“Nuestro disco es como que sacara una pistola y me diera un tiro a la par tuya”

Proyecto Pulpo es una agrupación salvadoreña con tentáculos en el rock, funk, punk y en la psicodelia. La suya es una de las propuestas locales jóvenes que navegan en contracorriente, liberados de las exigencias de inmediatez, sonidos pegajosos y acartonados. El cuarteto salvadoreño cuenta ya con dos sencillos y un disco de larga duración, llamado “Nada Suena” (2018), del que hablan en la siguiente entrevista.

Fotos cortesía de la banda


Esta es una banda que apuesta por lo orgánico e introspectivo. Proyecto Pulpo ha ido consolidando un público-cómplice que les acompaña en su aventura. En la actualidad, la banda está conformado por Constantino Zamora [“Tino”], en los teclados; Mauricio Melara [“Mauri”], en la batería; Rodrigo Miranda [“Carelo”], en el bajo; y Eduardo Oliva, como vocalista y guitarrista. Eduardo es también el principal compositor y letrista de la banda.

Oliva era un fiel seguidor de La cosa encantada, banda en la que tocaba ‘Carelo’. Así lo conoció. Luego, con el tiempo, fueron compartiendo ideas musicales y terminaron componiendo más de 50 canciones, a lo largo de 2016. Entre los músicos que los acompañaron estuvo Mario Rivera, hijo del icono de la música tropical salvadoreña del mismo nombre. 

Fue hasta 2017 que consolidaron la banda como tal. En julio de ese mismo año decidieron grabar su primer tema: “Subducción”, en DVK Studio, de Jorge Lara. En marzo de 2018 grabaron ahí mismo su segundo sencillo: “Soda de Almendra” y poco después el resto de temas del disco “Nada suena”. 

Para conocer más a la banda, hablé con Eduardo. De la mente de este músico de 24 años se desbordan ideas y conceptos que compartir. Dice que busca crear una experiencia a través de su propuesta musical, que describe como orgánica y transparente. 

Oliva conversó con Revista Factum sobre sus referentes artísticos, el álbum “Nada suena”, la escena local y el futuro próximo de Proyecto Pulpo.

Mauricio Melara (batería), Eduardo Oliva (voz y guitarra) y Rodrigo Miranda (bajo) integran el grupo salvadoreño “Proyecto Pulpo”.
Foto cortesía de la banda.


¿De quiénes se sienten herederos en lo sonoro?

Es bien variado, porque hay muchas influencias. Pero nos sentimos herederos del rock latinoamericano. Más que todo de la época de los setenta y ochenta. Nos sentimos herederos también del rock alternativo y del rock psicodélico contemporáneo. Y a la vez del rock progresivo de los setenta. 

¿Y de referentes para escribir canciones?

Luis Alberto Spinetta, definitivamente. Él es como mi papá musical. También (Gustavo) Cerati. Más que todo, ellos dos. Pero también toda mi vida he escuchado Radiohead. Siento una fuerte influencia de Radiohead. 

Y fuera de la música, ¿nutrís tus letras desde otras ramas del arte?

Sí. Diría Jorge Luis Borges. De alguna forma (Julio) Cortázar, también. Yo creo que lo que escribo –aparte de mis canciones– va más por esa línea. Pero la influencia que he tenido de ellos también ha aportado bastante al estilo, hasta cierto punto, a veces surrealista en las letras de las canciones.

La industria musical ha dejado al rock en un plano secundario en la actualidad. Hay más relevancia de otros géneros. ¿Por qué elegir hacer rock en esta época?

Porque es lo que más nos representa. Creo que Mercedes Sosa ha sido la que ha dicho esto: «El rock es como un grito». Esa energía del rock nos representa. Queríamos mantenernos auténticos a esa esencia. También hay que aclarar que quizá el rock, solo el rock, quizá en estos tiempos, ya no funciona. Si vos venís y tenés una banda que solo es como rock pesado o un rock que suene meramente noventero o algo, quizá no funcionaría. Es ahí donde nosotros contrastamos con otros subgéneros y otras ramas musicales, como el funk o el punk. Llevar al rock a una faceta más progresiva y vestir todo este espectro con una estética psicodélica. 

¿Qué puede escuchar la gente en Proyecto Pulpo que no pueda escuchar en otra banda?

Es una pregunta difícil. Yo diría que el juego que nosotros hacemos con la ambivalencia y los contrastes. Nos gusta bastante que una misma canción tenga dos sensaciones opuestas. También nos gusta mucho contrastar con los sonidos. Entonces esa ambivalencia, ese contraste, es lo que la gente puede identificar con «esto es Proyecto Pulpo».

El nombre del disco es llamativo: “Nada suena”. ¿Tiene alguna intención conceptual o es una especie de inside joke?

Partió como un inside joke, porque a veces estábamos en ensayos y como que no sonaba un micrófono, no sonaba un ampli y era como que «nada suena». Más adelante, sí agarramos esa frase y la tomamos como el concepto del disco. Para darte un ejemplo –y, de verdad, lo digo nada más como un ejemplo–: es como que yo ahorita sacara una pistola y me diera un tiro estando a la par tuya. O que ahorita cayera un trueno aquí. O que ahorita… No sé… Se metiera un pick-up acá y chocara contra algo más.

Esa proximidad que vos tenés a un impacto tan fuerte y que literalmente te deja sordo por un momento y que te tiene en un momento de shock y que te ha sacado de vos. Es decir, que en ese momento vos estás fuera de ti. Ese momento, ese primer acto de nuestra discografía se titula “Nada Suena”.

La premisa conceptual del disco es “Subducción”. Hablamos del choque entre dos mundos. Entonces, ese momento en el que vos sentís que nada tiene sentido, ese momento es “Nada Suena”.

¿Por qué la canción “Subducción” es la matriz conceptual?

«Subducción», técnicamente hablando, es el proceso de una placa tectónica al chocar contra otra. Entonces, para nosotros es el choque entre dos mundos. Nosotros pertenecíamos a mundo. Pertenecíamos a ciertas costumbres. Pertenecimos a ciertas leyes que nos regían. Al tener contacto con un mundo inquietante, al que sentíamos que sí pertenecíamos –mientras que en el que estábamos antes no pertenecíamos totalmente–, entonces ahí tomamos una decisión: nuestra voluntad entra en juego y es una protagonista al impulsar un choque entre ambos mundos. Y a partir de esto llegar a un lugar del que no podamos regresar. ¿Qué viene después de ese choque de mundos? No es, en sí, un lugar, sino quién nace a partir de la subducción. Y es “El forajido fantasma”. Entonces, “Nada suena” es un periplo dentro de la memoria de “El forajido fantasma”, a partir de este choque de mundos que él impulsó con la subducción. 

¿Y todas las canciones siguen esta secuencia narativa?

No necesariamente. El primer track se llama “La corriente del umbral”, porque sentíamos que estábamos parados en un umbral y que había una corriente que nos jalaba. Entonces, vos vas a explorar los motivos de este personaje por los cuales cruzaba el umbral. Por los cuales él decidía cruzarlos, ceder ante esa corriente, explorar sus motivos. Y luego conocés al ‘Forajido Fantasma’. Y a partir de esto, se desmembra toda esa línea. Y esas sos las primeras tres canciones que van entrelazadas. A partir de eso empezás a navegar dentro de la memoria del ‘Forajido Fantasma’, quien no tiene la misma sensación en cada recuerdo. Es por eso que no seguimos una misma línea narrativa a partir del track cuatro. Porque es como que estás viajando a diferentes recuerdos de la memoria del ‘Forajido Fantasma’. 

El otro sencillo que lanzaron fue “Soda de almendra”. A simple inspección parece un tributo a Spinetta, Cerati y no sé si a Fito Páez por lo de “al lado del camino”. Y ya mencionaste que te sentís identificado con la narrativa argentina, no solo musical, también literaria. ¿Por qué te interesa hacer un tributo a estos iconos del rock argentino?

Es un reconocimiento y un agradecimiento. Desde mi punto de vista, todo lo que me han dado ellos, no lo podía simplemente dejar así. Sentía la necesidad de hacer una canción que fuera como una oda a ellos. A Fito no. Ja, ja. La frase “al lado del camino” no es por Fito. Ja, ja. Aclarando. Pero sí sentía la necesidad de hacer una canción que hiciera mención de “soda” –por Soda Stereo– y “almendra” –por Almendra, la primera banda de Luis Alberto Spinetta–. Y el coro también tiene ciertos insights, como por ejemplo “los puentes amarillos” –por “Cantata de Los Puentes Amarillos”, del disco “Artaud”, de Pescado Rabioso– y “Cementerio club”, del mismo disco, de la misma banda. Que era prácticamente Spinetta. Aunque el trasfondo de la canción es como estar parado en el umbral de una historia de amor. Pero igual, queríamos hacer esas referencias. Como que vos entraras a un cuarto y vieras unos cuadritos ahí de Pescado Rabioso, Almendra y de Soda Stereo. Pero en sí, no era esa la esencia de la historia, aunque que sí estaban esas referencias ahí.

¿Por qué les interesó publicar un disco de larga duración?

No queríamos dejar a la gente sin poder contemplar un paisaje completo de lo que era Proyecto Pulpo. Si bien es cierto quedaron canciones en la nevera –y también hay una base para un segundo disco–, queríamos darle a la gente una pintura completa, un paisaje que realmente pudieran contemplar y que esperamos que también escuchen por completo, para sentir y sumergirse de lleno en esa experiencia.

Pasando del disco, ¿cómo ven actualmente la escena musical salvadoreña?

Yo veo cierta efervescencia de la escena independiente, a la que sentimos que pertenecemos. Siento que a medida va pasando el tiempo se ha ido recuperando esa cantidad y calidad de los proyectos musicales. Que quizá allá en los noventa podías mencionar varias bandas. Tenías a Nativa (Geranio), tenías a Adrenalina, tenías a La Pepa. Hubo un montón de bandas, pero después hubo como un vacío y casi no salió ninguna propuesta que fuera referente. Siento que ahora, poco a poco, hemos ido recuperando eso. Y siento que no va a parar, porque existe una disposición, una voluntad y un compromiso bien fuerte de muchas personas de no solo hacer un proyecto de tres meses, sino ya sacar un proyecto que sea constante y que finalmente se pueda exportar y aporte mucho al desarrollo cultural. Eso, en sí, sería unir una escena en la que todos pongamos nuestro granito en ella.

Proyecto Pulpo cuenta ya con dos sencillos y un disco de larga duración, llamado “Nada Suena” (2018).
Foto cortesía del grupo.

¿Entonces vos, a diferencia de otros músicos de tu generación, no sentís divorcio con la escena alternativa de los noventa?

No. Aunque los estilos son bien diferentes. El rock predominaba en aquella época y era lo que más se producía. Ahora creo que se explora más por otros lados. No solo el rock, también vamos por el lado del folk, el swing, el funk, el punk. No sé si necesariamente eso sería un divorcio, pero yo siento que sí es sumamente diferente y eso también se debe al predominio de otros géneros musicales en la industria musical en todo el mundo.

Además, reconozco la importancia de estas bandas de los noventa. De hecho, si no hubieran hecho ellos ese trabajo en ese entonces, ahorita estaríamos peor, culturalmente hablando. Sí dejaron un legado muy fuerte que nosotros, a medida pase el tiempo, estamos llamados a superar. 

Yo no viví esa época, obviamente. Yo no iba a toques en ese entonces. Quizá ni había nacido. Je, je. Y cuando era un niño, no tenía conciencia de todo lo que pasaba. Pero como siempre estoy tripeando toda la música que ha habido acá, sí he escuchado bastante todo ese trip. No lo viví, pero sí lo he estudiado. También lo he interiorizado como una influencia nacional. Que en sí, de mi generación, las bandas que a huevo más no han influenciado fueron Akumal y La Cosa Encantada. De hecho, yo iba a todos los toques. 

¿Qué bandas actuales te interesan de la escena salvadoreña?

¿De las que me interesan? Esa pregunta es complicada. Me interesa lo que haga Sinestesia. Tienen potencial y son muy buenos. Me interesa también lo que haga Ricardo Bendek. Me interesa lo que haga Isfaro. Me interesa lo que haga Snif & Los Recados de la Ruptura. Me interesa también lo que haga Cartas a Felice, Carrot, Camelo, que quizá sean bandas que no van mucho con mi gusto, pero sí me interesa ver lo que irán aportando. Esos son los proyectos que ahorita se me vienen rápido a la cabeza y me interesan. 

Ya tenés consolidada tu banda, ya tenés tu carta de presentación, o sea, tu primer disco. ¿Qué sigue?

Llevarle este disco a la gente. Queremos salir de la zona metropolitana. Creo que es una misión que debemos darnos todos. Porque no podemos limitarnos a llevar nuestra música solo a las áreas cercanas a la nuestra. Tenemos que arriesgarnos un poco más e ir a lugares como Santa Ana y Suchitoto. Eso implica un riesgo, no en el tema de la seguridad, sino de que realmente tengamos una paga decente. Que aquí la podemos esperar más, porque ya hemos sembrado nuestro público. También es necesario que vayamos a sembrar eso fuera de esta zona. También queremos ir a Guatemala y al resto de la región de Centroamérica. Y seguir sacando material, porque tenemos muchas ideas que no vamos a dejar tiradas.

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