House of the Dragon: La Reina Negra

Terminó la primera temporada. Tuvimos una gran historia. Entretenida y perturbadora, como corresponde a las grandes historias.

Foto Factum/Retomada de House of the Dragon

*Alerta de spoiler


Consumado el golpe de Estado de los verdes en King´s Landing, el domingo HBO nos llevó hasta Dragonstone. Ahí nos mostró a los negros moviendo sus piezas.

Anuncian a Rhaenyra que su padre ha muerto y su hermanastro ha usurpado el Trono de Hierro. La noticia apresura el parto de la princesa. No solo ha perdido el trono, ahora su primera y única hija nace muerta.

En Fuego y Sangre, es en este momento cuando Rhaenyra se inclina por la guerra. Ante el cadaver de su bebé, dice: “Era mi única hija y la han matado. Me han robado la corona y han asesinado a mi hija, y es menester que lo paguen”. En la serie, HBO prefirió darle una segunda oportunidad a la política como solución al conflicto.

La serie dejó que Rhaenyra tolerara la muerte de su hija. Incluso que tolerara la infame misión de Otto Hightower pidiéndole que incline su rodilla ante Aegon el Usurpador. Pero el dragón despertó en ella cuando le anunciaron el asesinato de un segundo hijo: Lucerys. Su mirada en la escena final marca el destino de Westeros para la segunda temporada. Ya no es momento para la política, ahora es el tiempo de la guerra.

En cuanto llega a Dragonstone la noticia de la afrenta de los verdes, Daemon quiere pasar de inmediato a la guerra. ¿Es un temerario belicista? Por su parte, Rhaenyra prefiere mantenerse en la política. ¿Es una ingenua pacifista?

Es la perspectiva que nos da el tiempo y la distancia la que nos ayuda a responder esas preguntas difíciles. Por eso, ochenta años después y a un océano de distancia podemos evaluar con comodidad que la opción de Chamberlain de jugar a la política con Hitler fue un error, y que, en cambio, el llamado a la guerra de Churchill contra los nazis era la solución correcta. El tiempo y la distancia nos permiten responder. Más difícil es hacerlo sin esa perspectiva.

Nuestra coronación de Aegon el Usurpador ocurrió en el fraude electoral de 1972. Fue ahí cuando muchos perdieron toda esperanza en un juego equilibrado sobre el tablero de la política. Cuando aquí los militares vieron triunfar a los sandinistas al otro lado del golfo de Fonseca, intentaron detener esa ola revolucionaria con el golpe de Estado de 1979 y concesiones políticas. Ya era demasiado tarde. Para muchos el conflicto ya no estaba en la cancha de la política, sino en la de la guerra.

Pero ya no hablemos de la realidad. Las noches de domingo son precisamente para escapar de ella. Volvamos a la fantasía, a Westeros.

Un ojo por un ojo, dijo Aemond el Tuerto a Lucerys cuando se encontraron en el castillo de Strom’s End. En ese momento, el conflicto aún se jugaba en el tablero de la política. Aemond convencía a Lord Borros Baratheon para que se decantara por el bando de los verdes. Lucerys llegó a hacer lo propio en favor del bando de los negros.

Cuando la tensión se elevó, Borros pidió a los jovenes que arreglaran su problema fuera de su castillo. Lo hicieron en el aire. En un espectacular combate de dragones continuó aquella pelea que inició unos años atrás, cuando eran niños.

Aemond no vengó el ojo perdido tomando uno del joven Luke. Se cobró aquella afrenta con la vida del muchacho. Vhagar lo despedazó y sus restos cayeron al mar. Un ojo por un ojo, había dicho. ¿Qué viene ahora? ¿Un hijo por un hijo? ¿Continuará esa escalada hasta convertir a Westeros en cenizas?

La mirada de Rhaenyra en la escena final manda la política al carajo. Es el tiempo de la guerra. Nos quedan varios años y tres temporadas para saber cómo solucionarán los Targaryen el laberinto bélico en el que se han enredado. Para los impacientes hay un atajo: los libros.

Extrañaremos a los verdes y negros en estos dos años que faltan para que inicie la segunda temporada. Esos encantadores personajes nos enseñaron que el conflicto es propio del juego del poder, y cuando la política ya no sirve para solucionarlo, entra al escenario la guerra. ¿Aún hay oportunidad para la política o es el tiempo de la guerra?

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