Desert Trip (Parte III): energía con The Who y denuncia con Roger Waters

En las últimas semanas, Manuel Martínez nos ha ido contando cómo fue cada uno de los días de conciertos en uno de los mejores festivales de música que el año 2016 preparó en todo el mundo: el Desert Trip. Hoy es el turno de empaparnos del tercer (y último) día de actividades y que vio las presentaciones de dos leyendas más de la historia del rock: The Who y Roger Waters.


Hay cosas que no se pueden explicar, como… “tener una sensación interior… de cierta clase… como cuando sientes frío y calor… Sip, justo en el alma”. Y así puede traducirse libremente los versos de entrada de la primera canción que grabó el grupo de The Who en el año 1965 (“I  can’t explain”). Además, ocurrió que precisamente con esa canción arrancó su concierto el segundo fin de semana en el Desert Trip (el 18 de Octubre). Se trata de una canción que Pete Townshend escribió cuando tenía 18 años para una chica de la que estaba prendado y que 50 años después se antoja perfecta para iniciar el recorrido por la actuación de una de las bandas que influyeron considerablemente en el desarrollo del hard rock.

La siguiente en sonar fue “The Seeker” y luego conectaron con los fans de la serie CSI, gracias al tema “Who are you?”, una canción que fue hecha para liberarse de emociones de ira; no sin antes expresar lo que se siente, tal y como lo explicó en una entrevista el guitarrista Pete Townshend, compositor del tema en 1978.

[Lee la crónica del Día I en el Desert Trip]

La interpretación de “The kids are allright” fue magistralmente visualizada con escenas de la película de 1979: “Quadrophenia”, donde Sting (cantante de The Police) tuvo uno de los roles protagónicos. La película tenía como tema central la moda de los años sesenta y, en particular, la de los Mod, que eran fans de las motos vespa y habían sido la inspiración para la canción que terminó convirtiéndose en uno de los primeros grandes éxitos de The Who.

Si la canción “Helter Skelter” —de The Beatles— es para muchos historiadores de la música el punto de partida para el heavy metal, la canción “I can see for miles”—de The Who— fue la que inspiró a escribirla a Paul McCartney. Esto cuando leyó una entrevista a Pete Townshend donde decía que era “lo más ruidoso del rock and roll, la cosa más sucia que habían hecho” en su momento. “I can see for miles” no tuvo mayores repercusiones en las radios de Inglaterra, y algo parecido les sucedió con “My Generation” en Estados Unidos. Pasado el tiempo, al día de hoy, son canciones que no pueden faltar en sus conciertos.

The Who en concierto. Foto del Twitter del Desert Trip.

Daltrey y Townshend en acción. Ellos son miembros fundadores de The Who. Foto del Twitter del Desert Trip.

The Who en concierto. Foto del Twitter del Desert Trip.

The Who en concierto. Foto del Twitter del Desert Trip.

The Who en concierto. Foto del Twitter del Desert Trip.

Pasan los años, pero Pete Townshend conserva mucha energía y la demuestra en sus conciertos. Foto del Twitter del Desert Trip.

The Who en concierto. Foto del Twitter del Desert Trip.

Roger Daltrey es el cantante de The Who. Foto del Twitter del Desert Trip.

Cuando The Who alcanzó la fama, sus integrantes originales apenas salían de la adolescencia. En 1965, Roger Daltrey (cantante) tenía 21 años; Pete Townshend (guitarrista) tenía 20; John Entwistle (bajista), 21; y Keith Moon (batería), 20 años. El primero en morir fue Keith Moon, en 1978, cuando tenía apenas 32 años. Él fue considerado el segundo mejor baterista de todos los tiempos en una encuesta hecha por la revista Rolling Stone. Luego, en el 2002, falleció John Entwistle, quien entonces tenía 57 años y para los músicos de su generación fue el mejor bajista de la historia del rock, comparando su legado en el bajo a lo que hizo con la guitarra Jimi Hendrix.

Por eso, en esta gira acompañan a Pete Townshend y Roger Daltrey en el escenario, John Corey, Loren Gold (teclistas) y Frank Simes —quien funge comodirector musical y multiinstrumentista—; además de la segunda guitarra de Simon Townshend (hermano de Pete); en el bajo está Pino Palladino; y finalmente Zak Starkey en los tambores, de quien es bueno recordar que es hijo de Ringo Starr, y que sale de giras con The Who desde 1994, aunque oficialmente ni él ni los demás músicos son integrante de la banda.

Es necesario destacar a Pete Townshend, un compositor prolífico, creador de distintas óperas rock que son obras muy admiradas por los amantes del rock a lo largo del tiempo. “Tommy” y “Quadrophenia” son estos trabajo, de los cuales tocan en sus conciertos algunos números emblemáticos, como por ejemplo: “See me feel me”, “Pinball wizard”, “5:15”, “I’m one”, “Love reign O’er me” y “The Rock”. Esta última es una pieza instrumental. Fue visualizada con imágenes de personajes y sucesos históricos de los últimos 50 años, desde presidentes de los Estados Unidos hasta leyendas de la música; del muro de Berlín a las Torres Gemelas; mientras The Who hacía un rock visceral, directo y heavy.

Para el final dejaron los temas “Baba O’Riley” y “Won’t get fooled again”, con las cuales los fans de las series CSI New York y Miami volvieron a identificarse. En total fueron21 canciones que mostraron a Pete Townshend y Roger Daltrey con las condiciones de músicos y frontman intactas, las mismas que les convirtieron en rockstars en los días que The Beatles y The Rolling Stones imponían las reglas. Pero The Who supo siempre estar a la altura, como lo hicieron de nuevo en el Desert Trip.

Roger Waters y el arte de ser conceptual

Imagine un paraje nocturno inhóspito, con la vía láctea de fondo, que bien podría ser un desierto y no necesariamente la tierra. Un paraje que bien podría ser el de la luna y que, desde su perspectiva, comienza a avanzar, desplazándose hacia el horizonte, de donde surge una nave —a lo Estrella de la Muerte de Star Wars—; pero sin la certeza de que es una amenaza. Y cuando la colisión parece inevitable, los sonidos que envuelven al aire comienzan a ser familiares. Se reconoce la palpitación, los engranajes, la caja registradora. Y cuando la identificación es total, “Speak to me” se funde con “Breathe”… Es entonces que sabemos que estamos en “el lado oscuro de la luna”.

Aunque la realidad nos indica que estamos en Indio, California, en el Empire Polo Club. Los cinco actos previos —a lo largo de tres días— han visualizado cada una de las actuaciones, aprovechando de las formas más creativas los impresionantes 73 metros de ancho y al menos cinco pisos de alto de pantallas LED del escenario. Esta vez es el turno de Roger Waters (fundador e insignia de la banda Pink Floyd), quien sostiene la gran tradición de esta agrupación inglesa, la de haber sido una de las bandas de rock pioneras y que hizo a un lado las coreografías y le puso énfasis a la iluminación para “vestir” su música. En la actualidad, Roger continúa usando al máximo todos los recursos técnicos y lleva su concierto a otro nivel, al envolver a la audiencia de una forma indescriptible, como por ejemplo con el surround de torres de sonido esparcidas a los largo y ancho del recinto; y también con toda la artillería que le proporciona el vídeo mapping, la animación, la edición digital de audio e imágenes y la creatividad de los artistas gráficos e ingenieros que han “pintado” nota a nota. Sobre el escenario se sincronizan imágenes y canciones para convertir el recital en una experiencia que va en aumento con las temáticas de las canciones.

[Lee la crónica del Día II en el Desert Trip]

Para cuando sonó “Wish you were here”, se experimentó la sensación de que sobrevolaban helicópteros sobre el Empire Polo Club, rodaban sirenas y una alarma terminó abruptamente la canción. Todo eso con la magia sonora de un surround que es indescriptible. Y la alarma seguía sonando a manera de “intermedio”. Continuaron las sirenas y los efectos de sonido de confusión, de emergencia, mientras en las pantallas aparecía el edificio que emulaba la “Battersea Power Station”, con todo y chimeneas humeantes. Frente a nosotros se emulaba la portada del álbum “Animals”; y las notas de guitarra que sirvieron de introducción a “Dogs” lo confirmaron. Fue el inicio del momento activista. En ese momento aún faltaban tres semanas para las elecciones presidenciales en Estados Unidos y la canción “Pigs (Three different ones)” fue dedicada íntegramente a Donald Trump; con imágenes en gestos grotescos, pero sobre todo mostrando en las pantallas las frases célebres del magnate, desde que comenzó su campaña y, por supuesto, paseó entre el público el cerdo volador con el rostro del candidato, la imagen del que ahora es el presidente estadounidense, en gesto de festejo, alardeando su victoria con los integrantes del Klu Klux Klan.

Parte del espectáculo de luces del concierto de Roger Waters. Foto del Twitter del Desert Trip.

Parte del espectáculo de luces del concierto de Roger Waters. Foto del Twitter del Desert Trip.

Para el tema “Another brick in the wall”, aparecieron en el escenario distintos niños. Y en el momento del coro de la canción lucieron sus camisetas negras que portaban la frase (en español): “derriba el muro”, mientras el cerdo volador seguía volando lento y bajo, como presagio de la amenaza inminente que hoy es una realidad.

Roger Waters es un artista que ha explorado conceptos, ha partido de la poesía y ha llegado a la música o viceversa. Waters ha abordado preguntas existenciales, ha mirado a la sociedad y sus afanes; ha hecho planteamientos de todo eso desde la lucidez, de quien ha tenido la experiencia de producir arte con un desquiciado como compañero de viaje; y ha chocado frontalmente por esas cuestiones con los demás integrantes de Pink Floyd. Y a pesar de que hace tiempo buscó firmar la paz con ellos, aún mantiene las distancias artísticas, lo que no le impide rendirles tributo con imágenes, particularmente a los que ya no están. Su concierto tiene la combinación de teatralidad y tecnología que hace reconocer lo atemporal que se ha vuelto la música y el mensaje de Pink Floyd.

He pasado tres días en el desierto. Esquivé el sol y esperé con ansias cada atardecer para peregrinar junto a miles de devotos al oasis donde me sumergí en sus fuentes; y me dejé llevar por sus corrientes. Hacerlo fue como viajar en el tiempo y volví a experimentar emociones que llevo en mí desde la infancia. Vibré como lo hice tantas veces de adolescente y he apreciado la importancia que tiene la música en la vida, la música de Neil Young, de Bob Dylan, de los Rolling Stones, de Sir Paul McCartney, de The Who y de Roger Waters. Todo eso —y más— fue para mí ese viaje al desierto del valle de Coachella.


*Todas las fotos/Twitter del Desert Trip Festival.

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