Régimen, ¿para qué?

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Si El Salvador es ahora un país muy seguro. Entonces, ¿cómo se justifica que, durante 30 meses consecutivos, la Asamblea Legislativa continúe suspendiendo derechos fundamentales de los ciudadanos? El régimen de excepción debería ser derogado. No seguir más. Esa es la principal conclusión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en un reciente informe. 

Pero el documento va mucho más allá. 

En pocas palabras, la CIDH le pide al Estado salvadoreño que se deshaga de esa política que, si bien ha llevado una sensación de seguridad a muchas familias, también ha llevado luto, desamparo y desprotección a muchos cuyo único delito es vivir en una comunidad estigmatizada o, en el peor de los casos, a muchos cuyos cuestionamientos o preguntas son amenazas para un gobierno que no admite ningún tipo de obstáculo.

El régimen ha encarcelado a miles de salvadoreños y salvadoreñas. Ha detenido a cientos de personas perfiladas como miembros de pandillas, como también a quienes han sido capturadas por grabar a policías o porque a un policía, sin ningún tipo de prueba, le parece que una persona “luce como pandillero”. O mantiene presos a quienes, incluso, tienen una carta de libertad bajo el brazo. 

La Comisión aboga, entre otras cosas, porque los salvadoreños no sean tratados como criminales antes de ser vencidos en juicios, que los jueces muestren sus rostros o que no haya tratos degradantes en las cárceles. 

También pide que garantizar la seguridad de la sociedad no implique sacrificar las garantías más básicas. Es un falso dilema pensar que no se puede combatir la criminalidad respetando las leyes y los derechos más básicos. 

Si bien su solicitud está amparada en el derecho, en la racionalidad, la Comisión peca de ingenua al partir de una premisa equivocada en su informe: que el régimen de excepción es una política de seguridad y que su objetivo principal es garantizar la paz de los salvadoreños.

A casi dos años y medio del régimen de excepción, decenas de testimonios de víctimas, informes independientes e investigaciones periodísticas permiten desnudar la verdadera naturaleza del régimen. 

Es una medida propagandística.
Es una cortina de humo para hacer olvidar que este gobierno pactó miserablemente con criminales.
Y es, especialmente, un seguro contra la disidencia cuando la popularidad del gobierno vaya disminuyendo.

El régimen fue, además, la más exitosa estrategia electoral para completar una reelección inconstitucional.

Los despliegues militares y policiales han sido acompañados de otro ejército, el de los creadores de contenido que inundan las plataformas digitales con un solo mensaje, uno sin matices: que El Salvador venció a las pandillas y que todos los capturados son terroristas.

Si esta medida fuese una política bien formulada, tendríamos frente a nosotros datos, evidencia e información fundamental para asegurar que el gobierno de El Salvador logró lo impensable. Pero ante la opacidad, solo nos queda especular que optaron por el atajo de la represión y de invertir millones de dólares en que nadie nunca lo cuestione.

Pero lo más grave es que el régimen de excepción es una suerte de póliza de seguro: es la garantía que tiene el presidente de facto para encarcelar a quien no esté encantado.

A un autócrata no le hace falta que la gente esté contenta todo el tiempo. Solo necesita que los ciudadanos sonrían y aplaudan mientras termina de consolidar todo el poder. Después de eso, el aval de la gente es como los asientos de cuero en un vehículo: deseable, pero no indispensable.

Eso es lo que la CIDH aún no se atreve a nombrar con todas sus letras.

Que derogar el régimen de excepción es derogar no solo la supuesta política de seguridad, sino la garantía de que Bukele y su círculo podrán reprimir y saquear cuanto quieran y por el tiempo que quieran.

La garantía, en otras palabras, de que todos nos quedemos callados.

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1 Responses to “Régimen, ¿para qué?”

  • Ustedes pareciera que tienen prisa para ver nuevamente a los pandilleros haciendo de las suyas con los salvadoreños humildes, honrados y trabajadores. Verdad?. ¿Cuál es el temor de ustedes para que el régimen continúe vigente?¿Acaso no se dan cuenta que tidavía están capturando malditos pandilleros en nuestro país. Da la impresión que la revista Factum censura que el país esté logrando eliminar el “cáncer” que lo estaba matando a pausas.