La única solución que exigen los tepesianos es quedarse en Estados Unidos

Un autobús lleno de beneficiarios del Estatus de Protección Temporal está recorriendo 54 ciudades de 32 estados de la unión americana desde el pasado 21 de septiembre y terminará de hacerlo el 13 de noviembre. En sus giras, quieren hacer comprender a la gente que su causa es justa: que ellos, después de décadas residiendo en esa nación, son más naturales de Estados Unidos que de los países donde nacieron. Los tepesianos pagan impuestos, compraron casas, se casaron, tienen hijos, trabajan y algunos establecieron negocios. Hoy, contra la política antiinmigrante del gobierno estadounidense, exigen que no los separen de sus familias. También le han pedido al gobierno salvadoreño que los acompañe. 

Foto FACTUM/Cortesía


La Libertad está pintado con rostros de tepesianos que exigen la residencia definitiva en Estados Unidos. Antes de partir el 21 de septiembre desde la propia Corte de Apelaciones del Noveno Circuito en Pasadena, California, lo pintaron de verdes, naranjas, rosados y azules, y escribieron mensajes sobre él: “En camino a la justicia”, “Vamos con todo”, “Residencia ahora”, “Hora de un estatus permanente”, “Protege el TPS y termina con la separación familiar ahora”, “Tu voto es tu voz”. Sobre La Libertad, una treintena de tepesianos está viajando por 54 ciudades de 32 estados para dar a conocer la causa en público: ellos han empezado su propia carrera contra la decisión de la Corte de Apelaciones, que dejó el paso libre a la administración de Donald Trump para terminar con el programa temporal que ha amparado por décadas a cientos de miles de inmigrantes que llegaron a Estados Unidos huyendo de catástrofes y conflictos civiles en sus países de origen, incluido El Salvador, pero que también ha servido para proteger a otros inmigrantes en Estados Unidos del riesgo de regresar a esos territorios.

La Libertad es el autobús que los está conduciendo para que se conozca, también, su rechazo ante la posibilidad de que el gobierno estadounidense les retire el beneficio del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) y los regrese a sus países de nacimiento. Y con un agravante: los tepesianos, por la cantidad de años de residir en Estados Unidos, crearon a través del tiempo arraigos en el país norteamericano. Los tepesianos son propietarios de negocios o gozan de trabajos permanentes en los estados en que residen. Pagan impuestos. Tienen familia: esposas, esposos e hijos nacidos en Estados Unidos. El fin del programa no solo devolvería a sus beneficiarios a sus países, los separaría de las familias que formaron durante su permanencia.

“He conocido muchos niños que tienen miedo de perder a sus padres y yo les quiero dar fortaleza para que ellos no se sientan solos”, dijo Crista Ramos, la joven estadounidense de madre salvadoreña que demandó ante la Corte de Apelaciones la decisión del gobierno de Trump de terminar con el TPS. Ramos habló en el evento de tepesianos en la ciudad San Francisco, durante la primera parada de la caravana “En camino a la justicia”, de la Alianza Nacional por el TPS. Esta alianza es la organizadora de la gira en autobús que terminará en noviembre. Cristina Morales, la madre de Crista, corre el riesgo de ser separada de su hija si Estados Unidos decide que los tepesianos regresen a sus países de origen. El caso de Crista y Cristina no es el único. Miguel Barahona, por ejemplo, es un salvadoreño con dos hijas nacidas en Estados Unidos, de nueve y trece años. Barahona anda viajando en el bus La Libertad para apelar al público estadounidense la causa tepesiana.

La Corte de Apelaciones apuntó sobre la demanda de Crista Ramos que si bien el presidente Trump sí ha expresado “ánimos raciales contra inmigrantes ‘no blancos y no europeos’ y que ha sido la Casa Blanca la principal “influyente” en la decisión de acabar con el programa, aun así, según la corte, no encontró ninguna evidencia que vincule los dichos de Trump y las políticas de la Casa Blanca con la decisión de terminar el TPS. Esa consideración fue rechazada por organizaciones de protección de inmigrantes y por la misma alianza.

Los tepesianos han aprovechado la coyuntura electoral en Estados Unidos para hacer sus propios llamados al voto, en el que piden a la comunidad latinoamericana votar contra la injusticia, contra el racismo y contra la promoción o tolerancia de los movimientos de la “supremacía blanca” en ese país, conductas atribuidas directamente al actual presidente Trump. Nazareth, estadounidense, hija de una beneficiaria del TPS, lo dijo claro en la parada que hizo el bus en Las Vegas: “Estoy aquí para apoyar a mi mamá. Estoy aquí este día para recordarles a todos cuán importante es votar. Su voto cuenta, su voz cuenta, su voto es su voz. Hagan que su voz sea escuchada y voten contra el odio”.

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos se celebrarán el próximo 3 de noviembre. Trump, del Partido Republicano, buscará la reelección por otros cuatro años ante su oponente del Partido Demócrata, Joe Biden, quien encabeza la mayoría de encuestas de intención de voto. Biden ha sido cauteloso en su campaña electoral con el tema de los inmigrantes. Fue hasta hace unos días en que su campaña visitó el barrio de Little Haiti, en Miami, Florida, cuando mencionó que se preocuparía por los tepesianos de Haití en caso de ganar la presidencia.

Óscar Chacón, representante de Alianza Américas, una organización enfocada en mejorar la calidad de vida de las personas en el corredor migratorio entre Estados Unidos, México y Centroamérica, advirtió que un eventual triunfo electoral del Partido Demócrata en las presidenciales de noviembre no ofrece garantías de estabilidad para los inmigrantes latinos. “Un posible gobierno demócrata en Estados Unidos en ningún momento quiere decir que ya se resolvieron todos los problemas” para las personas migrantes, dijo Chacón en una conversación telefónica con Revista Factum.

El representante de Alianza Américas recordó que las políticas antiinmigrantes más severas en las últimas décadas ocurrieron durante los dos gobiernos consecutivos del demócrata Barack Obama y que, en todo caso, ha sido en los últimos cuatro años de presidencia del republicano Donald Trump que esas políticas se han consolidado. Para Chacón, la actitud de los tepesianos y de todas las organizaciones que protegen los derechos de los migrantes debería ser de “no dar ni un día de luna de miel” a un posible nuevo gobierno demócrata. Ya se enviaron cartas de presión a las campañas de Trump y de Biden, dijo Chacón, para que en sus agendas incluyan el respeto a la inmigración en su país y para que busquen soluciones concretas para los beneficiarios de programas de protección como el TPS.

En todo caso, los tepesianos luchan también contra el tiempo. Pese a que buscarán una apelación contra la resolución de la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito, la finalización del TPS permitiría que el gobierno estadounidense expulse desde marzo de 2021 a los tepesianos de una decena de países, excepto de El Salvador, cuyo plazo para abandonar el país se daría en el mes de noviembre siguiente, apuntó Chacón.

Intenciones dudosas del gobierno de El Salvador

La nueva embajadora de El Salvador en Estados Unidos, Milena Mayorga, recibió un fuerte llamado de atención de la Alianza Nacional por el TPS, luego de unas declaraciones el 28 de septiembre anterior en las que aseguró que su papel y el del gobierno del presidente salvadoreño Nayib Bukele en la agenda con la Casa Blanca es “explicar a nuestros compatriotas que nuestro presidente (Bukele) está generando las condiciones para su retorno”.

El comentario de la embajadora, inexperta en diplomacia y relaciones internacionales y que recién fue disidente del partido Arena para el que fue diputada, alarmó a la comunidad de tepesianos salvadoreños. La Alianza Nacional por el TPS redactó un comunicado y les aclararon a Mayorga y a Bukele la única opción para los tepesianos: quedarse en Estados Unidos.

“Tenemos derecho a permanecer en el país al cual hemos entregado los mejores años de nuestra juventud. Nos hemos ganado la residencia a puro sudor y a mucha honra. Ese es nuestro anhelo y nuestra exigencia ante el gobierno salvadoreño: que nos acompañe, sin titubear, en nuestro esfuerzo de quedarnos en Estados Unidos”, rezaba parte de la carta dirigida a Mayorga que publicó la alianza.

Karina Sosa, diputada del FMLN y vocal de la comisión de relaciones exteriores en la Asamblea Legislativa, se dijo sorprendida por la revelación de su excolega. “Me sorprende que ella dé una postura que ella conoce que es distante de la postura que han tenido nuestros compatriotas, que lo que buscan, lo que ellos quieren es un estatus permanente, y ha sido una lucha de años. ¿Se imagina cómo les cayó que dijera que ella iba a llegar a convencerlos (de regresar a El Salvador)?”, dijo la diputada. Sosa, quien ha sido presidenta de esa misma comisión en legislaturas anteriores, calificó la declaración de la embajadora recién nombrada como “desafortunada”.

Sin embargo, el comentario de Mayorga encuentra eco en los argumentos que esgrimen los políticos estadounidenses a favor del fin del TPS, que se basan en que se trata de un programa “temporal” y no permanente, y que sería una contradicción o ilegalidad que, de facto, los inmigrantes beneficiarios se queden permanentes en el país bajo el amparo de un plan temporal. De hecho, el TPS se fue prorrogando por períodos de año y medio en las últimas dos décadas, en el caso de los salvadoreños. Pero la acumulación de tiempo, el trabajo, el pago inexorable de impuestos y la contribución a la economía estadounidense, la evolución económica que se reflejó en la compra de viviendas y creación de negocios, además de los nuevos arraigos familiares que desarrollaron los tepesianos, los hacen acreedores, según ellos y las organizaciones que protegen sus derechos, a ser residentes permanentes en Estados Unidos.

El bus La Libertad que arrancó motores en California el 21 de septiembre sigue procurando encuentros entre tepesianos y exposiciones públicas de su causa. “Sueño con convertirme en médica, pero no podré lograrlo si mis padres son deportados. Me entristece porque mi familia es lo más importante para mí. Me siento mal por todos los hijos que estarían siendo separados de sus familias”, dijo Joselin García, estadounidense de 12 años, hija de beneficiarios del TPS, en la parada que hizo el autobús en el estado de Nebraska el 2 de octubre pasado.

La ruta de La Libertad inició en California y ha seguido en Oregón, Utah, Nevada, Arizona, Colorado, Nebraska, Iowa, Minnesota, Wisconsin, Illinois, Indiana, Kentucky, Arkansas y Texas. Continuará a través de Luisiana, Florida, Georgia, Alabama, Tennessee, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Virginia, Filadelfia, Maine, Massachusetts, Nueva Hampshire, Rhode Island, Connecticut, Nueva York, Nueva Jersey y Maryland, hasta llegar a la capital, Washington, DC.

Los tepesianos son casi medio millón de inmigrantes de más de una decena de países. El Salvador, con casi 200 mil beneficiarios del programa, es el país que aporta más cantidad de personas. Entre El Salvador, Honduras y Haití se cuenta el 90 por ciento de los tepesianos, según la Alianza Nacional por el TPS. Los otros países con tepesianos que ahora reclaman su residencia definitiva en Estados Unidos son Nicaragua, Nepal, Guinea, Somalia, Siria, Yemen, Liberia, Sudán, Sudán del Sur y Sierra Leona.

La Alianza Nacional por el TPS cuenta 273 mil hijos de tepesianos nacidos en Estados Unidos y, según sus registros, cada año los tepesianos aportan casi 5 mil millones de dólares en impuestos a las arcas estatales de Estados Unidos, una cifra abismalmente distinta a los 750 dólares que, según el periódico The New York Times, pagó en impuestos el multimillonario presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en 2016, cuando ganó la presidencia, y en 2017.

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