Atarraya: amigos, serotonina y música sin tapujos

La mejor introducción para entender al grupo salvadoreño Atarraya es “Caca de vaca”. Sí, ese es el título de una canción. La letra habla de salir a buscar hongos alucinógenos, “fornicar” sin saberlo con una menor de edad en la playa y huir de la policía. La melodía es una fusión entre reggae, grunge y contiene un fragmento pintoresco –si no es que el más poético– dedicado al excremento animal. Lo dicho: es un gancho eficaz para entender al concepto de la banda.

Fotos FACTUM/Gerson Nájera


Rodrigo Francia y Benjamín Lombardo se conocieron hace quince años. El surf los hizo amigos y el amor por la música los llevó a juntarse sin más ambición que tocar para ellos mismos y sus amigos. Covers no hacían, dicen, porque para eso tenían los discos. Luego se les unió César, el hermano menor de Benjamín y decidieron llamar a aquel pasatiempo como Atarraya.

La banda es un fenómeno extraño en la música salvadoreña, casi un grupo de culto. Sus influencias principales se ubican entre los grandes exponentes del reggae y el dub, pero mezclan también un poco de metal, surf, jazz y ritmos latinos. Todo esto con letras parranderas, desvergonzadas y francas. Y son, precisamente, esas letras las que le dan el sello de identidad al grupo.

A veces no se sabe si hacen música o si están ‘jodiendo’ con guitarra en mano, pero juntos logran crear un espacio sonoro propio, con olor a playa, sexo, humo de porro y complicidad. El sencillo “Cada uno”, parte de su nueva producción –”Música para Hacer el Amor Vol. 2″–, es el pretexto para esta entrevista. La cita ocurrió en el parque de una residencial tecleña. Luego de subir –o mejor dicho, escalar– un largo trecho de gradas, ubicamos una mesa de concreto entre la vegetación. Para ellos es importante estar ahí, en su guarida, donde antes se escondían a escuchar música, beber y fumar por las noches.

Conversar con los Atarraya es una experiencia que no es muy distinta a la de escuchar su música. A ratos parecería que se lo toman todo a broma, pero son totalmente serios con sus intenciones.


Imagen de una presentación en vido del grupo Atarraya en el Club Social La Dalia.
Foto FACTUM/Gerson Nájera.

¿Solo ustedes tres son Atarraya?

Rodrigo: Fueron varios. Desfilaron.

Benjamín: Y así estuvimos por ratos. Inestables. Y ya después, con tanta inestabilidad, quizá le dimos lástima a Cesar y dijo: «ay, yo les voy a hacer barra, los voy a acompañar con el bajo». Por eso somos tres nada más. Hasta ahora, que ya se nos están incorporando otros miembros.

Rodrigo: Había otro integrante, pero cayó preso en las garras de la droga. 

Benjamín: Sí… se tomó demasiado en serio el proyectarse a otras dimensiones… Ja, ja, ja.

Rodrigo: ¡Ja, ja! La pasábamos bien como amigos y saliendo en la noche a tomar, fumar, pero él se pasó a otras ondas y eso ya le cambió la personalidad, completamente.

César: Mi intervención en la banda comenzó porque íbamos en la misma universidad. Yo conocí a Rodrigo y a todos los de la facultad de ellos.

¿Dónde estudiaban?

César: En la [Universidad] Evangélica.

¿Y todos estudiaban Derecho?

César: No. Ellos sí estudiaban derecho; yo estudiaba mercadeo.

¡Carreras que no tienen nada que ver con lo que están haciendo ahorita!

Rodrigo:  Bueno, él (Benjamín) se quedó trabajando en eso.

César: Yo no. Me dedico a otra cosa, a competir en fisicoculturismo. Soy nutricionista y entrenador personal. El punto es que ahí nos conocimos. Yo conocí a Rodrigo ahí, pero en realidad algo que nos unió bastante fue el hecho de que surfeábamos. Eso nos unió bastante…

Rodrigo: ¡Ahí va la cotuza!


[Rodrigo ve a la distancia un pequeño animal, regordete y marrón. Parece ser una cotuza, el nombre local para los agutíes. Luego de una inspección más detenida, llegan a la conclusión que es, en realidad, un pezote o coatí. Este pezote resulta ser una hembra seguida de su cría. Me uno a la observación comunal hasta que, mosqueados, los pezotes notan nuestra presencia y huyen]


César: Bueno, yo me acuerdo de que, al principio, hasta yo le hacía burla al grupo. «Nombre, ¿y qué están tocando ustedes? ¡Tóquense ahí una cumbia o algo!». También me burlaba de surfear. Después me gustó eso de surfear y le empecé a hallar más sentido a la música. Fue donde nos empezamos a llevar más. Me acuerdo de que Rodrigo tenía un carro. Le llamaba «El antromóvil». Ahí era una proyección total.

Rodrigo: ¡Ja, ja, ja!

César: ¡Cámara de gas! Ponía la música y empezaba a crear las ideas…

Rodrigo: También íbamos a solos al parqueo con el gran musicón, a expresarnos bailando.

¿O sea que Atarraya ha sido siempre un proyecto muy de amistad?

Todos: ¡Síííí!

Rodrigo: Es que no era para pegar ni para otra gente; era para nosotros el trip. Yo… las letras, por ejemplo, las adaptaba más que todo a las pistas que Benjamín me tiraba. Y tenía que hacerlo bien básico, porque no soy músico estudiado. Entonces, a las letras las hacía para nosotros, de lo que vivíamos, de lo que pasaba, porque son letras bien de la vida práctica. No práctica, pero de playa y de vacil.

Todos: ¡Ja, ja ja!

El disco “Música para hacer el amor Vol. 1” tiene letras que, si te sentás a escucharlo como música seria, te quedás: «¡Hmmm!».

Rodrigo: ¡Románticas! ¡Ja, ja, ja!

Ocurre, por ejemplo, con “Caca de vaca”, la primera canción que escuché de ustedes. Resulta bien curioso que las letras son un poco controversiales o “virgas”, pero cuando las escuchás con la música, logran crear un ambiente. ¿Cómo funciona el proceso de componer? ¿En qué se inspiran?

Rodrigo: “Música para hacer el amor” fue una compilación de las canciones que consideramos musicalmente más atractivas, en comparación con la letra. Como decir: los hits. Tratamos de recopilar, aunque se nos quedaron otras. Una fue por olvido, cuando fuimos al estudio. Hasta después de que terminamos de grabar, nos acordamos.

César: «¡Se nos quedó esta!». Ja, ja ja. También hay otras que eran buenas y que, simplemente, las depuramos. Pero se nos fue, pues, porque íbamos metiendo nuevas canciones, nuevas ideas y todo. 

Rodrigo: La mayoría son inspiradas en vida de playa, vida de vacil, de salir, de disfrutar, de mujeres, marihuana, alcohol… y un cierto humor, ¿veá? Como obviamente existe…

César: Influencias de “personajes”. Eso tiene bastante que ver. Ja, ja.

Rodrigo: Hay otros personajes que han pasado en mi vida –en nuestras vidas– y que han dado una idea para inspirarse en algo. Por ejemplo, “El Zapatero” fue un vecino que conocí, que tomaba y tenía una amante que era una huelepega. Además, por el delirium tremens que tenía –de tanto tomar– alucinaba que un perro negro era Satanás. Entonces hay una combinación ahí de realismo y complementar con ideas personales.

Benjamín: “Celulitis”, por ejemplo.

Rodrigo: En “Celulitis”, no inventé yo ese coro. Fue un artesano de allá, de [playa] El Zonte. Él es poeta. Iba pasando una chava por ahí. Yo estaba tocando un tamborcito ahí, en la playa, con él, tomándonos una cerveza, justo en la orilla. Y eso es lo que dice la canción: ˆEstaba sentado a la orilla de la playa cuando de repente te veo pasando».


[Mientras Rodrigo habla, Benjamín y César ríen suavecito, como niños pícaros esperando a que Rodrigo llegue al final de la broma. Esas risas continúan de aquí hasta el final de la entrevista, que cada vez se siente más como una iniciación a un grupo de amigos]


Rodrigo: Yo ni me fijé si la bicha tenía tanta celulitis, pero él dijo: «¡Hey mirá! Tiene celulitis en las nalgas, pero se cree de la alta». Eso se me quedó, rimó en mi cabeza y le dije: «Dale, ¿cómo fue lo que dijiste?». Y ya lo fui modificando. Como reggae era lo que tocábamos, vi que era una frase que entraba en el género raggamuffin y me gustó. Como que cuadraba, líricamente. ¿Me entendés?

Una de las canciones más emblemáticas de Atarraya es “Caca de vaca”.
Foto FACTUM/Gerson Nájera.

Varias de las letras tratan también sobre mujeres. Usualmente, sobre tener sexo; mujeres que no quieren tener sexo; o de “andarlas rogando” para que quieran tenerlo. ¿No les preocupa que, con esto de los derechos de las mujeres, las canciones suenen un poco misóginas?

Rodrigo: Una vez tuvimos una experiencia. Me reclamaron unas españolas, personalmente, en un toque, hace tres o cuatro años. Me dijeron: «sí, está súper bien, que no sé qué». Y yo, ya… puta. Me sentía bien. De repente, me salieron con lo que querían decirme, que era que no debería cantar esas cosas. Me abordaron tres chavas para atacarme. Me hicieron rueda, como para hacerme sentir mal y reprocharme que las letras no debían ser así. Pero yo me escudo y me baso en el hecho de que la música la hicimos para nosotros, no para que saliera. Yo te puedo asegurar –y César te puede asegurar– que fue así. No pensamos que íbamos a subir, pero fue así.

César: De ahí sale “El rap de la queja”, que está en este segundo álbum. Y que tiene bastante que ver con las críticas a las letras. A veces podría parecer un poco como dijiste, pero si nos ponemos a ver y a escuchar las letras del reggaetón, pues todavía denigran más a las mujeres. En este caso, nosotros tratamos de decir la verdad. Igual, nos gusta la mujer, respetamos a la mujer. Pero fue algo que sucedió. Fue un hecho verídico y no tratamos de decir que todas las mujeres son así. No tratamos de denigrar.

Rodrigo: Aunque se haya dicho lo que se haya dicho –o lo que se escribió–, no quiere decir nada. Yo, por ejemplo, tengo mucho respeto a la mujer. Nunca he agredido a una mujer, físicamente; y si lo hice, realmente, no fue por gritarle ni nada, sino por un enojo o una onda así. Todo tiene su límite. Es más, lo que existe es admiración hacia la mujer.

Benjamín: Creo que es, más que todo, la expresión artística. Si me preguntás del concepto de las letras o del grupo, a Atarraya lo tenés que ver como una sátira. Una sátira es decir las cosas como son. Simplemente, cómo piensa la gente o cómo se desarrolla el contexto de una sociedad; una manera cruda y, hasta cierto punto, burlesca de cómo debe interpretarse la sociedad, como tal. Aquella doble moral del hombre que a veces se la lleva de que: «no, yo soy pulcro». Y, de repente, tiene siete mujeres y aparte de eso les da verga.

De repente decir si (la música) es misógina o no es como que te pusiera una limitante a la libertad de expresión. Si está establecido en la constitución. ¡Es libertad de expresión! Igual, la libertad artística está. Ahora, no se trata tampoco de abusar de esos derechos que te dan. Nosotros tampoco vamos a denigrar el honor o la propia imagen de alguien en específico. Por eso no mencionamos nombres, ni nada, sino que son historias que, es cierto, se dan, y la gente así piensa. ¿Si los movimientos feministas nos dan miedo? No, al contrario, los apoyamos, porque son minorías que están tratando de hacer valer sus derechos. Lamentablemente, están distorsionados muchos movimientos feministas que creen que el feminismo es eso: agredir y andar haciendo cosas vulgares. Quizá no entienden el concepto.

César: Bueno, incluso ahí estuvimos en La Luna…

Benjamín: Es cierto, tocamos para la comunidad de las trabajadoras del sexo. 

César: Ahí estuvimos, para lo primerito que hacíamos. 

¿Y ellas qué les decían de su música?

César: “¡Wuuu!”. Le gritaban ahí (a Rodrigo) cuando hablaba de que: «la Chimoltrufia se la mamó debajo del palo de mango». Ja, ja, ja. ¡No se sintieron denigradas porque, en realidad, es algo que se da, pues!

Benjamín: No sé. ¿Quién no estuvo debajo de un palo de mango y, a lo mejor, ahí tuvo algo, pues? Ja, ja.

Rodrigo: Sí. Creo que la gente lo que debe hacer para no sobre analizar un proyecto es tratar de relajarse y verlo como lo que es: una sátira. Hay también elementos de comedia, cómicos, digamos, que son parte de la personalidad de nosotros, simplemente, por ser personas alegres. No nos amargamos. Realmente no pensamos como alguien machista. 

Son vivencias que pasaron y recordando el principio, cuando no era música para hacerse famosa o llegar a ningún nivel específico. Creo que debería entenderse así. Al final, uno vocifera lo que bastantes bichos quisieran decir. Por eso está teniendo el éxito que está teniendo, porque la gente se identifica. Y con las mujeres también, porque es un movimiento culturalmente nuevo, innovador. Que tengo que decirte que estas letras son desde hace quince años y hasta ahora están saliendo a la luz.

¿Entonces era un tiempo distinto? ¿Una conciencia distinta?

Rodrigo: Por eso ves el cambio en las letras de “Cada uno”, incluso, [una canción] que habla de mi forma de reflexionar que todos tenemos nuestros problemas y tenemos que encontrar una manera de salir de ellos.

Rodrigo Francia es el vocalista de Atarraya, una banda salvadoreña que simboliza mucho, a través de sus canciones, la vida playera en el país.
Foto FACTUM/Gerson Nájera.

Y si Atarraya era solo un proyecto, como ustedes dicen, para fregar, ¿cómo decidieron sacar el primer disco y publicarlo?

Rodrigo: Fue por ver la aceptación que tenía entre la gente, musicalmente, por ser algo bastante digerible: el reggae y el rock. No es un género difícil a nivel de audiencia, como un jazz o un folk, digamos, que solo va a tener un grupo pequeño de gente a la que le va a gustar. Eso fue clave. Y gracias a Benjamín, que sabía sacar las notas bien, bien. Tiene conocimiento de solfa. Entonces hacerlo bien, no desafinar y todo, fue clave para establecer una base así, no muy compleja.

En su música también abordan el tema de las drogas recreacionales. Hay iniciativas como la de la legalización de la marihuana, que han estado haciendo bastante ruido. ¿Qué opinión tienen ustedes de ello? ¿Qué estatus deberían tener aquí en el país?

Rodrigo: Hay otros países… Por ejemplo, donde yo vivo, donde sí es legal. [Rodrigo reside en Canadá, donde cultivar, poseer, comprar y consumir marihuana es legal, tanto recreacional como medicinalmente]La legalización, en sí, no cambia mucho la perspectiva que se tiene de ella; solo es que no es penalizada. Yo no lo considero como droga, pero si la catalogan así, vamos a hablarlo como eso. A cierta gente le hace bien; a otra gente no le hace nada. Entonces, no se puede criticar o juzgar a alguien… si lo hace, si realmente lo va a catapultar a una situación de mejoría en su vida. Tal vez se puede criticar si con eso se está destruyendo o ayudándole a no ser como debería ser a nivel de justicia para su familia, sus amigos, etcétera.

César: Para mí, siento que eso de la marihuana lo satanizan bastante porque se sabe que es un negocio. Saben que si la legalizan se acabaría bastante el negocio. Es algo que si la gente lo quiere hacer, que lo haga. En particular, no me gusta hacerlo. Quizá por el tipo de música que toco, la gente pensaría que consumo. Pero no, no tengo ningún problema con eso. De ahí sí, es algo que la naturaleza nos ha dado y, pues, hay gente que se proyecta, se desarrolla bien en sus actividades echándose su purito de marihuana. Entonces… si les hace bien…

Benjamín: ¡Ya ni toma guaro, pues! ¡Lo perdimos ya! Ja, ja, ja.

Rodrigo: ¡Ja, ja, ja!

César: Ya no tomo ni alcohol. Todo el chip está en la mente y uno no necesita de ciertas sustancias para sentirte mejor. Pero igual, ahí cada quien con su trip.

Rodrigo: Aún la química cerebral, porque hay cerebros que no necesitan estimulantes, como él, que ya viene así. Yo, que sí fumo marihuana, me siento estimulado, pero tampoco soy marihuanero empedernido. Fumo para salir, cuando hay música de por medio, cuando hay algún encuentro.

César: Incluso, nosotros caminamos y podemos ver hasta médicos que andan bien pedo, ahí… Ja, ja.


[Los Atarraya se enfrascan a continuación en una pequeña discusión sobre las hormonas que regulan el funcionamiento del cuerpo. Benjamín propone una teoría interesante que involucra una de estas hormonas y un término, cuando menos, conocido en el léxico salvadoreño. Las risitas se vuelven carcajadas y es imposible no unirse]


Benjamín: Yo me voy al concepto académico de droga: toda sustancia sintética y fabricada por el hombre. Estamos hablando que hay drogas naturales, tenemos la endorfina, la dopamina…

Rodrigo: La adrenalina.

Benjamín: ¡La adrenalina! Ahí están tres drogas bien potentes que nosotros tenemos y que son las que muchas veces ayudan a la gente para mantener todo.

César: ¡Y el azúcar! Ja, ja.

Benjamín: Y pues sí, entonces vos decís: la dopamina. Ah, las serotoninas es otra que… «Anda cerote». O sea, anda deprimido. 

César: ¡Ja! ¡Cerotón!

Benjamín: Es una palabra técnica, de ahí viene.

Rodrigo: Cerotónico…

Benjamín: Anda cerote, sí… ¡Serotenérgico! Entonces andás de repente…

Rodrigo: ¡SeroTOnérgicO!

Benjamín: Serotónergico, va, ¡perdón! Bueno…

César: ¡Ja, ja, ja!

Rodrigo: ¡Andás contento!

Benjamín: ¡Pero me captás la idea! La cosa es que esas drogas naturales –que ya Dios nos las dio para que nos mantengamos–, muchas veces… necesitás de un dispositivo para activarla. Y si eso te lo va a activar un puro o un tu buen trago. Y vas a andar cerote…¿cómo sería?

César: ¡Serotenérgico!

Benjamín: Serotenérgico. Si eso te da adrenalina y te mantiene, vergón. ¡Si antes el guaro era la droga de principio de siglo! Al Capone era traficante de guaro. ¿Y qué es lo que dijeron? ¡Legalicemos el guaro! Ahora, alguien puede andar bien a verga, pero no pueden ver a alguien con un puro, porque ya al cabrón que anda con un puro… ¡métalo preso! Pero si anda bien a verga, si no anda manejando, ahí déjenlo, que haga lo que haga.

Rodrigo: Eso para hablar de la marihuana.

César: Ya otras cosas sintéticas…

Benjamín: ¡Ya esos son venenos! Si ya te vas a meter «cocodrilo», vas a andar con cristal, polvo de ángel y todo ese poco de ondas…

Rodrigo: Bueno, cocaína, yo la he ingerido, pero realmente no era para mí. Pero de que me gusta alguna que otra droga, sí me gusta. Me gusta el éxtasis, por ejemplo.

César: Ja, ja, ja. Y las naturales…

Rodrigo: Hongos también, pero es la realidad. Me preguntás y yo no tengo tapujos, pues.

César: ¡Cabal! Eso es lo que buscamos nosotros también. El no ahuevarse y decir las cosas como son. Tocamos porque nos sentíamos bien haciendo ese tipo de música. Siempre ha habido muchas críticas: «que quizá no tocamos como la gente quiere» o que quisieran escuchar un ritmo diferente; o las letras y todo. 

Hablemos del nuevo sencillo, “Cada uno”. Es un tema depresivo, con una letra dura. ¿Qué sonido y temas están manejando ahora?

Rodrigo: Tiene un trasfondo depresivo, pero a la vez adopta una actitud de superación ante alguna situación. No la quise hacer personal, para que la gente pudiera identificarse, porque creo que es un poco egoísta decir: «voy a plasmar cómo me siento, exactamente». Además de que no me gustaría reflejar cien por ciento mis situaciones o hablar de alguien. Fue un momento en que varias cosas pasaron en mi vida. Este era un blues que ya habíamos sacado. No tenía letra y el blues significa depresivo. Entonces pegaba muy bien con la idea.

A la vez, hemos querido cambiar esta manera de expresarnos, de vacil, algo cómico o experiencias en las que yo ni trabajaba porque vivía en la playa. Ya no es el estilo que tenemos. Ni yo, ni ellos. No por sentirnos arrepentidos, porque esa fue una época que vivimos. Ahora es una época más seria, pero siempre vacilando, porque la esencia no se pierde.

Benjamín: ¡Las gomas pegan más! 

César: El estilo de vida que estamos llevando son las letras que se van a hacer. 

Benjamín: Te sentís más crítico. Antes me echaba tres y andaba bien vergón. Hoy una me tomo y ando con goma al día siguiente.

Rodrigo: Pero tampoco hay que clavarse. Este álbum, “Música para hacer el amor vol. 2”, contiene la mitad de temas –o más– de aquella época. Hay temas como “El radar”, que es fuerte el coro, lo que dice. El disco no ha salido porque el día antes de la grabación me fui a tomar, me metí un ácido y hasta canté cinco canciones. Llegué al estudio cansado y con la garganta toda carrasposa. Esta semana pasada fui para corregir eso.

César: Algo que faltó agregar son las colaboraciones a los nuevos integrantes, que han aportado para que la música suene diferente. Es un cambio total a nuestra música. A comparación del primer volumen, este es más maduro. Hay blues y jazz. 

Rodrigo: Está Chepito Paiz como baterista, Luis Chacón como tecladista y Ernesto Buitrago en las congas. Son músicos, a nivel nacional, de los mejores. No queremos encajonarnos. La influencia que tiene, que es un poco a lo The Doors, nos dejó satisfechos.


[Ante la pregunta de qué opinan sobre la cuota radial de música nacional planteada este año en la Asamblea Legislativa, los Atarraya admiten que no conocen la propuesta. Según Benjamín, “es que en la Asamblea solo mierdas sacan” y nunca les presta atención. Luego de escuchar una versión resumida de los hechos, piensan un momento antes de responder]


Benjamín: Creo que escuché de eso. En la medida que en todo consumamos lo propio, vamos a ser un país sostenible y nos vamos a quitar esa cuestión del malinchismo, de ser dependientes e importadores de servicios. Esa es una lucha que está haciendo esta gente, que debería tener su mérito y fomentarse. Desgraciadamente, todo gira alrededor del comercio, del dinero, del capitalismo. Y esta cuestión así es.

El espectro radial, ¡ese no es de nadie! Sí debería fomentarse que los medios de comunicación tengan ese compromiso con las bandas. Porque se está reinsertando a muchos jóvenes, eliminando a las pandillas, generando fuentes de empleo y se le están cerrando los espacios. Tenemos muchos jóvenes talentosos que están en condiciones de hacer un grupo como nosotros. Gracias a Dios, nosotros no somos adinerados, pero tampoco somos pobres. Teníamos dinero para echarle gasolina al carro haciendo la cabuda. O [comprar] un instrumento musical. Pero hay gente que no tiene eso y, cuando lo logran tener –aparte del talento–, buscan un espacio. ¿Y se los cerrás? Volvemos al retrogradismo.

Rodrigo: Terminás de zapatero teniendo un gran talento de cantante. Ahí de seguro hasta han llegado de viejitos, han muerto y nadie conoció el talento. No solo a nivel de música.

Benjamín: Julio Jaramillo dicen que era zapatero. Y al final era bolerista.

Rodrigo: Yo no sé. Pero no solo para el apoyo a los jóvenes, sino también para lograr tener una identidad cultural a nivel nacional. El nivel artístico que entra a la cultura para definirla. Porque El Salvador ha perdido identidad por muchos procesos a través de la historia. Entonces también funciona para eso, para definir una identidad a nivel cultural a través de la música.

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#Música