Reseña: “Lemonade” – Beyoncé

Beyoncé Giselle Knowles-Carter. 34 años. Cantante, bailarina, modelo, actriz y empresaria. Empresaria, subrayo. En el mundo de la música desde los nueve años. Ahora, convertida en una superestrella, lanzó dos semanas atrás su sexto álbum: “Lemonade” (Parkwood/Columbia). Una producción refrescante para el –cada vez más aburrido– perímetro pop.


Beyoncé era el punto de atención obligado en Destiny’s Child, el grupo femenino de R&B en el que inició su vida pública. Como solista, hizo un buen catálogo musical desde “Dangerously in Love” (2003) hasta “4” (2011), álbumes que contenían varias canciones que funcionaban bien. Algo en ese período indicaba que esta mujer, originaría de Houston, Texas, tenía más que dar. Algo, digamos, con más peso artístico.

Su disco homónimo, “BEYONCÉ” (2013), confirmó la sospecha. La publicación fue sorpresiva. No tuvo campaña de expectación ni adelantos. Además venía acompañado de cortometrajes. Es decir, fue un álbum visual. La grandilocuencia (pop… grandilocuencia pop… el adjetivo es importante, porque en ese contexto debe juzgarse su obra) daba paso al personaje finalmente construido. Una mujer empoderada y con ideas que expresar, sin que esto signifique dejar de ser “radio friendly”, como lo llaman los gringos.

A pesar de esto, confieso, solo me gustaba como concepto, no terminaba de verla cómoda en su rol. Quizá faltaba una dosis más alta de honestidad.

En “Lemonade” lo consiguió. Llegó a su punto de ebullición. Artista pop que entiende su trabajo y explora sus límites. También empresaria que sabe administrar todos sus recursos. Por eso la lista de productores es extensa: Kevin Garrett, Diplo, Ezra Koenig, Jack White, Wynter Gordon, Kevin Cossom, MeLo-X, Danny Boy Styles, Ben Billions, Boots, Mike Dean, Vincent Berry II, James Blake, Jonathan Coffer, Just Blaze, Mike Will Made It. Asimismo la lista de quienes la acompañaron en la escritura y composición de las canciones.

Entonces, ¿cuál es su mérito? Podría señalar, a simple inspección, que su impecable interpretación. Sin embargo, uno de sus productores, Just Blaze, lo explicó en una entrevista brindada a la Billboard. De acuerdo a Blaze, Beyoncé se involucra en cada etapa de la composición, en cada etapa de la producción. Es la directora, la que indica qué expresar y cómo. Y su vena empresarial la lleva a seleccionar a los que considera que son lo mejor para esto.

Entre los detalles, destaco la interesante selección de samplers, donde desfilan: Andy Williams, Yeah Yeah Yeahs, Soulja Boy, Led Zeppelin, Isaac Hayes, Animal Collective, OutKast e, incluso, King Crimson.

Esa selección confirma que estamos ante un álbum ecléctico, pero con una dirección clara. Al que incluso se le puede adjudicar que representa el modelo Kübler-Ross, es decir, las cinco etapas que vive una persona ante la tragedia. Negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Por muchos es conocido que su matrimonio con Jay-Z no ha estado pasando por sus mejores momentos. Algunas revistas llamaron a este disco un gran anuncio de divorcio. Sin embargo, al explorarlo por completo, quizá resulte ser lo contrario. De hecho, la idea queda más clara con los títulos que contiene el video del álbum (recomendadísimo, por cierto): “Intution”, “Denial”, “Anger”, “Apathy”, “Emptiness”, “Accountability”, “Reformation”, “Forgiveness”, “Resurrection”, “Hope” y “Redemption”. Donde, además el hilo conductor es dirigido por los poemas de una keniana de 27 años, llamada Warsan Shire.

En lo musical el disco no tiene desperdicio, aunque la construcción audiovisual le da más fuerza, el álbum se defiende por sí mismo. Es decir, el concepto explica la obra, pero no depende de este.

La experiencia inicia con “Pray you catch me”, canción góspel que recibe al oyente y lo sumerge en un sentimiento de tristeza que pasará al odio o paranoia en “Hold up”.

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Después inicia la etapa ruda con “Don’t hurt yourself”, donde la acompaña Jack White. Transitando entre el rock y el rap. “Motivate your ass; call me Malcolm X”, dirá, haciendo referencia a esta frase de Malcolm X:

“In fact, once he is motivated no one can change more completely than the man who has been at the bottom. I call myself the best example of that”.

La estética amenazante no es gratuita, las líneas finales son:

“Uh, this is your final warning/You know I give you life/If you try this shit again/You gonna lose your wife”.

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Con “Sorry” bajará la adrenalina en electropop, un comportamiento normal posterior a la ira, ¿no? Lo siento, pero no lo siento. Luego, apoyada por The Weeknd, Beyoncé nos lleva a la empoderada y sensual “6 Inch”.

“She works for the money, she work for the money/From the start to the finish”.

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El disco sigue con “Daddy lessons”. El titulo explica la canción. Va sobre sus raíces y su padre, quien la inició en la industria musical. Sus raíces también son expresadas musicalmente, porque se trata de una canción country. El mood cambia de nuevo con “Love drought”, que es muy minimalista e interesante, musicalmente. Ahí subyace la posibilidad de la reconciliación.

“You and me would stop this love drought”.

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El cuestionamiento se agudiza con la balada “Sandcastles”, donde quizá representa la etapa de la “negociación”, porque ella asume su parte de culpa con la ruina de la relación y piensa en lo que sigue. Después llega otra balada, “Forward”, con James Blake y sirve como complemento de la idea anterior.

“Now we’re going to hold doors open for a while”.

El significado obvio contrasta con el del video, que usa esta parte para mostrar a las madres de las víctimas de la brutalidad policial en Estados Unidos.

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En ese espectro de denuncia social aparece “Freedom”, un himno dedicado a las mujeres negras.

“I break chains all by myself”.

Kendrick Lamar tiene una espectacular participación en esta canción.

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“All Night” retoma la temática de la relación. Una canción con elementos funk, de tonalidad optimista… redentora. Acá anuncia que seguirá adelante. Y así llegamos al cierre con “Formation”, el primer single que conocimos de esta producción, con un video brutal, lleno de símbolos. Beyoncé canta al “Black Power” y cierra con definición política “Lemonade”. Este es un título que, por cierto, retomó de una frase de su abuela:

“I was given lemons and I made lemonade”.

Por la construcción cultural, la manera en que los hombres y las mujeres nos enfrentamos a los problemas muchas veces es diferente. Beyoncé en “Lemonade” expresa su parte. Aporta a borrar la imagen unidimensional que se tiene de las mujeres, que busca encasillarlas en “putas” o “santas”, “locas” o “sumisas”. Además aprovecha para expresar sus ideas políticas explícitamente (implícitas están en cualquier producto cultural). Para algunos, ella aún está en la superficie; para otros, solo hace mercadeo. Puede ser, pero lo cierto es que ese gran escaparate pudo ser usado de forma hueca.

Esta limonada es refrescante pero también ayuda a pensar.

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#Música