La Liga de la Justicia: El clímax del Universo DC en desarrollo

El fin de semana pasado se estrenó en las carteleras de cine la película La Liga de la Justiciael ansiado crossover que unifica en pantalla a cinco de los superhéroes más populares de la franquicia DC Comics. Estas son las primeras impresiones que nos deja el estreno de este filme, así como también un recorrido de las películas que vimos antes y que nos han llevado al clímax de este universo.


DC Comics merece un lugar especial en el corazón de los fans de las historietas de todo el mundo. Esta es, sin duda, una de las compañías más emblemáticas y que ha producido una infinidad de historias, un panteón de héroes lo suficientemente nutrido como para generar mil películas, si así lo quisieran.

Un universo de historias tan prolífico representa una tentación para los estudios hollywoodenses. Se trata de historias desarrolladas, con personajes conocidos y con un séquito de fans ansiosos por ver a sus héroes en la pantalla grande. Esto resulta, definitivamente, irresistible.

Desde que comenzamos este camino —junto Man of Steel, en el año 2013— iniciamos un espectáculo presentado en distintas escenas, así como una obra de teatro se divide por actos. Primero, vimos al atormentado Todopoderoso, que sabiendo que la humanidad es corrupta y maliciosa y que se contrapone a su deseo de una mejor sociedad, opta por no usar su fuerza (casi ilimitada) para corregir; y en su lugar, elige la compasión, la esperanza y el paternalismo infundado de los valores arraigados en su moral a la estadounidense, todo lo que el sueño americano ha querido ser siempre.

Y tenemos que ser justos. En un inicio, el careo con estos héroes que el publico creía conocer fue para el ojo inexperto —más no para el lector y ávido fan— un espectáculo confuso, donde quizá su máxima referencia era el Superman de Christopher Reeve, el bonachón que salía campante de cualquier situación, que conocía su lugar en el mundo y lo aceptaba con alegría y resignación. En cambio, vimos en el Superman de Henry Cavill a la duda, el miedo e incluso el desprecio para la raza humana que el héroe llega a sentir en innumerables cómics.

Luego llegó el “Clash of Titans” de este universo: Batman vs Superman: Dawn of Justice (2016) fue la apuesta más ambiciosa de todas las películas DC. Es el enfrentamiento de dos de los héroes más queridos de la editorial/estudio. La película es, hasta cierto punto, lenta. Se centra en explicarte los motivos de ambos personajes para odiarse y luego los motivos para terminar luchando hombro con hombro en aras de salvar a la humanidad. Todo ello sazonado con la peor interpretación que he visto en mi vida de Lex Luthor (Jesse Eisenberg), pero levantado con la breve pero importante aparición de Wonder Woman (Gal Gadot), que desde ahí se perfilaba como el personaje que llevaría en sus hombros el éxito de toda esta franquicia.

Lo que no comprendimos de esta película (BvS) es que era —como dije antes— tan solo un acto de una obra mucho mayor, una pieza clave (como ninguna otra) en esta historia. En su momento, el director Zack Snyder fue cuasi vapuleado por la crítica “conocedora” —yo incluido— por haber presentado una historia cargada de diálogos y poca acción, y cuya coherencia quedaba en duda. ¡Cuán equivocados estábamos!

Y esa equivocación quedó clara cuando se estrenó Suicide Squad (2016), la cual (siendo sincero) es el punto más bajo de toda esta ecuación, el trago más amargo de toda esta sopa llamada Universo Cinematográfico DC. De esta película se rescatan algunos personajes que pueden funcionar en futuros filmes (Harley Quinn y Deadshot), pero que hasta ahí no aporta nada más.

La importancia de Suicide Squad es el hecho de que se nos da lo que algunos fans pedían: un universo colorido, lleno de gags y fan service, con una historia simple y un desarrollo sencillo, donde el resultado al final es el que todos conocemos.

Vendría entonces Wonder Woman (2017), la película que de la mano de la directora Patty Jenkins terminaría por encaminar un universo que hasta ese entonces era desordenado y confuso. Es aquí donde queda claro que esta historia —al menos la que se nos ha contado— es sobre el dilema del héroe, que teniendo los recursos, poderes o habilidades, puede salvar a otros pero no a sí mismo.

Wonder Woman es, para mí y de momento, el punto más alto de toda esta saga. Es lo que da sentido y logra conectar con el público de una manera casi inmediata. Es también la película más entretenida de todas ellas.

Y luego de todo este recorrido apareció desde la semana pasada el ansiado crossover: La Liga de la Justicia (2017), el clímax de esta historia, los héroes decididos a salvar a la humanidad a costa de sus vidas, la historia donde la muerte de Superman (a manos de Doomsday) será el hilo conductor de todo el guion, un hilo de conmiseración que se toma gran parte del filme.

Este es el afiche oficial de la película “La Liga de la Justicia”.

Acá es donde comenzamos a echar de menos  a Zack Snyder, quien tuvo que hacerse a un lado como director de esta película debido a un suceso triste y doloroso en su vida personal, el suicidio de su hija. De esta forma dio paso a la dirección de Joss Whedon, conocido por su trabajo en la primera película de The Avengers, un producto de Marvel Studios, rival natural del estudio.

Sin embargo, hay varias escenas con la firma y esencia de Snyder, un sello impregnado en la mayor parte de la cinta. Se puede notar la diferencia del retoque de postproducción que hizo el equipo dirigido por Whedon, quien decidió colocar los descansos argumentales y los gags que alivian la tensión de la historia para hacerla más “digerible”.

Si bien conociamos a Batman y Wonder Woman, quedaba por conocer a Cyborg (Ray Fisher), Flash (Ezra Miller) y Aquaman (Jason Momoa). Entre ellos, el que más destaca es Cyborg, ya que su rol en esta película resulta crucial. Lo más loable de este personaje es que a pesar de tener un espacio limitado para contar su origen y motivaciones, es el que mejor resuelve; y es el superhéroe más interesante de todo  el conjunto. Definitivamente te deja esperando su filme en solitario.

Sobre Flash, no cometeré el error de compararlo con el personaje de la serie de televisión. Ezra Miller hace un esfuerzo por darnos a un Barry Allen gracioso, que por momentos es incluso hasta molesto. Si se desconoce al personaje, se puede caer en la trampa de creer que la interpretación es la molesta, cuando es en sí Barry Allen el que termina por exasperar con su personalidad a sus compañeros. Se trata de un héroe en desarrollo que se perfila como el hilo conductor de futuras sagas (estoy cruzando los dedos para que sea Flashpoint Paradox).

Aquaman es quien terminó sufriendo más los embates de los recortes de escenas en postproducción. Este es un personaje que se ve que da para más, pero que “gracias” a la postproducción terminó siendo recortado y no pudo conectar con la audiencia. Esperemos que sí lo logre en futuros proyectos, porque tiene el potencial.

Steppenwolf es el villano de la película y su objetivo es prácticamente secundario. Su papel es ser la “amenaza” que traerá a otra más grande: Darkseid, la cual solo es mencionada y no llegamos a ver, pero que da el  pie para la creación de la Liga.

Algo que si funcionó bien fue la introducción de los próximos personajes de esta franquicia: Shazam! y Linterna Verde. Sin cargarlos en la historia, los vemos como parte de un flashback y no son en sí cameos. Mas bien, son promesas. Llegarán pronto y formarán parte de los “buenos” en un futuro.

Como espectadores de esta era dorada del cine de superhéroes, debemos plantearnos la pregunta: ¿qué esperamos de una película de este subgénero? Es decir, en los noventas solo añorábamos ver a más de un solo héroe en la pantalla gigante de un cine, y nos conformábamos con las versiones animadas de estos. Hoy en día tenemos hasta seis películas de superhéroes por año. Esto es, sin ánimos de exagerar, un sueño hecho realidad.

También debemos recordar que en los cómics hay distintas versiones de los personajes y sus historias, así que la comparación directa entre un Batman y otro, por citar un ejemplo, es inútil. Al final, hacer estas comparaciones nos termina privando de disfrutar la obra que tenemos enfrente.

La Liga de la Justicia resuelve. Es muy buena. Posee escenas de acción bien elaboradas, un soundtrack con guiños a películas pasadas; con personajes de gran potencial y que fácilmente pueden tener franquicias propias. Si bien es una película con muchos diálogos, no aburre y termina en lo más alto del clímax: la formación de la Liga en sí. Pienso que esta era la meta al final. Desde acá se marca el punto de partida de un horizonte inexplorado, atractivo y a la vez emocionante, justamente como deben de ser las películas basadas en superhéroes.

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