Tres artistas de la escena musical salvadoreña, que han participado con sus canciones en la musicalización de distintos proyectos de cine, hablan con Revista Factum acerca de la experiencia. Debil Star (Pescozada), José Antonio González (Cartas a Felice) y Óscar Luna nos dan sus opiniones acerca de la música original en las películas salvadoreñas.
Cuando recordamos “El Padrino”, de inmediato viene a nuestra memoria el tema “Love theme from the godfather”, de Nino Rota. O al pensar en la escena de la ducha de “Psycho” también recordamos “The Murder”, de Bernard Herrmann. El cine cobra fuerza con la música y viceversa. Claro, cuando existe sintonía entre los músicos y cineastas.
Durante los últimos años, muchos directores salvadoreños han buscado compatriotas dedicados a la música para aportar canciones para sus producciones audiovisuales, sean estas cortometrajes, largometrajes, documentales o noticias en formatos audiovisuales.
Las experiencias son variadas. Algunas han sido satisfactorias; otras no tanto. Factum conversó con tres músicos que han participado en distintas piezas audiovisuales salvadoreñas. Quisimos conocer de cerca esta importante parte del cine salvadoreño: César Díaz (Debil Estar de Pescozada), José Antonio González (Cartas a Felice) y Óscar Luna.
Débil Estar (Pescozada)
¿En qué películas salvadoreñas ha colaborado Pescozada?
Las películas —si no tengo mala memoria y tomando en cuenta también los documentales en los que hemos participado— podría mencionarte que el primer documental en el que estuvimos aportando música, como banda sonora, fue “Hijos de la Guerra”. Fue el primer documental que se hizo de manera independiente en el que se analizaba el fenómeno pandilleril en el país. Se estrenó—si no tengo mala memoria— allá por el 2005. Fue el primer aporte del grupo para algo que fuera cinematográfico, un proyecto que se expuso en mucho festivales y también se estuvo transmitiendo en la señal de cable de algunas televisoras. Por ejemplo, la Televisión Española lo transmitió para toda Europa y para todo el mundo. Aportamos —si mal no recuerdo— el tema “De casa nos alejamos” y “Movimiento del Hip Hop”, para ese trabajo. Luego, en 2009, participamos en el siguiente proyecto, que se trabajó con este director que ha sido nuestro director en muchos videos: Arturo (Menéndez), quien nos invitó a formar parte de la banda sonora de su cortometraje “Cinema Libertad”. La canción era “Una Ilusión”, que fue la banda sonora o el tema principal de la película. Digo principal porque es el que tuvo videoclip. Hubo otras canciones. Por ejemplo, Jena Jacobsen tenía una canción que se llamaba “Una Luz”, y que formó parte también de la música original del cortometraje.
Luego, como grupo, El Faro nos invitó a participar en un proyecto donde ellos llamaron a nueve bandas nacionales. Cada banda le daba música a una historia periodística montada en un audiovisual, en una especie de video-cómic inspirado en las historias del proyecto de ellos, que se llama Sala Negra. Nosotros hicimos la banda sonora para la historia llamada “La soledad del camino”. La canción se llama “El Destino”. Ese sería el tercer proyecto así, visual, en el que trabajamos.
El cuarto proyecto en el que trabajamos fue “El Espejo Roto”, otro documental que realizó una muy buena amiga nuestra llamada Marcela Zamora. La canción se llama “Héroes” y forma parte de esa producción. Es un documental muy interesante sobre el trabajo de un grupo de jóvenes en la escuela que, a pesar de vivir rodeados de violencia, son jóvenes que tienen intenciones de salir adelante.
Habría un quinto proyecto que no te podría dar con certeza porque yo, lamentablemente, no he podido ver el metraje final de la película “Malacrianza”. Yo creería que fuimos incluidos como parte del proyecto, pero no he podido ver el producto final. “Malacrianza” también fue hecha por Arturo Menéndez. Nos invitó a participar, pero a Arturo le llevó mucho tiempo desarrollar ese proyecto. Nosotros estuvimos en el principio, antes de que la película tuviese la edición final. Pero sí serían esos cinco proyectos en producciones audiovisuales en los que nosotros hemos participado, no necesariamente películas, pero se puede llamar que son largometrajes porque los documentales son igual de extensos. Hemos participado en documentales, cortometrajes y películas de ficción. Ese sería el cúmulo de trabajo que tendríamos nosotros con el cine nacional.
¿Todos los temas empleados han sido pensados para estos proyectos? En los casos que sí, ¿cuál ha sido el proceso creativo?
Bueno, en el caso del tema “De casa nos alejamos” no. En ese caso el proyecto hizo una búsqueda (estoy hablando de “Hijos de la Guerra”). Buscaron música que tuviese, digamos, un contexto social y que hablara acerca de una realidad que ellos quería presentar a través de su material. Digamos que ahí ellos hicieron una búsqueda y encontraron que el tema que había sido publicado tenía algo que decir a nivel internacional y funcionaba perfectamente con lo que ellos, como productores, querían decir.
En el caso de “Cinema Libertad” sí. La canción se hizo inspirada directamente en la película porque el director nos mostró en exclusiva la película antes de ser proyectada. La canción se pensó en ese sentido, para ayudar a mostrarle al público acerca del contenido que tenía el cortometraje. Era un cortometraje que venía a romper la forma de producción nacional. Tiene una calidad visual superior a lo que se hacía en esa época en el país. La canción buscaba ayudar a que la gente conociera de la historia de “Cinema Libertad” y la canción, en sí, cuenta un poco la historia del personaje de la película, pero tiene matices particulares (la canción), aunque está inspirada en un 90 por ciento en el corto.
Respecto al proceso creativo, pues fue básicamente sentarnos a ver la película. Dos de los integrantes del grupo vimos la película. Los otros no vieron la proyección privada. Eso fue algo a propósito en el sentido de que queríamos tener parte de la historia y queríamos que tuviera un origen propio del grupo. Es decir, queríamos que dos personas sí estuvieran influenciadas por el material, pero queríamos que parte del grupo tuviera su esencia en la canción. En el caso particular, fuimos Joaquín Santos y yo los que vimos la proyección. Nosotros inspiramos a nuestros otros compañeros para que ellos hicieran la parte lírica y musical, basándose en nuestra percepción y en nuestra historia. Esa fue una forma particular de crear el tema.
En el caso de “La Soledad del Camino”, ahí sí hubo una compenetración. Primeramente, la mayor parte de la letra fue compuesta por mi persona y el coro fue interpretado por Eddy XP. Eddy no vio la película pero sí se inspiró en mis letras. Yo sí había visto la película y sí escribí los dos versos inspirados completamente en la historia. Fue enfocado en ese material. El proceso creativo fue leer la nota periodística de El Faro, empaparme en la historia de este personaje, que era alguien real. Por cierto, ya está fallecido. Leí acerca del trabajo que había hecho el periodista de El Faro y me adentré en la personalidad de este personaje, que tiene el alias de “El Camino”.
“Desde mi barrio” y “El espejo roto” fueron canciones que nosotros teníamos conocimiento, tanto con Arturo como con Marcela, porque nos conocemos mutuamente. Marcela recibió la propuesta de nosotros porque andaba buscando música. Al principio nos pidió que hiciéramos una canción inspirada en su documental. Nosotros le hicimos la contrapropuesta de por qué no escuchar la canción “Héroes”, porque sentíamos que reflejaba mucho de lo que ella estaba tratando de reflejar en su documental. Ella interpretó la canción de la misma manera al escucharla. Dijo: «esta canción habla mucho de mi trabajo, sin haber visto mi trabajo». De igual forma fue con Arturo en la película, aunque no sé si quedó en el metraje final (“Malacrianza”).
Sobre los procesos creativos, nosotros tenemos una forma muy especial. La música que produce Omnionn —que es nuestro productor de cabecera— siempre nos ayuda a conceptualizar y contextualizar lo que queremos decir. Y creemos que este país, esta sociedad, no presta ganas por contar historias y han sido así los procesos creativos.
En el caso de “Una Ilusión”, la canción se convirtió en un éxito. ¿Cómo recibieron esto?
Eso depende de cómo se defina la palabra “éxito”. Si lo definís como un éxito comercial o popular, la gente tuvo aceptación por el tema y lo tiene. Yo lo definiría más que como un éxito, como un logro que el cine le ayudó a conseguir a la música. Todas nuestras canciones hablan de los temas que tocamos en “Una Ilusión”. Nuestras canciones tienen un contexto bastante crudo sobre las cosas. Y el hecho de que la gente aceptara esa canción nos dio la pauta y lo recibimos de esa manera: que la música realmente tiene aceptación de parte de la gente cuando es sincera. El asunto es: ¿cómo masificás el mensaje? ¿Cómo lográs que tu música llegue de esa manera a tanta gente? Es la gran pregunta que nos surgió. Más que cómo recibimos el éxito, la gran pregunta que nos surge es: ¿cómo lograr que las otras canciones que hablan de temas similares o conexos tengan esa misma dosis de interés por parte del público? Es algo que no se ha logrado hacer, porque la mayoría de nuestros temas no tienen el apoyo que tuvo “Una Ilusión”, a través de un video perfectamente diseñado, realizado, editado, de una producción que ayudó. Ahí creo que fue una ayuda que el cine le dio a la música. Que a través del video se escuchase la letra. Nosotros lo tomamos con esa prudencia, esa madurez. Lo tomamos como un reto: volver a emular esa masificación. Y bueno, la satisfacción de si la gente lo considera un éxito popular, para que pudiera quedar en la historia del país como una canción que formó parte de un soundtrack, pues que sea bienvenido. Nosotros no lo dimensionamos en ese sentido. Nunca lo dimensionamos así y nunca nos hemos vanagloriado ni pensado que descubrimos la rueda. Hay muchos raperos, muchos artistas de rap que en Estados Unidos, por decirte un ejemplo, han logrado conectar música y cine. Y es lo que debería pasar siempre. Las artes deberían de apoyarse unas a otras. Yo creo que el ejemplo de la película “Amores Perros”, de González Iñárritu, con esta agrupación Control Machete, es un ejemplo claro de que la música y el cine son complementarios y que no importa el género sino que transmita algo.
También creemos que toda canción es un éxito. Creo que cuando se define “éxito” en este país es cuando se logra masificar. Y creo que ahí está el pecado que como sociedad tenemos, que no masificamos nuestro arte y eso nos deja carentes de identidad en muchas ocasiones. Yo creo que la gran pregunta es: ¿por qué es que nuestro arte no es masivo y por qué es que nuestra gente no se da cuenta del potencial que tiene el artista nacional? Y la forma en que pueda coadyuvar esto a crear conciencia, reflexión, introspección como sociedad para cambiar, incluso, los índices de violencia. Y por qué no decirlo, fomentar la economía con la industria del arte.
Mencionás la relación complementaria entre música y cine. En su experiencia, ¿el producto final fue satisfactorio? Además, ¿fue un proceso de respeto mutuo?
Que si el producto fue satisfactorio, sí, totalmente. Como base tenemos siempre trabajar en temas y proyectos con los que nos sintamos cómodos y esta no fue la excepción. Nos sentimos cómodos en todos. Si no, no hubiésemos publicado nada. Así de tajantes somos.
Respeto mutuo, claro. Más que respeto, hay amistad con todas las personas que hemos trabajado. Ha habido y se han construido una base de amistad, porque se ha construido un respeto mutuo, porque entendemos la visión de nuestros colegas directores.
Entendemos el respeto mutuo como que nuestras ideas pueden tener matices compartidos con el director del proyecto visual. Tiene que ser así, pues se vuelve un trabajo en equipo.
Cuando hacemos música como Pescozada tenemos una forma colectiva del proceso creativo, pero a la vez muy propia. Sin embargo, al trabajar para un proyecto visual debe cederse un poco para que todos tengamos una sonrisa al final del día. No se puede estar por encima del director de la película. Al final la canción está ahí en función de la película misma. Sin embargo, los directores nacionales han sido muy respetuosos de nuestra visión musical y también se han dejado llevar por nuestra inspiración.
José Antonio González (Cartas a Felice)
¿En qué películas han tenido participación?
En “Malacrianza”. Y en estos momentos escribimos música para “Volar”.
Empecemos por “Malacrianza”, ¿qué significó para ustedes que los buscaran para esta producción?
Lo primero es emoción. Trabajamos con emoción. Quiero decir, cuando uno escribe música trabaja con emociones. Son las emociones parte de los insumos que se ocupan para componer. Y la sorpresa de Arturo llamándonos a nosotros y diciéndonos: «mirá, necesito música de ustedes». Eso nos causó una gran alegría, en una primera instancia. Emoción y alegría también de poder vender o de poder hacer algo con la música que ya tenés, porque ellos a nosotros nos compraron unas canciones.
¿Cuáles canciones fueron las elegidas?
En un principio Arturo había hablado solo de “Ruina” y “Dios mata conejitos”, pero lo que sucedió es que la música de Los Vikings que quería él no las podían usar porque tienen querellas legales, por los derechos de Los Vikings afuera de El Salvador. Y ahí regresó donde nosotros. Nos alegramos de la noticia, aunque pobres Vikings… Y de ahí tomó también “Volcán” y una canción bien especial que casi nadie escucha de nosotros, que se llama “Despiértame”, y que está en Souncloud… o Bandcamp. Es una canción bien triste que es cuando el señor está tirado así bolo en la cuneta.
¿Qué les pareció el uso de la canción dentro de la película?
La canción “Despiértame” fue para mí el momento que más me emocionó de la película. Siento que está bien usada. Esa y la del final: “Despiértame”. Siento que la logró poner acertadamente dentro de su película. La canción cobra otra dimensión. La canción logra expresar lo mismo que la imagen y juntas son otra cosa. Y es bien chivo comunicarte a ese nivel con otro artista. Darte cuenta de que lo que vos querías expresar también está en el universo de él y también le interesa expresarlo a él. Y eso es lindo. Para mí sería, en teoría —y muy modestamente—, la capacidad de crear cultura salvadoreña en otro nivel y de otra forma. Porque cultura es lo que hacemos todos, ¿veá? Pero es bonito pensar que nos estamos comunicando a nivel artístico entre los salvadoreños, que estamos creando arte.
En el caso de “Volar”, ¿la música será exclusiva para esto o son canciones que ya existen?
Es música nueva y sí es para eso. Se está escribiendo ahorita.
Contame del proceso creativo y qué ha significado para ustedes como banda.
Cuando asumimos el reto… Bueno, no sé si es un reto, para mí es un privilegio. Claro, es un reto también. Es un voto de confianza también, porque una realizadora, en este caso, con un producto que se ve bien interesante y una historia bien contada, llega y te dice: «mirá, creo que la parte musical de este sentimiento, de esta historia que yo quiero representar, podría ser producida por vos». O sea, alguna parte de la música, quiera decir. Como banda es un privilegio y estamos muy contentos de formar parte del proceso de “Volar”.
Y el proceso creativo es una cuestión primero enigmática, diría yo. Segundo, que se parece un poco a la carpintería. Es una cosa de prueba y error. Nosotros, los artistas, trabajamos con un pensamiento que hace así… Vos escribís una estrofa, la enseñás y te dicen: «no, para nada», «uy, qué es eso»; y de ahí poco a poco, tanteando en la oscuridad, llegás a algo que podría ser. Tampoco existe una sola respuesta. Personalmente, yo he tratado de proponer algunas cosas y las discutimos, ¿veá? Cada quien tiene la libertad de llevar a los ensayos lo que quiera. En realidad hay una semilla de una canción muy linda por ahí. Eso es lo único que te puedo contar.
Óscar Luna
¿Ha sido satisfactorio para vos, como músico, hacer trabajos para productos audiovisuales?
Lo he hecho cuatro o cinco veces. De esas te puedo decir que dos o tres han sido experiencias buenas. De esas buenas, dos me han dejado bastante satisfecho. Una fue el documental de Marcela Zamora, “El Espejo Roto”. El otro, “Las pequeñas madres de Centroamérica”. Hubo libertad de hacer. Los otros no. Aunque tenía “luz verde” para hacer cosas, era hacer cosas bajo parámetros musicales ya establecidos.
¿Cuáles no?
Uno que hice con la Marcela, el de la masacre en El Sumpul (“Las Aradas: masacre en seis actos”) fue desastroso. Hubiera querido que borraran mi nombre de los créditos. Fue todo corriendo y utilizaron mis piezas en lugares que nada que ver. Las editaron a placer… o tortura. Y la otra que recuerdo no puedo decir que fue ni mala ni satisfactoria. Fue para unos españoles. Me pidieron una pieza con tres momentos. Una vez la aprobaron, me pagaron, y no supe más hasta que me pasaron el link para que viera el documental.
Lo tuyo en estas producciones han sido piezas, no canciones como tal, ¿no? ¿Cómo ha sido el proceso creativo para lograrlas?
Una grupal. Esa fue bien complicada porque quería ser bastante democrático. Todas las demás, solo. Menos complicado.
Normalmente me pasan un corte del video. A veces el director ya sabe dónde quiere la pieza y te dice: «del minuto tal al minuto tal». Otras veces, vos proponés. Y es meterte, loco. Ver el filme o el documental, entender qué está pasando. Hubo dos escenas del centro de San Salvador y mercados donde me tocó hacer algo sabroso, que normalmente no hago, porque no es mi especialidad, pero el instinto te dice que eso es lo que se necesita.
Y, para terminar, si en este país fuera posible, por supuesto que preferiría hacer eso para vivir que hacer lo que hago.
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