El inventario de la derrota del FMLN

El partido que gobierna El Salvador fue derrotado por sus mismos electores. Desde el año 2000, el FMLN contaba con una cantidad de diputados con quienes podía condicionar las decisiones trascendentales de cincuentaiséis votos en la Asamblea Legislativa. De obtener entre treintaiuno y treintaicinco escaños durante seis elecciones -dieciocho años-, la izquierda ahora apenas ha alcanzado veintitrés. La caída en el número de votos a favor es dramática. El FMLN perdió la alcaldía de la capital, San Salvador, y está por caer de ochentaicinco municipios gobernados a setentaiuno. Arena, la oposición, mientras tanto celebra una victoria hueca que le ha hecho ganar más con menos votos y se ha repartido los despojos del FMLN con otros partidos como el PCN y el PDC.

Foto FACTUM/Salvador Meléndez


El FMLN se derrumbó en las elecciones del 4 de marzo de 2018. El partido que representa a la izquierda mayoritaria en El Salvador resultó derrotado en los comicios parlamentarios. No pudo mantener la llave para negociar las grandes decisiones que se toman en la Asamblea Legislativa. Los veintitrés escaños que le dan los resultados preliminares -ocho menos que la elección pasada- no le son suficientes para condicionar la mayoría calificada.

Perdió la alcaldía de San Salvador, la principal municipalidad del país, con un nuevo récord de menos votos que los obtenidos en 1994, cuando participó por primera vez en una elección luego de ser guerrilla y perdió contra Arena, que en aquel entonces era el partido en el gobierno. Con el cien por ciento del escrutinio preliminar, el FMLN puede perder hasta veintinueve alcaldías de las ochentaicinco que administra, aunque ganaría otros quince nuevos municipios.

La derrota de la izquierda es general: Menos votos que en elecciones anteriores. Menos diputados. Menos alcaldes. Y el escenario para la presidencial de 2019 se le complica todavía más. La dirigencia del partido emitió un comunicado escueto en el que reconoció los resultados preliminares y dijo que entrarán en una “reflexión responsable y profunda” para comprender el mensaje de los electores, aprender las lecciones y “corregir lo que sea necesario”.

La encerrona de la izquierda tras la derrota del domingo 4 de marzo podría culminar con el retiro de dirigentes o incluso con una escisión entre las corrientes que han apoyado a distintos aspirantes a la presidencia en los últimos meses, según dos fuentes cercanas al partido en el gobierno. En un video publicado por La Prensa Gráfica, uno de los principales dirigentes del FMLN, José Luis Merino, insultó durante una reunión entre efemelenistas a los malos empleados públicos por su desempeño en las instituciones de gobierno y les hincó parte de la culpa por la debacle electoral.

Los funcionarios del partido en la Presidencia de la República han enmudecido. Excepto el secretario de Comunicaciones, Eugenio Chicas, que reconoció el mensaje con “mucha dureza y mucha claridad” que los electores le enviaron al FMLN y admitió una equivocación de la izquierda por no saber escuchar ni acercarse a la población en estos años de gobierno. Fuera de esos ecos de la derrota, el silencio efemelenista puede ser el preludio de cambios estructurales en el partido. Los medios de comunicación con líneas afines al FMLN no tienen en su agenda el tema de la derrota del domingo pasado.

Desde los primeros momentos del escrutinio preliminar fue evidente que el FMLN obtendría resultados adversos en la elección del 4 de marzo.
Foto FACTUM/ Salvador Meléndez.

El FMLN en la nada

La izquierda, en sus nueve años de gobierno, pudo gozar de una correlación de fuerzas en la Asamblea Legislativa para lograr la mayoría calificada de cincuentaiséis votos para tomar decisiones importantes como las elecciones de funcionarios de segundo grado -magistrados de la Corte Suprema de Justicia y el fiscal general, como las más importantes- y las ratificaciones de préstamos millonarios para el estado y la aprobación de los presupuestos generales de la nación que necesitó cada año el órgano ejecutivo, administrado por el FMLN.

El partido contó desde 2009 con diputados aliados de los partidos bisagra de derecha como GANA, PCN y PDC, no solo para alcanzar la mayoría simple de cuarentaitrés votos para elaborar y reformar leyes, sino también para la mayoría calificada. El FMLN, en su segunda presidencia, incluso admitió en su gobierno a delegados de GANA como parte de la alianza electoral que hicieron con Antonio Saca, expresidente de El Salvador entre 2004 y 2009 y candidato a presidente en las elecciones de 2014, que sumó para hacerlos ganar ante la opositora Arena.

El desastre electoral para el FMLN, que le podría dejar como máximo veintitrés diputados a escala nacional, lo deja en su segunda mayor desventaja desde 1994, cuando incursionó a la política salvadoreña luego de ser guerrilla y obtuvo veintiún diputados. La dificultad mayor para la izquierda ahora será convencer a los grupos parlamentarios de GANA, del PCN y del PDC, o al único diputado del CD o al primer diputado no partidario de la historia, para poder aprobar sus iniciativas legislativas con la mayoría simple de cuarentaitrés votos.

Convencer a diputados de Arena -luego de afianzar los votos de todos los demás- para que el FMLN logre la mayoría calificada para las otras decisiones más importantes es casi un imposible. Y, en cambio, si todos los demás partidos quieren unirse para hacer mayoría simple y mayoría calificada, pueden prescindir de los votos efemelenistas en el congreso.

Las últimas encuestas antes de las elecciones del 4 de marzo, como la del Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA, reflejaron que el FMLN estaba debajo de Arena en la intención de voto. El escenario, desde un principio, pintaba mal para la izquierda. Pero no solo por estar detrás de su opositora, sino porque en más de una década no se mostraba un desencanto tan grande contra los partidos políticos. La víctima principal fue el FMLN.

Las expectativas que despertó la izquierda con la asunción de Mauricio Funes en el órgano ejecutivo desde 2009 fueron en caída los años siguientes. Los programas sociales enfocados en la asistencia gratuita de uniformes, zapatos, útiles escolares y alimentación para los alumnos de los centros escolares han sido una de las banderas más grandes con las que ha gobernado el FMLN en los últimos nueve años. Pero la promoción gubernamental de los aciertos de la izquierda no se ha podido capitalizar por los casos de corrupción en que han estado involucrados miembros del partido. La pobreza y, peor, la violencia -principalmente la generada por las pandillas- han sido obstáculos insuperables para el gobierno.

El FMLN no solo tuvo en contra a Arena, sino a sí mismo.

En esta legislatura, los diputados, en representación de los partidos políticos, van a elegir a cinco magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Cuatro de esos nuevos magistrados ocuparán la Sala de lo Constitucional -el organismo más importante del poder judicial- por nueve años. El FMLN, con su número pírrico de diputados, no tiene la fuerza política para incidir en esa decisión.

La selección de abogados aspirantes a magistrados incluye a los de la Unidad de Abogados por la Justicia y la Democracia (Unajud), una asociación que reúne a profesionales vinculados con la corriente del FMLN. Los abogados Tito Zelada (expresidente del CNJ), Jesús Rivas Sánchez (exmagistrado del TSE), Rogelio Canales (director ejecutivo del CNR) y Jaime Martínez (director de la ANSP) solo tendrían el apoyo de veintitrés diputados del FMLN en la Asamblea Legislativa si llegan a ser parte de las listas de candidatos.

La Sala de lo Constitucional, a la que organizaciones sociales han defendido de ataques del partido de izquierda desde 2009 y de la que han proclamado su independencia, ahora puede estar en manos, por completo, de la derecha. Sin incidencia en las elecciones del órgano judicial, con una minoría insignificante en el congreso y con las elecciones presidenciales cuesta arriba, el FMLN se prepara para ser un espectador de lo que decidan los partidos de derecha al menos en los próximos tres años.

Neto Muyshondt (centro) celebra junto a los pre-candidatos presidenciales de ARENA, Gustavo López (izquierda) y Carlos Calleja (derecha) en el centro de votación de la Escuela Concha Viuda de Escalón en San Salvador. Se coló en la foto la diputada Margarita Escobar.
Foto FACTUM/ Salvador Meléndez.

La victoria hueca de Arena

El principal partido de la derecha en El Salvador, mientras tanto, celebró a lo grande el aumento de escaños en la Asamblea Legislativa y una cantidad extra, modesta, de alcaldías en el país. Arena ganó mucho con poco, como lo planteó un análisis de Revista Factum de mediados de febrero. Los electores también le expresaron a Arena su descontento, aunque con una menor magnitud -mucho menor- que hacia el FMLN.

Arena se hizo de treintaisiete escaños en el congreso, dos más que en la elección anterior, y con la posibilidad de conseguir uno más en el departamento de San Vicente a costa de GANA, que lleva la delantera por apenas veintitrés votos. Incluso, en Sonsonate, aunque con menos probabilidades, Arena podría encontrar a su diputado número treintainueve si le logra arrancar en los residuos una curul al FMLN. En el escrutinio final pueden suceder correcciones sobre actas que podrían alterar las diferencias más apretadas que resultaron en el escrutinio preliminar.

Pero el aumento de diputados es ilusorio respecto al número de votos obtenidos. Arena logró el voto de 857,892 salvadoreños para las elecciones legislativas del domingo pasado. Una cantidad más baja si se compara con los 923,063 de 2015 o con los 897,054 de 2012, para la misma elección.

Arena ganó la alcaldía de San Salvador con seiscientos sesentaiséis votos menos que en 2015, cuando la perdió contra el FMLN. De hecho, la caída estrepitosa del FMLN en San Salvador el domingo pasado fue por 53,291 votos menos que los que obtuvo en 2015. La izquierda en la capital logró apenas 35,873 votos, casi tres mil votos menos que los que recibió en 1994, la elección en la que había reunido menos electores a favor en su historia como partido político.

El partido de derecha puede perder alrededor de veintisiete alcaldías de las ciento treintaidós que gobierna desde 2015. Aunque estaría por ganar en treintaiún municipios donde no gobernaba, la mayoría arrancados al FMLN. Arena podría administrar hasta ciento treintaiséis alcaldías desde el 1 de mayo de 2018, si se oficializa el dato en el escrutinio final.

El presidente de Arena, Mauricio Interiano, mencionó en una entrevista con La Prensa Gráfica que los areneros deben tomarse con “humildad” los resultados. Pese al discurso triunfalista, los números para Arena no son los mejores.

Los beneficiados del desastre

Los partidos bisagra GANA, PCN y PDC mejoraron en su desempeño electoral. Recibieron más votos que en ocasiones anteriores. La campaña por el voto nulo, si bien registró su efecto al superar por más de 150,000 los contados en 2015, no fue determinante como causa única en la derrota del FMLN. De hecho, el descontento hacia el partido de izquierda no solo se pudo haber capitalizado en votos nulos y abstenciones, estos tres partidos aprovecharon la ruptura del FMLN para sumar preferencias a sus banderas.

El PCN, después de Arena, es el que registra los números más felices en las elecciones de diputados y alcaldes de 2018. Ha logrado sumar dos escaños a los seis que ya tiene. Perdió siete municipios de los 18 que gobierna desde 2015, pero ganó quince nuevas alcaldías, incluida la cabecera departamental de Cuscatlán, Cojutepeque, que se la arrebató a Arena por cuarentaicinco votos. De hecho, la mayoría de nuevas alcaldías que gobernará el PCN se las quitó a Arena.

Los despojos del FMLN han sido aprovechados principalmente por el PCN y por el PDC, que añadirá dos escaños más al que ya tiene en la Asamblea Legislativa. También por CD, que ha regresado al congreso con un diputado, y hasta el candidato no partidario Leonardo Bonilla, que entró por el sistema de residuos.

Detalle de votos nulos en el centro de votación del CIFCO, en San Salvador.
Foto FACTUM/ Salvador Meléndez.

Más nulidades en las urnas

Los votos nulos en las legislativas de 2018 fueron 178,538. El aumento comparado con la elección de diputados de 2015 es por casi por ciento treinta mil votos, más del cuádruple de papeletas. Las abstenciones o los votos que no fueron marcados por quienes llegaron a votar fueron 47,822, solo unos seis mil votos más que en la elección pasada.

El porcentaje de nulos y abstenciones, juntos, frente a los votos válidos para esta elección fue de 11.09 por ciento. El récord histórico de nulos y abstenciones en elecciones legislativas era de un 7.70 por cierto que ocurrió en 1994. La campaña que promovió el voto nulo rindió su efecto en el aumento de este tipo de votación, aunque no con las expectativas de reunir hasta el doble de lo que se registró.

El ausentismo formal fue de 56.22 por ciento. La participación de votantes bajó respecto de otras elecciones. Aunque, en la práctica, la base del padrón electoral es fluctuante a partir de que se cierra alrededor de seis meses antes de la votación. En ese período, hay salvadoreños que fallecen por cualquier causa, hay personas que son desaparecidas, hay otras que migran fuera del país. El padrón no se actualiza con estos incidentes, por lo que el número real de votantes, el día de la elección, siempre va a ser menor que el que refleja el registro.

La autoridad electoral tampoco retira del padrón a los reos que aún no han recibido condena, pero por estar encerrados no tienen acceso a las urnas. Tampoco se excluyen del padrón a los pacientes ingresados en los hospitales públicos y privados el día de la votación. Tampoco quedaron fuera alrededor de cuatrocientos mil duis que estaban vencidos y cuyos titulares no renovaron y no pudieron votar. Por estas variables, entre otras, la participación del 4 de marzo podría tener un porcentaje auténtico mayor que el de 43.78 por ciento.

La atribución exclusiva de los porcentajes de nulos y de la ausencia de votantes a una sola campaña no encuentra sustento ante la diversidad de variables por las que los otros salvadoreños no estuvieron en las urnas o por las que sus papeletas, en menor incidencia, quedaron anuladas.

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