“House of the Dragon”: El Molino Ardiente

(Alerta de spoiler: la siguiente columna comenta detalles del tercer episodio de la segunda temporada de la serie de televisión “House of the Dragón”)

Los Bracken y los Blackwood son dos casas que tienen muchos años asentadas en Riverlands. Es una zona estratégica en el centro de Westeros. Conecta al norte con el resto del continente. Ambas casas se odian y tienen siglos peleando entre ellas.

En esta ocasión, los Blackwood se declaran por los Negros y los Bracken por los Verdes. Comienza la batalla entre ambos. Pero esto es solo un episodio más en un conflicto entre casas que ya nadie recuerda cómo inicio.

Ese es un mantra que se repite en el episodio. Nadie recuerda por qué inició la guerra entre Bracken y Blackwood; y nadie sabrá por qué comenzó la «Danza de los Dragones». Se lo dice Rhaenys a su sobrina: “Pronto ya nadie recordará qué fue lo que inició esta guerra”. Rhaenyra responde que la causa es la usurpación del trono por su medio hermano. Rhaenys le contesta: “Esa es una respuesta. ¿O fue cuando decapitaron al niño? ¿O cuando Aemond mató a Luke? ¿O cuando Luke le arrancó el ojo a Aemond? Nos balanceamos en el punto en que ya nada de eso importa. El deseo de matar incendia todo y el motivo es olvidado”. Nadie sabe cómo inicia una guerra, y nadie sabe hacia donde va. La guerra es un ser vivo. Nadie la puede controlar.

Alicent, por los Verdes, y Rhaenyra, por los Negros, han intentado detener la escalada. No han tenido éxito. Rhaenyra juega una carta arriesgada. Se escabulle en King’s Landing e improvisa una conferencia de paz con Alicent. Es inútil. Las ruedas de la maquina ya están funcionando. Rhaenyra quiere sentarse en el Trono de Hierro, pero ve con pavor la escala de la guerra que viene. No es una guerra cualquiera. Es una guerra entre dragones. El precio de su trono parece ser demasiado alto.

En una sesión del Consejo Negro alguien suelta con facilidad la opción de lanzar a los dragones al ataque. Rhaenyra se niega:

“Si los dragones comienzan a luchar contra dragones, será nuestra propia destrucción”.

Parece que en ese salón de Dragonstone la reina ha escuchado el eco de  las palabras del capitán Robert Lewis. Él, en nuestro mundo, fue el copiloto del Enola Gay, el avión que lanzó aquel dragón sobre Hiroshima. Al ver que su fuego mató en un instante a 117.000 personas, escribió en su bitácora: “¡Dios mío! ¿Qué hemos hecho?”.

Hace apenas unas semanas, Putin dijo –refiriéndose a sus dragones–: “Por alguna razón, Occidente cree que nunca los usaremos (…) Tenemos una doctrina nuclear. Si las acciones de alguien amenazan nuestra soberanía e integridad territorial, consideramos posible el uso de todos los medios a nuestra disposición. Esto no debe tomarse de manera ligera y superficial”.

Hace muchas décadas que no se escuchaban amenazas tan claras de lanzar a los dragones al ataque. Y si aquí ocurre una «Danza de Dragones», así como predijo Rhaenyra, nadie podrá controlar hasta dónde puede llegar, y todos terminaremos perdiendo. Es entretenida la historia de Martin y HBO, pero esa pantalla negra es el espejo de una realidad terrible.

La conferencia de paz entre Rhaenyra y Alicent en el septo de King’s Landing fracasó. Todo apunta a que en los próximos episodios veremos la primera batalla nuclear. Con mucha épica y muerte. Será espectacular y entretenida. Esperemos que aquí la historia siga un curso diferente. Aquí nos conviene a todos tener un mundo más aburrido que el de Westeros; uno sin olor a millones de cuerpos calcinados.


*Daniel Olmedo es abogado salvadoreño. Máster en Derechos Fundamentales por la Universidad Carlos III de Madrid. Ha trabajado en gremiales empresariales, firmas de abogados y en la Sala de lo Constitucional. Fue profesor de Derecho Constitucional, Derecho Administrativo y Derecho de Competencia. Ha sido directivo del Centro de Estudios Jurídicos y del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional-Sección El Salvador. Escribió el capítulo La Constitución Económica en la obra conjunta Teoría de la Constitución, editada por la Corte Suprema de Justicia.

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