(Alerta de spoiler: la siguiente columna comenta detalles del segundo episodio de la segunda temporada de la serie de televisión “House of the Dragón”)
Cuando Príamo perdió a su hijo, en el medio de la noche cruzó las murallas de su ciudad. Era rey, pero como un bandido se escabulló en el campamento de los aqueos. El poderoso rey de Troya se arrodilló ante Aquiles y besó la mano que hacía unas horas había matado a su hijo, Héctor. Antes que rey era padre. Se humilló y suplicó al asesino de su hijo la entrega del cadáver.
Es conmovedora la escena que nos cuenta Homero en “La Ilíada”. Pero Otto Hightower no es Príamo. ¡A llorar a la llorería! En el segundo episodio de la serie de televisión “House of the Dragon”, vemos cómo Alicent está destrozada. Han decapitado a su nieto, quien era solo un niño. Otto, padre de Alicent y bisabuelo del pequeño, interrumpe los lamentos de su hija, y le dice:
“Algo bueno puede salir de esta tragedia”.
Antes que padre, abuelo y bisabuelo, Otto es político. No deja que el dolor de su hija o el propio le distraigan de lo que a él le importa: el poder. Por eso ve en la tragedia una oportunidad de ganar aliados en el pueblo y en las demás casas de Westeros. Es el momento de presentar a Rhaenyra como La Cruel.
Otto organiza un espectáculo con el cadáver del niño y el dolor de la madre y abuela. Los hace desfilar por las calles de King’s Landing. Ocupar la intimidad del hogar y a los niños de la propia familia para la propaganda política es miserable. En Westeros y aquí. Pero Otto Higtower no duda en ocupar la tragedia familiar para mover una pieza en el tablero. Su falta de escrúpulos es una ventaja en el juego de tronos.
La miseria de Hightower en el poder civil se retrata en Criston Cole, quien es un militar, el Lord Comandante de la guardia real: los Capas Blancas. Dos son los principales votos de esa orden marcial: proteger a la familia real y guardar la castidad. Por eso, el color de sus capas. Cole violó sus dos principales votos en un solo acto. En el mismo instante en que cogía con la madre de la reina, a unos metros decapitaban al desprotegido heredero del rey.
En el mundo de “Hielo y Fuego”, Criston Cole pasó a la historia como el más infame de los comandantes de los Capas Blancas. Se le llamó «el Hacedor de Reyes», porque fue él quien dejó el carácter no deliberativo de su orden para inclinar la balanza en favor de los Verdes. Nadie ensució tanto la capa como él cuando tomó la corona y la puso sobre Aegon II. Cole representa a esos generales de nuestro mundo que prostituyen el honor militar para transformarse en hacedores de reyes.
No llega hasta ahí la miseria de Cole. Como es propio de su naturaleza, es cobarde. En lugar de asumir su responsabilidad, busca a alguien que redima la culpa que le atormenta. Lo encuentra en Arryk Cargyll, el más noble de los capas blancas. La impudicia de Criston Cole dividió a la guardia real. Arryk se mantuvo con los Verdes mientras que su gemelo, Erryk, partió con los Negros.
Cole envía a Arryk a una misión suicida. Debe viajar a Dragonstone, hacerse pasar por su gemelo, y asesinar a Rhaenyra. Arryk está a punto de cumplir la misión, pero en el palacio se encuentra con su hermano. La guerra enfrenta a hermano contra hermano. Así es en Westeros, así fue aquí. Ambos se aman, pero son solo peones descartables en el juego de tronos de otros.
“Te amo, hermano”. “Y yo a vos, hermano”. Esas fueron las últimas palabras que cruzaron esos dos hombres buenos tras herirse de muerte. Los militares de honor han muerto, y en los Capas Blancas les sobrevive la miseria de Criston Cole, quien no solo se salva de un castigo por su deshonor, sino que es elevado al puesto de Mano del Rey. Kakistocracia se le llama al gobierno de los peores. Así es en Westeros, así es aquí.
En el libro “Fuego y Sangre” se cuenta acerca de un juglar llamado Luceon de Tarth, quien compuso una triste canción para conmemorar a los gemelos Cargyll. La tituló “Adios, hermano”. Quién sabe si los dioses recompensaron a ese artista haciendo que fueran sus descendientes los que llevarían de vuelta el honor de los Capas Blancas. No sé si de Luceon de Tarth descienden Ducan el Alto (el caballero que veremos en la siguiente serie de este mundo, “Los Cuentos de Dunk y Egg”), o Brienne de Tarth (la caballero que vimos en la serie anterior, “Juego de Tronos”). Hombre y mujer de honor. Me gusta pensar que así nos lo revelará George R.R. Martin en sus próximos libros.
Mientras tanto, lo que tenemos en el poder y en las fuerzas armadas es la infamia de Criston Cole. Así es en Westeros, así es aquí.
*Daniel Olmedo es abogado salvadoreño. Máster en Derechos Fundamentales por la Universidad Carlos III de Madrid. Ha trabajado en gremiales empresariales, firmas de abogados y en la Sala de lo Constitucional. Fue profesor de Derecho Constitucional, Derecho Administrativo y Derecho de Competencia. Ha sido directivo del Centro de Estudios Jurídicos y del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional-Sección El Salvador. Escribió el capítulo La Constitución Económica en la obra conjunta Teoría de la Constitución, editada por la Corte Suprema de Justicia.
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