“Eat the Elephant”: el épico y politizado retorno de A Perfect Circle 

“Eat the Elephant” (BMG, 2018) es la nueva fotografía captada con el gran angular llamado A Perfect Circle (APC), el alterego-banda (después de Tool) más conocido de Maynard James Keenan.  Recoge con madurez y narra con crudeza –y a veces humor negro– el hoy. Rock clásico, progresivo y atmosférico decorado con modernidad. De eso van los doce nuevos temas liberados por APC.


El nombre del estadounidense Maynard James Keenan comparte cierta similitud sonora con el del economista británico John Maynard Keynes. Aunque en común no comparten más que eso, una extrapolación antojadiza podría asegurar que tanto Keynes como Keenan iniciaron sus propias escuelas de pensamiento. En el caso del músico es, sobre todo, una escuela sonora para decenas de bandas a nivel mundial; un sello, no por repetición –como sucede con algunos clásicos– sino por la originalidad.

James Keenan lo ha demostrado en Tool, lo ha demostrado en APC, lo ha demostrado en Puscifer: sus tres proyectos de gran alcance. 

“Eat the Elephant” fue liberado este mes. Su grabación inició en 2010. En broma, Maynard ha comparado esta espera con la del álbum “Chinese Democracy” (2008) de Guns N’ Roses, que tardó nueve años en ser grabado. 

Pero la espera valió la pena. Existe continuidad con los tres LP que lo anteceden. APC recoge su propio legado y también rompe con él. Una batería exquisitamente ejecutada y grabada (rozando el jazz) abre el álbum en la canción que también le da título: “Eat the Elephant”. Por momentos, la voz parece quebrarse. Estamos ante una obra “ominous and daunting” (siniestra y desalentadora), pero que a su vez invita a “take the bite/Just go all in” (dar una mordida, solo tomar todo) y “just begin” (solo empezar) a comer al elefante; es decir, a enfrentar los temas difíciles para superarlos.

Justo lo que continúa en el disco. 

“Disillusioned” es el segundo corte. También fue el segundo sencillo publicado. Rescata el sonido de los primeros dos álbumes de APC. El piano genera una atmósfera para contemplarnos y observar que el deseo animal nos ha invadido y que ahora somos adictos a lo inmediato, desilusionados, corriendo a lo que brilla. Pero Maynard no solo plantea la desgracia, también invita a buscar el camino del silencio. Desconectarnos de lo virtual para reconectarnos con lo material. 

 “The Contrarian” da seguimiento a la senda sónica de los temas que le anteceden, pero abre camino a la épica a la que llegaremos luego. El tema es (¿y cómo no?) para el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump.

“Hello, he lied” (Hola, él mintió).

Sirve de rótulo gigante con luces para ubicar a los todavía incautos. El mensaje es rematado al salir de lo específico a lo general con “The Doomed”. Ahora sí, estamos ante el pico del álbum.

“The Doomed” no da tregua. Es el ‘Sermón del Monte de Jesús’, pero actualizado en sus valores, exaltando el hedonismo y despreciando a los humildes. Crudeza lírica y épica guerrerista en la música. El líder de APC tiene los ojos fijos en sus oyentes. Los invita a despertar. 

“So long, and thanks for all the fish” es el contrapunto. Hay glamur en la música, orquestación, un cínico optimismo y hard rock. El nombre del tema es un tributo a la serie “La guía del autoestopista galáctico”, del fallecido escritor de ciencia ficción Douglas Adams. Pero no son los únicos pop a los que hay tributo: “Now Willy Wonka, Major Tom, Ali, and Leia have moved on” (Ahora Willy Wonka, Major Tom, Ali y Leia se han marchado). 

El disco parte a la mitad con “TalkTalk”, una invitación a la acción, con un cálculo que no parece casual por parte del autor, que antes describió lo que para él está mal. En inglés existe la expresión “Talk the talk, walk the walk” que invita a seguir las palabras con acciones. El punto no es abstracto, es un queja a la reacción de celebridades y autoridades cuando suceden masacres: “Thoughts and prayers” (pensamientos y oraciones). Una frase que no repara la tragedia ni trabaja por evitar similares a futuro. La canción exhorta a no ser el problema sino la solución.  

Sigue la introspectiva “By and down the river”. Encontramos aquí un giño para los seguidores más leales de la banda, porque se trata de una nueva versión de un tema publicado previamente en los álbumes “Three Sixty” y “A Perfect Circle Live: Featuring Stone and Echo”. La nueva versión varía sobre todo en la batería, dándole un nuevo ángulo al oyente.    

“Delicious” es el tema de relleno del álbum. Sin pena ni gloria. La página pasa con “DLB”, una tétrica pieza instrumental para no ver atrás (“Don’t Look Back”); a la que sigue “Hourglass”, que invita a resolver los problemas antes de que la bomba explote. Con un sonido experimental y espacial, Maynard crea un himno para derrocar a los oligarcas, demócratas, republicanos y aristócratas por igual.

El statement político tiene un manifiesto industrial. 

“Feathers” coloca al álbum de regreso a lo orgánico y propone hablar para convertir en plumas los problemas en común. Este corte cerraría perfectamente el disco en círculo, tanto en la composición como en la temática. Lamentablemente, no es así y hay un resumen malogrado de todo lo hecho en “Get the lead out”, que cierra la idea del álbum al exigir liderazgo a los que ven el mundo como Maynard.

Lamentablemente, la música parece un remix electrónico de inicios del 2000 de alguna canción de rock. Sin embargo, la ubicación es oportuna, porque no pone ruido al oyente y puede evitarse al querer disfrutar el álbum completo. 

A Perfect Circle consiguió de nuevo firmar un gran álbum. Muestra progreso y compromiso, incluso político. Visitan la distopía del hoy pero no para quedarse en una simple queja, sino para invitar a la acción. Y como buenos artistas, la obra no descansa en el mensaje, sino en la obra misma, que brilla por si sola.  

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