Cómo hacer una trilogía (¡con dragones!)

Cómo entrenar a tu dragón 3: el mundo escondido” cierra el camino de un joven jefe vikingo desde el miedo a la valentía. También dejar ir una trilogía con dignidad en la era de las secuelas innecesarias. La flama de la entrega final de la serie basada en los libros de Cressida Jones quema con menos intensidad que las dos primeras, pero tiene el corazón en el lugar correcto.

[Alerta spoiler: la siguiente reseña narra detalles de la película “Cómo entrenar a tu dragón 3”]


Las películas infantiles que perduran en la memoria son las que apelan a nuestra curiosidad, las que saben dirigirnos a través de los rincones más oscuros de la vida e invitan a usar las emociones como herramientas fantásticas. En apariencia, la saga de “Cómo entrenar a tu dragón” tuvo todo para pasar como otro intento 3D vendido de forma agresiva a un público infantil. Argumento flojo, humor banal, personajes listos para escupir merchandising. Pero no fue así y, sin embargo, logró un éxito total.

Al igual que sus dos predecesoras, “Cómo entrenar a tu dragón 3: el mundo escondido” no se asusta ante el drama y trae a la mesa acción, reflexión, fantasía y uno que otro chiste con doble sentido para los adultos que pagaron las entradas al cine. La pelicula entretiene, sin embargo, no siempre sabe cómo mantener la tensión, ya que se vuelve predecible a ratos. Pero la espera vale la pena y su final resuelve el conflicto de manera entretenida. 

A continuación, la sinopsis:

«¿Dónde están ahora Hipo y su natal Berk? Muerto Estoico, Hipo es el jefe de un pueblo vikingo sobrepoblado de dragones, siempre en peligro de ser capturados. Aunque Berk ha aprendido a amarlos y su fama como jinetes de dragones se ha extendido, Hipo sueña con darles refugio en el Mundo Oculto, un lugar que existe solo en leyendas. Crimmel el Cruel planea, mientras tanto, cazar a Chimuelo usando como señuelo una Furia Nocturna hembra. Hipo tiene ahora el reto de conducir a todo Berk lejos del peligro con un dragón alfa enamorado que no podría estar menos interesado en dirigir a nadie» 

Que Hipo se convierta en un líder no por la fuerza, con inteligencia y compasión, es emocionante. A lo largo de tres películas, Hipo cambia la mentalidad de temer y asesinar dragones a cuidarlos y trabajar en equipo con ellos. Primero con su tribu, de sus enemigos y ahora la suya, siendo él mismo.

Cuánta inspiración despierta ver no a un héroe invencible, sino a uno que duda, un héroe que comete errores, es fiel a sus ideales y tiene una comunidad dispuesta a apoyarlo aún si se le cuestiona constantemente.

Todos los personajes a su alrededor comparten estos matices que los vuelve reales, cercanos y admirables. Mujeres guerreras, enemigos que cambian su corazón, criaturas maravillosas capaces de ser emotivas. 

En la primera película, Hipo pierde una pierna. En la segunda, a su padre. En la tercera son los dragones que tanto protege a quienes debe contemplar la posibilidad de perder. Llevado al mundo humano, ninguna de estas experiencias es sencilla de procesar, pero en el universo de la historia son aceptados como parte de la vida. El mismo Hipo es quien da nuevo significado a cada pérdida: justicia poética, un sacrificio honorable y el respeto a la independencia de lo amado. Son enfoques maduros y saludables ante el trauma, tratados con el tacto necesario para que no pierdan su intensidad.

Jay Baruchel y America Ferrera ponen las voces de los personajes de Hipo y Astrid en “Cómo entrenar a tu dragón 3: el mundo escondido” (2019).

En ningún momento se subestima la capacidad del público infantil para mantener la atención. Durante una secuencia hermosa, los dos dragones protagonistas cortejan entre sí. Nada de diálogo o intervención humana, nada de bromas visuales exageradas entre los animales. Cerca de cuatro minutos que pasan inadvertidos, pues el centro de la emoción son los cambios sutiles en la interacción de los dragones. Distraídos –como estamos condicionados a serlo–, este es un reto aún para las audiencias más adultas, uno que la película resuelve como si no fuese la gran cosa.

Todo esto trae a un espacio infantil las grandes alegrías y tristezas de la experiencia humana sin endulzarla o proponer soluciones estúpidas.

Desde lo visual, hay un equilibro entre lo juguetón y lo sublime, con personajes diseñados en forma caricaturezca en ambientes hiperrealistas, sublimes y ricos en detalles.

Esto apela al sentido de maravilla infantil y permite que un adulto se conmueva de maneras inesperadas. 

Imagen promocional de la película “Cómo entrenar a tu dragón 3: el mundo escondido” (2019), de DreamWorks Animation y Mad Hatter Entertainment.

Pero no por eso esta aventura se salva de momentos flacos. Las tres entregas se apoyan en la misma trama: el héroe que cambia la opinión de un enemigo que actúa desde la venganza y el dolor y muestra una manera sensible de convivir con el mundo que le rodea.

Es muy difícil emocionarse tanto si ya se adivina la intención y puede resultar una lección más que un viaje. Tampoco hay una forma muy original de mostrar evoluciones en los personajes secundarios, más allá de repetir las mismas bromas características de cada uno. El villano comparte casi las mismas motivaciones que el villano de la primera película. ¿No se supone que ya abordamos el hecho de que los dragones sean destructivos?

Con todo esto, “Cómo entrenar a tu dragón 3: el mundo escondido” es una película que vale la pena ver. Las criaturas más increíbles podrán ser –según lo que descubre el final– el secreto mejor guardado de la humanidad. Pero esta película no tiene por qué serlo. 

Lejos deberían estar los días donde los finales se ajustan a lo que nos gustaría. Esta película comprende que dejar ir es la mejor manera de demostrar amor, ya sea por los dragones o por un público que con facilidad podría consumir más secuelas solo porque sí.

Sus fanáticos principales podrán ser niños, pero enamorarse otra vez de la fantasía no tiene edad. Vale la pena dar otro vistazo a estas narrativas y, como Hipo, emprender el viaje más arriesgado: cambiar nuestros prejuicios hacia los géneros infantiles.  

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