@revistafactum #EditorialFactum | 🔴 La campaña electoral para las elecciones generales de 2024 comenzó el pasado 3 de octubre, y con ella inició un periodo muy oscuro. Las de febrero y marzo de 2024 serán unas elecciones carísimas. Costarán, al menos en papel, casi $130 millones. Pero hay un costo secreto que no conocemos: lo que el actual gobierno destinará -y ya está destinando- para pulir su imagen ante el electorado. Las campañas electorales deberían servir para que la gente se entere de propuestas serias y transparentes. Con un Tribunal Supremo Electoral de papel, sumiso ante los deseos imperiales, será difícil que por vía institucional la ciudadanía se entere de ese costo secreto. Esto y más en el Editorial de Revista Factum. 🔗 Encuéntralo completo en revistafactum.com #Factum #RevistaFactum #CampañaElectoral #Elecciones2024 ♬ sonido original – Revista Factum
La campaña electoral para las elecciones generales de 2024 comenzó el pasado 3 de octubre, y con ella inició un periodo muy oscuro. No solo por la tozudez del actual presidente en violar sistemáticamente las leyes; si no porque la ciudadanía enfrentará un nuevo momento de opacidad en el gasto público.
Las de febrero y marzo de 2024 serán unas elecciones carísimas. Costarán, al menos en papel, casi $130 millones: $70 millones para las elecciones que se harán en El Salvador y el resto, poco más de $59 millones, para el voto de la diáspora salvadoreña.
Y aquí conviene detenerse un poco. Primero por esta separación de elecciones: el 4 de febrero se votará para presidente y vicepresidente, y el 3 de marzo, algunas semanas y bastantes millones después, para diputados, alcaldes y Parlamento Centroamericano. La separación de elecciones no es solo absurda sino que nos saldrá mucho más cara que, por ejemplo, las de 2021, cuando el Estado dio $45 millones al Tribunal Supremo Electoral.
¿Para qué separar las elecciones? Los cálculos políticos, motivados por una diferente percepción de las adornadas acciones de Casa Presidencial frente a las alcaldías sin dinero o a la siempre despreciada Asamblea Legislativa, no deberían tener cabida en decisiones de esta naturaleza. Peor aún si estas cuestan millones al raquítico erario salvadoreño.
Lo segundo importante es el costo secreto de estas elecciones: lo que el actual gobierno destinará -y ya está destinando- para pulir aún su imagen ante el electorado. En redes sociales y en televisión abierta, el gobierno de la República ya ha empezado a distribuir anuncios para dar a entender que sin ellos, las pandillas volverán a gobernar los territorios.
Anuncios que, convenientemente, olvidan el pacto de la actual administración con estos grupos criminales o que fueron funcionarios públicos los que ayudaron a jefes pandilleros a huir de El Salvador.
Por desgracia, esta práctica de usar descaradamente al Estado para mendigar por votos no es nueva, pero permite poner a Nuevas Ideas en el mismo saco que Arena y el FMLN.
Con un Tribunal Supremo Electoral de papel, sumiso ante los deseos imperiales, será difícil que por vía institucional la ciudadanía se entere de ese costo secreto. O del financiamiento privado de los partidos para sus campañas. Basta recordar que Nuevas Ideas se ha negado a revelar a sus financistas y no ha habido consecuencias.
Las campañas electorales deberían servir para que la gente se entere de propuestas serias. Transparentes. ¿Nos seguiremos resignando a que nos engañen viéndonos a la cara y encima nos oculten los costos?
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