Crecí rodeada de historias de guerra. En mi núcleo familiar, en amigos cercanos, en experiencias de trabajo con comunidades y así, aun cuando no la experimenté (o estaba muy pequeña para tener algún vago recuerdo), el tema siempre salía a relucir. A pesar de las duras vivencias contadas, escuchar esos relatos me llenaba de una cierta añoranza de tiempos pasados en los que la vida misma se ponía en riesgo por un ideal.
Hoy en día, el comportamiento del ex presidente Mauricio Funes y del FMLN no solo es una apología al cinismo y al descaro, sino es un irrespeto profundo a los miles de salvadoreños que dieron la vida por ver un país mejor, porque creyeron firmemente que las cosas podían cambiar y aspiraban ver y experimentar justicia —sino para ellos, para quienes veníamos detrás—. Las contradicciones de Funes, la ceguera de la dirección del FMLN, el cinismo hecho persona en Medardo González, el juego de quién acusa al más corrupto, el optar por la salida descarada y fácil es también una bofetada a quienes huyen por la violencia, por la pobreza, porque ya no les queda otra opción, porque el país que les vio nacer se encarga de expulsar a su gente.
Durante la semana pasada recordé con una mezcla de rabia y vergüenza la emoción que sentí la primera vez que voté en las elecciones presidenciales. La emoción se prolongó no solo cuando emití el voto, sino cuando supimos el resultado. Recuerdo incluso que se me salieron un par de lágrimas y elevé una oración en agradecimiento por “haberle dado sabiduría al pueblo salvadoreño”. Me ganó la ilusión. Me ganaron las ansias de creer. “Es evidente que no arreglarán El Salvador en cinco años”, decía y me decía, pero me aferré a la idea que finalmente habría cambios para mejorar.
Jamás hubiese imaginado que siete años después, la persona en quien muchos depositamos nuestra confianza sería el protagonista de un show por asilo político… ¿De qué persecución huye Funes? ¿Por qué, apelando a un mínimo de coherencia, no se queda en El Salvador a demostrar la inocencia que tanto pregona? ¿Hasta dónde llega el cinismo de alguien que se jacta de haber desenmascarado actos de corrupción, que pareciera creerse el presidente más probo y justiciero que hemos tenido y que utiliza la figura de Monseñor Romero indiscriminadamente?
Por si se quiere usar el argumento de siempre, no, no soy de derecha, y creo que hay que ser demasiado cara dura para creer en el cuento de la persecución política de la “derecha oligárquica” y del acto de venganza. Hablar de una posible “muerte civil y política” y “anulación física” es, a mi juicio, agrupar palabras de delirio de alguien que se cree y se hace la víctima. Las constantes contrariedades y mentiras de Funes (porque no existen “verdades a medias”), junto con las palabras con las que se llena la boca (y las redes sociales) todos los días, provocan que se dude de su inocencia. Si él se cree el cuento de que es diferente a los demás que le han precedido, ¿por qué no lo demuestra?
Y no, no me vengan a reclamar que he olvidado los famosos “20 años de ARENA” o que no me indigno por “Saquito” Flores, Saca, Calderón Sol o Cristiani, porque sí lo he hecho, pero la rabia no me llega a este nivel, porque mis esperanzas jamás las tuve en ellos. Viéndolo de un modo simplista: no voté por ninguno de los anteriores. Uno, porque no tenía la edad; y dos, porque de alguna forma, hay algo que me impide considerarlos como una opción (no me veo votando por el partido que fue fundado por el asesino de Monseñor Romero, por ejemplo).
Lo que me supera ahora es que estoy cansada de la hipocresía, de la falacia ilimitada, de la incoherencia desvergonzada. Es cierto que como generación posguerra no tenemos los mejores referentes, pero no podemos continuar permitiendo que el descaro y el cinismo sean nuestros pilares de vida. El panorama en El Salvador es tan desalentador que esto es lo último que necesitamos.
Lastimosamente no hemos sabido encauzar la decepción, la cólera, la indignación y hacérsela saber a quienes nos gobiernan. Porque como leí en un tuit: “nos tienen tan poco miedo a los ciudadanos” que en el país hacen y deshacen sin que la indignación se canalice en resultados. Nos hemos acostumbrado a vivir en medio de falacias y dobles discursos y, como ciudadanos, no nos basta con quedarnos expectantes, sino que incluso nos encargamos de defenderles, de justificarles. Opinamos selectivamente para desacreditar al que no es de nuestro agrado y callamos cuando el que ha realizado lo que criticamos es con quien simpatizamos (un buen ejemplo institucionalizado de la denuncia selectiva es la coalición Aliados por la Democracia).
A veces nos perdemos en debates sobre qué podemos hacer por El Salvador en sus tantas aristas descompuestas, que se nos olvida lo más básico: empecemos por lo más cercano e inherente a nosotros, seamos consecuentes con los principios en los que creemos, consistentes con nuestros ideales. Que el hecho de apoyar un partido político, una ideología, un bando, no nos impida la capacidad de criticar y discernir cuando algo está mal hecho. No hagamos una apología al cinismo y al descaro, no nos dejemos embaucar, no relativicemos las cosas, que no nos gane la indiferencia, sino que el hartazgo se vaya traduciendo en acciones.
Son tantas y tan malas las cosas que suceden en El Salvador, que lo que más nos sobra son razones para indignarnos. Si nuestros funcionarios y exfuncionarios actúan motivados por razones mezquinas, que no seamos nosotros los encargados de perpetuar esa actitud, ya sea con nuestras excusas o con nuestra desidia.
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8 Responses to “Apología al cinismo y al descaro”
Muy bien su ”discurso” y bastante acertado, pero en algo difiero: Usted no votaria por ARENA porque su fundador estuvo involucrado en el homicidio de Oscar Arnulfo Romero; pero claramente Usted manifiesta haber votado por el partido fundado por asesinos, responsables de multiples crimenes y asesinatos; tanto asi que el actual presidente de la republica es presunto responsable de ordenar el asesinato de unos mil miembros de sus propias filas guerrilleras, entonces me pregunto: no le parece esto una doble moral? no va en contra de su juicio de no optar por un partido cuyo o cuyos fundadores son asesinos? O vivimos un caso mas de ”tus corruptos son asquerosos pero los mios no?
yo no deseo opinar acerca de política, por quién he votado y por quién no. Sólo deseo hacer notar que personas corruptas existen en nuestro país de todos los estratos sociales y de todos los colores políticos debido a la gran codicia que impera, si la gente siempre está dispuesta a arrimarse a cualquier buena sombra para lograr una superación económica. Por lo tanto, no veo por qué uno deba hacer una tragedia por lo del presidente Funes, si hay muchos casos de otras personas. ¿ O quizé ellos sí tenían derecho de robarle a los salvadoreños? El filósofo Schopenhauer dice EL INFIERNO DEL MUNDO ES SUPERIOR AL INFIERNO DE DANTE EN QUE CADA CUAL ES DIABLO DE SU PRÓJIMO. Es mejor que califiquemos nuestras propias acciones.
Claro que indigna todo lo que se publica. Estamos expuestos a cumplir la norma del “Ojos que no ven, corazón que no siente.”, sobre todo cuando algunos medios publican desde lo grande hasta lo más pequeño e insignificante de algunas personas a las que por alguna razón, quieren que nuestro corazón sienta a partir de lo publicado. Para decirlo con sus palabras: “decepción, la cólera, la indignación y hacérsela saber a quienes nos gobiernan”. Es toda una reacción natural en el ser humano que por supuesto también ha sido estudiada por largo rato y se puede hacer uso de todo un instrumental mediático para lograr tal reacción. Lo que me pregunto es porque si ya conocemos que en el pasado reciente ocurrieron hechos que han sido realizados desde el poder gubernamental usando mas cinismo y mayor hipocresía, tales hechos no fueron publicados en el mismo nivel de detalle, lenguaje, oportunidad, intensidad y malicia con que han publicado ahora los hechos bajo comentario. Yo creo que a la par de hacer notas como la suya donde de acuerdo a la info conocida tiene calificativo de razonable, tenemos también la obligación de reflexionar si estamos siendo un simple instrumento útil de lo publicado ahora y de lo ocultado antes. La verdad no solo tiene que parecer verdad, también tiene que ser verdad.
Pobre de Ti Gabriela, Pidiendo peras al olmo al votar.
Las historias de los/as protagonistas de la guerra y sus suenios, no alcanzaron para cambiar el pais.
Gabriela, respeto tu decisión de no votar por el partido fundado por D’Aubisson. Pero para ser consecuente, tampoco debes votar por el partido que activamente es manejado por gente que mató en la guerra, el partido que asesinó a Roque Dalton, a Mélida, a Herrera Rebollo, a Rodríguez Porth, a mil de sus propios correligionarios en la región central. Demanda una izquierda moderna, con líderes de post guerra, o que no sean guerrilleros, que no fueran del Partido Comunista, cuya ideología es de la guerra fría, que renuncie al socialismo del siglo XXI.
Bienvenida al mundo real Gabriela. Hay que pasar de la indignaciôn a la reflexión, el debate y la acción. Funes no es el primero, ni será el último en ser sinverguenza. Pero OJO, la ingenuidad en política es inaceptable.
Gracias por escribirlo. Que importante viniendo de alguien joven. Lo que le falta a El Salvador es que nosotros, los ciudadanos nos dejemos de tanta palabrería en discusiones, debates, foros, dándole vuelta a la sopa. Dejar esa polarizacion tan dañina, quitarse los colores y ponerse el azul y blanco. Exigir, expresar, pero actuar. Como en Guatemala, como en Venezuela. No ser agentes pasivos como observadores de bullies. Ya basta.
Los contenidos de este articulo encarnan el pensar de los luchadores por la justicia y desnuda la hipocresía de la clase política.
El espejismo y el continuo teatrillo al que someten la sociedad en donde despliegan campanas para aparecer quien es menos corrupto. El punto no es ese, el punto es combatir la corrupción y la impunidad en un país que alcanza niveles increíbles de más del 90% a la vez que se escucha la frustración e impotencia del sr fiscal general denunciando las cíclicas en el mismo sistema judicial.
Muy buen articulo Gabriela, esperamos los próximos de tu pluma.