El actual presidente estadounidense, Donald Trump, mantiene como sus logros la construcción del muro en la frontera sur y el acuerdo con los países del triángulo norte centroamericano, incluido El Salvador, para detener lo que denomina el “tráfico de personas” hacia Estados Unidos. El exvicepresidente y presidente electo Joe Biden propone desmantelar lo hecho por Trump y un rescate económico de 4 mil millones de dólares y más inversión privada para la región. También ha propuesto una comisión regional para combatir la corrupción.
Foto FACTUM/@rakeshkumar501 via Twenty20
El plan para Centroamérica del presidente electo de Estados Unidos por el Partido Demócrata, Josep Biden, tiene como punta de lanza “eliminar de inmediato las políticas de inmigración draconianas de la Administración Trump”. Un ejemplo de esas políticas severas para los migrantes centroamericanos de El Salvador, Guatemala y Honduras es que sus gobiernos pactaron con el actual presidente estadounidense, Donald Trump, la creación de “terceros países seguros”, en los que solicitantes de asilo de estos países son deportados de Estados Unidos hacia esos mismos tres países mientras esperan respuesta a sus casos, sin garantizar el sostenimiento económico de los migrantes.
Las elecciones presidenciales de Estados Unidos de este 3 de noviembre de 2020 definieron el regreso de los Demócratas a la presidencia, lo que rompió la tradición desde los años noventa de que cada presidente ha logrado la reelección desde Bill Clinton.
“Trump ha insultado y hostigado a nuestros vecinos más cercanos, y ha demonizado, como que fueran menos que humanos, a los inmigrantes y a la gente de nuestros países aliados en toda la región”, se lee en el plan para Centroamérica que propone Biden. Trump, en cambio, solo menciona logros en el tema migratorio y no ha propuesto formalmente un plan dirigido, específicamente, a los tres países del triángulo norte centroamericano.
Biden ha prometido, en términos generales, una estrategia para atacar las causas de la migración desde Centroamérica, con un respaldo de 4 mil millones de dólares para la región, durante los cuatro años de su mandato, en caso de ganar las elecciones del 3 de noviembre. También se ha comprometido a movilizar la inversión privada en el triángulo norte centroamericano, mejorar la seguridad y el estado de derecho, abordar la corrupción y priorizar la reducción de la pobreza y el desarrollo económico.
Las políticas y las propuestas para los migrantes de parte de los dos candidatos, si bien tienen el mismo fin de terminar con la migración irregular, tienen caminos diametralmente distintos. Mientras Trump sigue con la construcción del muro fronterizo en los estados del sur que colindan con México y habla de una infraestructura de unos 804 kilómetros, Biden habla de no construir ni medio metro más de ese muro. Y a lo que Trump llama protección para los estadounidenses se deriva en controles más rigurosos para conceder asilos y la negación de asistencia social por al menos cinco años para los migrantes que logren quedarse. Al contrario, Biden aseguró que ya envió al Congreso una hoja de ruta para que 11 millones de migrantes irregulares logren la ciudadanía estadounidense.
Ninguno se ha referido al Programa de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), que ampara a casi medio millón de migrantes de más de una docena de países, incluido El Salvador, el territorio que más aporta tepesianos, con casi 200,000 personas. El TPS no ha sido renovado para ninguno de los países amparados, por lo que, de no haber al menos una causa judicial que detenga el proceso de deportación, el próximo año Estados Unidos expulsará a estas personas, incluidos salvadoreños que tienen más de dos décadas viviendo en ese país, con arraigos familiares y negocios en algunos casos.
Biden ha dicho que su gobierno, de ganar la elección, devolverá a Estados Unidos su naturaleza de ser un país de refugio para extranjeros perseguidos por la violencia y las políticas de sus propios estados. Trump, por su parte, aprobó la admisión de 15 mil refugiados en Estados Unidos para 2021; sin embargo, el anuncio que se da a unos días de la elección en realidad es de una reducción del cupo para refugiados que da el gobierno estadounidense, que solo para 2020 ha tenido un máximo de 18 mil amparados. La reducción para 2021 es de tres mil refugiados que dejará de admitir el país norteamericano.
Contra la corrupción en el triángulo norte
El plan del candidato presidencial demócrata para Centroamérica también pasa por el combate a la corrupción estatal, uno de los males que causa pobreza y, a su vez, empuja a la migración irregular. Biden habla de revocación de visas para funcionarios corruptos de El Salvador, Guatemala y Honduras, y congelar su dinero o propiedades en Estados Unidos, si es que tienen. También habla de introducir más personal del Departamento de Justicia y el Departamento del Tesoro en las embajadas de estos tres países para apoyar en investigaciones sobre delitos de corrupción. Como eventual gobernante de Estados Unidos, propone la creación de una Oficina de Control de Activos Extranjeros, para investigar la corrupción en el triángulo norte centroamericano.
Pero la campaña anticorrupción en los tres países también tiene otro objetivo para Biden: crear una comisión regional para combatir la corrupción, para lo que podría pedir la asistencia de la Organización de las Naciones Unidas, de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Pese a que El Salvador tiene una comisión llamada Cicíes, coordinada entre el gobierno de Nayib Bukele y la Organización de Estados Americanos, han trascendido públicamente casos de corrupción en el mismo gobierno de Bukele durante el manejo de la emergencia por la enfermedad Covid-19. El anuncio del plan del candidato demócrata a la presidencia estadounidense se da en medio de estos señalamientos al gobierno salvadoreño y en momentos en que se dio a conocer que Bukele ha destinado fondos públicos de El Salvador para contratar lobistas que procuren acercamientos con funcionarios del Partido Demócrata.
Bukele, sin embargo, no es bien visto por senadores y representantes demócratas desde el domingo 9 de febrero de 2020, cuando asaltó junto a la Fuerza Armada el Salón Azul de la Asamblea Legislativa. Bukele se sentó en la silla del presidente del congreso salvadoreño y oficio una suerte de sesión plenaria solo con la presencia de un poco más de 20 diputados simpatizantes de él. Desde entonces, el mismo presidente salvadoreño ha tratado con desdén a los funcionarios demócratas que desde Estados Unidos critican su forma de gobierno, muy cercana al autoritarismo y a las dictaduras de Nicaragua y Venezuela.
El posterior desacato al orden constitucional, para el que ignoró resoluciones de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y un constante ataque a las instituciones estatales en donde no tiene presencia su partido político, Nuevas Ideas, provocó la reacción no solo de funcionarios demócratas, sino también de republicanos. Cada bando envió cartas de preocupación por lo que ocurre en El Salvador y la conducta de su gobernante con las otras instituciones del Estado. Bukele respondió minimizando las voces de los seis firmantes republicanos y de los 12 demócratas que enviaron las cartas y diciendo que solo se trataba de un mínimo porcentaje de todo el Congreso estadounidense.
Pese a su supuesta amistad con el republicano Donald Trump, Bukele no goza de la simpatía de los demócratas, que miran con recelo su conducta autoritaria. De hecho, sobre lobbys, el representante de Alianza Américas, Óscar Chacón, dijo a Revista Factum a principios de octubre que hay organizaciones de salvadoreños que se han acercado a congresistas demócratas para advertirles del peligro que significa el comportamiento del presidente para la democracia salvadoreña. Chacón incluso dijo que estas organizaciones se intercambian experiencias con comunidades de refugiados latinoamericanos en Estados Unidos que huyeron de sus países por gobiernos autoritarios.
El plan de Biden para Centroamérica reflexiona que las respuestas de Trump para las causas que empujan a la migración irregular se resumen en promulgar “políticas de inmigración draconianas que buscan anular nuestras leyes de asilo y refugiados”, junto a reducciones “severas” de la asistencia económica al exterior.
*Esta nota fue modificada el 9 de noviembre de 2020, tras confirmar la victoria de Biden en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.
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