daniel Ortega con la protesta popular es propio de los regímenes dictatoriales.

Contra los que ellos mismos combatían…

Exactamente. Lo saben muy bien, pero creo que le hace falta versatilidad a la dirigencia del FMLN, y ya no digamos a la venezolana o a la cubana. Les hace falta mayor actualización y que son dirigentes, como Sánchez Cerén y Rebeca (Lorena Peña), viejos, pero intelectualmente, que no han actualizado las claves teóricas y políticas para adecuarse a los nuevos desafíos de los tiempos que hablan de ciudadanías más complejas, demandantes y menos dispuestas a seguir las líneas verticales, como ocurría en el pasado.

¿Qué partido de izquierda de esos idearios de la época de la Guerra Fría en América Latina sí lo ha hecho?

Bueno, el Frente Amplio (Uruguay), cuyo origen es un partido guerrillero de los setenta y los ochenta.  Creo que es un partido moderno, no es casualidad que, aunque se hayan tardado, finalmente hayan tenido una posición muy honrada y muy íntegra que no solo la tuvieron en la OEA, sino también en ese terrible debate que tuvieron en el Foro de Sao Paulo, donde finalmente salió una declaración de respaldo al régimen de Ortega y Murillo. Creo que el Frente Amplio es una demostración de que es posible que los partidos de izquierda sean democráticos, que hagan apuesta por la diversidad, la pluralidad y, por supuesto, una apuesta, sin ninguna cortapisa, por la irrestricta defensa de los derechos humanos. Es que esto es lo mínimo que se puede esperar de un partido de izquierda. Y por otro lado creo que hay intelectuales muy valiosos en todos los países de América Latina que nos han dado lecciones de coherencia, de integridad, para analizar lo que está pasando en Nicaragua y condenar al gobierno de Daniel Ortega.

Este 9 de agosto, acá en Lima, tuviste una participación en la Tercera Reunión de la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe, después de que habló Mirna Cunnigham (nicaragüense), presidenta del Consejo Directivo del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC). Ahí le preguntaste por las violaciones sexuales contra mujeres indígenas y asesinatos de líderes en Nicaragua, además de no respetar sus territorios. Y ella no condenó estos crímenes.

Ella los justificó. En Nicaragua hay una ley de demarcación territorial. El gobierno de Daniel Ortega avanzó en una primera etapa. La ley plantea delimitar cuáles son los territorios que corresponden a los indígenas y afrodescendientes, pero luego, como había territorios que habían estado ocupados ilegalmente, era preciso hacer un proceso de saneamiento ambiental. Entonces, resulta que el problema sigue intacto porque, aunque formalmente está delimitado, los colonos siguen entrando sin ningún control. Y no solamente son colonos que van buscando pequeñas parcelas de tierra, son grandes empresarios que están invadiendo los territorios indígenas para la siembra de palma africana, para la explotación ganadera, para la ganadería extensiva. Los gobiernos territoriales le han dicho “n” cantidad de veces, le han pedido al gobierno del Pacífico que recoloque a esos colonos en otros territorios y que impida que estas empresas privadas utilicen los territorios ancestrales para la explotación. En una ocasión, la prensa independiente documentó que los gobiernos territoriales vinieron a Managua a hacer una conferencia de prensa, invitaron a autoridades del gobierno central y no llegó absolutamente nadie. La fotografía era una gran cantidad de sillas vacías donde deberían haberse sentado los titulares de las instituciones. Pero, más aún, muchos empleados de estos grandes latifundistas han llegado armados y han asesinado a líderes indígenas. Y como suele suceder cuando no han encontrado a los líderes, han violado y asesinado a mujeres. Y en ningún caso conocemos de alguna investigación que se haya hecho respecto de estas muertes. Ya las organizaciones indígenas de la costa Caribe han hablado de más de 43 indígenas asesinados en los últimos meses. 

Socióloga, profesora y fundadora del Movimiento Programa Feminista Centroamericano “La Corriente”, María Teresa Blandón es una de las voces sandinistas que critican la represión del gobierno de Daniel Ortega y Rosa Murillo.
Foto FACTUM/Maryórit Guevara.

¿El movimiento feminista ha tenido diálogos con Rosario Murillo durante los once años de gobierno para hablar de la situación de las mujeres nicaragüenses? 

No hemos tenido diálogo y era muy difícil que lo tuviéramos con una mujer que ha sido cómplice en el abuso sexual de su hija Zoilamérica. Eso a nosotras nos dejó claro, desde mucho antes que llegara al poder, que no íbamos a poder tener diálogos con ella, porque además fuimos las feministas las que más acompañamos a Zoilamérica. Entonces ella ya nos convirtió a nosotras en sus adversarias personales. De hecho, fuimos el único movimiento que acompañamos a esta muchacha en su denuncia y que le dijo: Yo te creo. Eso fue a finales del 98 y ellos llegaron al poder en el 2007. Todavía en ese periodo algunos miembros de la dirección nacional del Frente intentaron acercarse a nosotras, pero nosotras les dijimos que no: somos un movimiento autónomo, no queremos aparecer nuevamente como un apéndice del Frente Sandinista. Pero luego, un año después de que Daniel Ortega regresó al poder con un poco más del 35 por ciento de los votos, Rosario Murillo a través de su periódico, el 19 Digital, ocupó todo el espacio para denostar a las feministas, acusándolas de ser poco mujeres, porque tienen relaciones “extrañas”, porque rechazan a los hombres, porque no están a favor de la vida, porque defienden el aborto, porque no quieren a la familia, porque atentan contra el interés de las mujeres pobres, porque somos una élite… Ese era el inicio de una campaña de desprestigio que no paró nunca. Se convirtió en una línea oficial del partido y estas líneas se repitieron hasta el último militante del esquema organizativo sandinista. Nos declararon la guerra. 

¿Cuáles han sido las violaciones a los derechos de las mujeres más graves durante los últimos once años en Nicaragua?

En el año 2007, el primer acto jurídico de este gobierno fue participar en la eliminación del aborto terapéutico y, luego, teniendo ya una presencia mayoritaria en el parlamento, penalizarlo de manera absoluta. Y luego siguieron muchos abusos, como violar el carácter laico del Estado, de la educación, el haber introducido en el centro mismo de la gestión pública un discurso como de secta religiosa en el cual Daniel y Rosario aparecían como la Santísima Trinidad, como los enviados de Dios en la Tierra para cumplir con sus designios en este país, un discurso que abonó mucho para el culto a su personalidad.  Y luego vino todo el rechazo a los derechos sexuales y reproductivos, un Código de Familia sexista, homofóbico, lesbofóbico, transfóbico… con una marcada impronta de la moral cristiana, en realidad un código inconstitucional, y luego vino una aprobación apresurada de la Ley Integral contra la Violencia, que luego reformaron, debilitaron y el desmontaje total de la ruta institucional para las mujeres víctimas de la violencia.  

El canal 2, del gobierno, anunció una marcha el pasado 11 de agosto para exigir “justicia para las víctimas del terrorismo golpista”. La escritora Gioconda Belli redactó un tuit comparando el discurso del gobierno de Nicaragua con el de la novela de ficción 1984, de George Orwell. Como socióloga, ¿cómo valoras esta estrategia del discurso oficial?

Algunos dicen que Daniel y Rosario ya se colocaron abiertamente en la lógica de la posverdad. Parece que aprendieron bien la lección de la Rumanía de los Ceausescu o de Stalin. Es intentar ocultar la realidad, el terror, la violencia institucional, la represión, con un discurso de amor, de paz, de unidad, de reconciliación… que es lo que ha hecho Rosario Murillo durante once años. No es nada nuevo, solo que ahora es un discurso que se monta sobre una montaña de crímenes, de dolor y sufrimiento de la gente. Hicieron de la mentira y la negación una forma de hacer política, de la subversión de la realidad. En realidad, es el único recurso que les queda. Mirna Cunningham aportó a esa mentira, Mirna se prestó a ser parte de una comisión de la verdad. Nosotras la llamábamos, a lo Orwell, la comisión de la mentira. Y esa comisión pasó hasta hace tres semanas diciendo que solo había un poco más de 50 muertos. Es solo hasta que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dice: No, no, son 351 muertos documentados por la CIDH; que esta comisión de la verdad dice que son 197. Ya no pueden esconder a los muertos, porque ahí están los documentos, la familia los ha denunciado, ¡porque están las actas de defunción!

Y las redes sociales…

Exactamente, y en las redes sociales. ¿Entonces, qué les queda? No asumir su responsabilidad de los 197 que ellos reconocen, que en realidad son 351, según la CIHD y 448 según la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos. Lo que les queda es decir: sí, es cierto, están muertos pero no los matamos nosotros. ¿Quiénes los mataron? Es la pregunta. Paramilitares, sí, es cierto. ¿Pero de quiénes son esos paramilitares? Y el gobierno: esos paramilitares son golpistas. Es absurdo, hay tantas evidencias que nadie les va a creer, que ya no tienen el monopolio de los medios de comunicación porque hay medios extranjeros que han colocado a Nicaragua en el centro de la agenda y por las redes, eso que vos decís, las redes y los celulares han significado un recurso invaluable para ejercer el derecho a conocer la verdad. Entonces está clarísimo quiénes son los hombres encapuchados que andaban con armas que solo tiene el ejército y la policía, que andaban en camionetas Hilux nuevas que no las puede conseguir cualquiera de la noche a la mañana. La gente sabe quiénes eran los que llegaban a atacar, a llevarse a personas vivas de las barricadas que luego aparecieron en la morgue y que además eran trasladados por vehículos de la policía. 

Ortega y Murillo quieren convencer a la OEA de que tienen respaldo popular y que esto es un problema entre grupos que apoyan al gobierno y grupos que no apoyan al gobierno. Quieren demostrar una fuerza que ya no tienen en las calles. Para eso recurren a amenazar a trabajadores del Estado. Tenemos documentos que confirman que les mandan circulares amenazantes si no van a las marchas. Otra cosa increíble es lo de doña Rosario, que ha trasladado el discurso del oponente. Todo lo que nosotros hemos denunciado Rosario lo ha convertido en discurso para fuera, endilgándonos los delitos que nosotros sabemos que ellos cometieron.

¿Cuál es la vía, a tu parecer, para salir de la situación actual y que regrese la democracia a Nicaragua en los próximos meses?

La única salida es que Daniel Ortega y Rosario Murillo se vayan y que con ellos salgan del poder los principales responsables de haber vulnerado el Estado de derecho y de habernos llevado a esta situación. Estoy hablando de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, del poder electoral, de la Contraloría de la República y también de los directivos de la Asamblea Nacional que han estado directamente involucrados, incluso el presidente de la Asamblea, en actos de tortura. Esto está ya documentado por una de las víctimas que pidió refugio en Estados Unidos, que prueba que el propio presidente participó en las torturas de las que fue víctima, y torturas graves. Incluso relata este hombre que de las cosas más terribles que le hicieron fue meterle un tubo de mortero, un tubo de metal, en el ano, una violación… ¡Participando el presidente del parlamento en actos de tortura contra muchachos que participaron en la protesta! ¡En su finca! 

No pueden quedarse en el poder, ninguno de ellos puede quedarse en el poder. Y es necesario también llevar a juicio a los principales responsables, a quienes dieron las órdenes para llevar a cabo estas masacres. Y, por supuesto, necesitamos encontrar una alternativa transitoria mientras se reconstruye el sistema político. Los puntos que ha planteado la sociedad civil nicaragüense son más o menos coincidentes, lo que más ha predominado es lo que ha planteado la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que es el adelanto de las elecciones para marzo de 2019, que es una opción razonable. Otra gente ha planteado un referéndum, dado que Ortega no acepte un referéndum.

Pero, en cualquier caso, Ortega también tendría que aceptar que se realizara ese referéndum…

Ese es el problema, que Daniel Ortega no va a aceptar un referéndum porque sabe que tiene un partido hecho pedazos, desprestigiado, que todo el mundo desprecia. Y la mayor parte de la gente quiere que se vaya del poder. Entonces, seguramente, el adelanto de elecciones será la alternativa. Y por supuesto que esto no va a resolver todos los problemas, va a resolver un problema: el cese de la represión, la impunidad y la búsqueda de la justicia. Yo entiendo que esa es la prioridad que ahora nos convoca.

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