Lo insólito, lo pérfido y lo encomiable de la Eurocopa 2016

La Euro Francia 2016 se fue. Terminó. Pero dejó en la retina de los hinchas y amantes del fútbol estampas, goles y escenas que pasarán al anecdotario. Son recuerdos que serán trasladados a  las nuevas generaciones por los escribanos  del deporte rey.  Además,  el torneo fue el experimento para introducir  el uso de la tecnología en el campo  y modificar el reglamento respecto a las normas que rigen el fuera de lugar.


Todo el color de las hinchadas que buscan su propio cetro,  que instauran una que otra moda, elevan un canto que se expande en avanzada  a los lugares más recónditos. La EURO 2016 fue un torneo insólito que marca el devenir de futuras competencias; pero también volvieron sucesos lamentables que lo mejor sería sacudirnos del subconsciente.

En Revista Factum hacemos nuestra  versión de la clásica obra de Sergio Leone: “El bueno, el feo y el malo”. Enumeramos así lo que la fiesta continental del viejo mundo nos dejó como lo insólito, lo pérfido y lo encomiable. En los párrafos siguientes se pone  de manifiesto que el fútbol no es solo un colectivo de once atletas corriendo por un balón, sino una forma de expresión de países, sociedades y, por difícil que parezca… hasta de  políticos.

En tiempos en que la mercadotecnia, los patrocinios y las grandes marcas ejercen una influencia  cada vez más avant-garde en la estética de los futbolistas, resulta impensable ver a un arquero atajando con unos pants, cuanto menos de “domingueada post gomática”. Y sí, esto ocurrió. Se trata de la pintoresca vestimenta del guardameta  húngaro, Gabor  Kiraly, que además, se agenció el récord de ser el jugador más longevo  en disputar una Eurocopa, con 40 años.  Todo un hito a vencer, partiendo de lo físico y la aparición de futbolistas cada vez más jóvenes en la élite futbolística.

Hay de manías a manías.  Las hay cabalísticas e inconscientes.  El técnico de la selección alemana, Joachin Low, puso de manifiesto que es casi imposible ir en contra de ciertas leyes naturales. Ciertos actos reflejos que son primigenios.

El entrenador teutón  fue captado por las cámaras —en más de un partido—  introduciéndose  las manos  en  sus partes íntimas para luego olérselas, y repitiendo el ritual, como esperando obtener las respuestas o alguna iluminación  para descifrar la estrategia  rival.

El lunar de esta Euro  tuvo lugar en  el triste empate 1-1 entre Rusia e Inglaterra. En un juego que parecía desafiar la lógica, ambas selecciones parecían no querer ganar. Pero sus hinchadas sí querían ganarse un lugar en los anaqueles de la historia, en ser  recordadas como las  únicas energúmenas que  protagonizaron  una batalla en campo traviesa en la ciudad de Marsella. Destruyendo parte de  los café y bares de la zona de Puerto Viejo, en las inmediaciones del Velódromo.

La reyerta dejó un saldo de más de 35 heridos, ocho detenidos y tres policías con heridas de consideración.  Uno de esos heridos es un inglés de 60 años, que aún se encuentra en estado de coma, producto de los traumatismos en la cabeza.

La UEFA abrió un expediente en contra de las federaciones (inglesa y rusa) que amenazó con expulsar a los dos  combinados. Igual no fue necesario, Rusia se quedó en la primera ronda e Inglaterra en octavos de final; y por si fuera poco, esta última se llevó en denostado título de la gran decepción.

Otra mancha —menor en comparación a los desmanes de Marsella— ocurrió en el partido que enfrentó a checos y croatas. Esto hizo que las autoridades francesas se replantearan los protocolos de seguridad, ya que los ultras croatas lograron ingresar bengalas muy prohibas en todos los estadios de Europa; y las lanzaron en los estertores del partido. Esto ocasionó una pequeña alarma en el encuentro.

B de “bueno”

Es necesario comenzar con la letra B, sí, la de Bale. “Los dragones” galeses se dejaron sentir e invadieron de casacas rojas los estadios franceses. En cada juego, los aficionados tapizaron de rojo y cánticos a su selección.

Los galeses llegaron con un perfil bajo, casi mudo. Nadie supuso que los peninsulares serían una selección a temer. Sin embargo, estuvieron muy cerca de meterse en la fiesta grande, pero Portugal les arrebató el sueño; no sin antes haber pasado por muchos sustos. Porque si algo demostraron Gareth Bale, el “cañonero” Ramsey, Joe Allen  y compañía, fue  el espíritu deportivo y gallardía con la que compitieron.

Para el cierre, lo mejor. Sin duda alguna, la parte musical del torneo fue la que se llevó el protagonismo. El saludo vikingo de Islandia, un motete primitivo y el choque de las palmas que remontan a los  tiempos del martillo, el trueno y el acero. Sin duda, se convertirá en un canto épico, al punto en que en la final veríamos cómo el público francés imitó esta manera de apoyar a su selección. Islandia llegó al torneo con el cruel adjetivo de ser la debutante, pero si algo supo hacer este combinado fue ganarse el respeto y el beneplácito del público, y con justos méritos.

Este equipo desplegó un fútbol veloz, de corte inglés. Mostraron una voluntad de acero, como “hijos de Odín”. Llegaron con más enigmas que certezas, pero su orden táctico y eficacia en las oportunidades de gol pudo desplazar a Portugal la segunda posición del grupo F y se despachó, ni más ni menos, que a los ingleses. Finalmente cayeron ante los locales, Francia. No sin antes evidenciar un gran amor a su camiseta. La despedida de los nórdicos fue para  erizar la piel de cualquiera. 

*Foto destacada, tomada del Facebook de la UEFA.

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