Baile, dedicación y un sabor agridulce en el SkanKing Festival

El 20 de mayo se realizó el cuarto Festival SkanKing, la mayor fiesta de ska en el país, y uno de los más importantes del género en la región. Esta vez cinco bandas nacionales, una de Costa Rica y el jamaicano Ken Boothe (la estrella del cartel) montaron un espectáculo donde no faltó la entrega, pero a la que le sobraron sillas.

Fotos FACTUM/Salvador Meléndez y David Juárez


A la banda de ska Los Skasos se le podría haber apodado “los skasos de suerte” al finalizar su presentación el pasado 20 de mayo. Llegadas las 7:10 de la noche era, más bien, el público que bailaba —o el que seguía desde la grada la ejecución de la banda, con canciones como “Error 99”— el que podría haber sido calificado como “skaso”.

Las amenazas de lluvia crecieron durante la presentación de esta banda capitalina, algo que sin duda influyó para que a esa hora hubiera tan poco público en la “cuna del Mágico”, la sede elegida para albergar a la cuarta edición del ‘SkanKing’, uno de los festivales de ska más grandes de Centroamérica.

En ese escenario debutaba esta banda, que tuvo la dura faena de romper el hielo. El público, aunque poco, bailó desde la primera hasta la última canción, y Los Skasos dejaron la tarima entre aplausos.

A la banda nacional Los Skasos le correspondió la dura faena de dar por inaugurado el SkanKing Festival, realizado el pasado sábado 20 de mayo. Foto FACTUM/David Juárez.

En el lapso en que se preparaba la banda Skabulla, el público llegó a cuentagotas. Cada vez era más frecuente encontrar zapatillas All Star, tirantes, sombreros, cabellos pintados, cabezas rapadas, gafas oscuras, entre quienes se iban acercando a la tarima.

Los del departamento de La Paz pusieron a más público a bailar con su dosis de ska tradicional y 2-Tone, ritmos con los que se intensificó el ambiente en el pit. Los autores de “La abeja ska” dejaron al público con ganas de más.

Por suerte para los asistentes, la próxima banda en el escenario fue Vibrass Ska Ensamble. Las percusiones sonaron y dieron paso a la mezcla de ritmos ska, jazz, funk y reggae. Muchos de los que hasta esa hora —pasadas ya las ocho de la noche— se encontraban todavía fuera del lugar, se animaron a entrar por fin. La asistencia mejoró. En el pit, los brazos se movían con fuerza hacia arriba y hacia abajo, las piernas lanzaban puntapiés al aire, los cuerpos giraban, pero todavía daba la impresión que el número de asistentes era bajo para las expectativas.

El ensamble de vientos Vibrass fue uno de los grupos más esperados en el SkanKing Festival 2017.
Foto FACTUM/David Juárez.

Algunos pocos de los que se encontraban en “La cuna” permanecieron en las gradas. Más de uno guardaba energía para lo que se venía; y alguna pareja sentía necesidad de mayor privacidad en aquel recinto. El resto bailó con la presentación de los Vibrass, que como es su costumbre, regalaron clásicos como “Monkey Man”.

Enseguida la música giró hacia el ska clásico, cortesía de los Blue Beat Makers. Durante su cover de “Piel canela” hubo un problema con el equipo de sonido que se resolvió en un par de minutos. Ese tiempo fue el único descanso que la banda santaneca concedió a los asistentes. Por lo demás, fue una descarga de ska de gran nivel y con material propio. Los de occidente cumplieron en el escenario, y los del pit también.

Rudas Intenciones tomó las tablas. Era la última banda nacional en presentarse, después de ellos vendrían los ticos de Shuffle Time, y el plato principal: el jamaicano Ken Boothe.

Era la hora de los “rude” y no iban a permitir que bajara la energía. El público respondió a la potencia de la música, pero a esa hora era evidente que la respuesta del público —en cuanto a asistencia— no fue lo que se esperaba, y esto se comentaba con mayor frecuencia entre los presentes. Se había instalado un sabor agridulce en medio de aquel espectáculo.

La lluvia no dejó de amenazar durante toda la noche y logró dispersar, incluso, a buena parte del público en busca de refugio cuando se acercaba la hora estelar. A Shuffle Time le tocaba una parte difícil porque el cansancio se dejaba notar. Más de tres horas de baile, cerveza y otras sustancias que se delataban en el aire hacían efecto. Pero el 2-Tone de los ticos salvó el momento. Los reunidos en aquella fiesta de ska respondieron a la entrega de los de San José como mejor saben hacerlo: con skanking del bueno.

Pero la espera se hacía larga, el público despidió a Shuffle Time con aplausos y se preparó inmediatamente para recibir a “Mr. Rocksteady”, Ken Boothe. Algunos extendieron la fila para comprar cerveza, otros buscaron un bocadillo en los alrededores para aguantar lo último del festival, y otros aprovecharon e hicieron el largo recorrido hasta los servicios sanitarios, para no tener nada de qué preocuparse durante la presentación de la leyenda de Jamaica.

A los pocos minutos, una aglomeración empezó a gestarse a un lado del escenario. Ken Boothe caminaba hacia las gradas de la tarima y el público aprovechó para expresarle su cariño y contarle sobre los años de espera para poder verlo en vivo. Ken sonreía, posaba para las fotos, estrechaba manos, volvía a sonreír antes de dar un nuevo paso a la plataforma donde lo esperaban los músicos salvadoreños que lo acompañaron ese sábado.

Con un traje de tono gris, Ken subió y entregó toda la energía que le fue posible dar a sus 69 años. Dijo, varias veces, que se encontraba feliz de estar en San Salvador y nadie en el lugar dudó de su palabra. Ken bailó desde el principio hasta el fin. Sus pies se movían rápido sobre la tarima, saltaba, incitaba al baile de los que todavía no se atrevían a moverse.

El jamaicano Ken Boothe, uno de los exponentes clásicos del SkanKing durante su presentación en el Festival en San Salvador, El Salvador, el 21 de mayo de 2017, en la Cuna del Mágico González.
Foto FACTUM/Salvador MELÉNDEZ.

Bailó en “Cryin’ over you”, en “Freedom Street”, en “Live Good”, en “Everything I own”, en “Artibella”; y siempre a su manera, a la manera de un pionero, de un visionario mensajero del rocksteady. Bailó también con una señorita que subió a la tarima a tomar fotografías, bailó hasta despojarse del saco y dejar a relucir una sudada camisa blanca y unos elegantes tirantes de color gris.

El público cantó y bailó con cada interpretación del caribeño y aplaudió sus mensajes sin importar si volvía a decir que estaba agradecido con la oportunidad de estar en este país. La gente aplaudía con más fuerza que la vez anterior. Todos hacían su rol y lo hacían bien. Así fue durante todo el festival, pero el sabor agridulce se mantuvo hasta el cierre.

Ken Boothe se despidió después de poco más de una hora. El público se lanzó a un sector de la tarima para tomar la respectiva fotografía, pedir el autógrafo, estrechar su mano y llevarse un recuerdo de la leyenda jamaicana que acababa de dejar una parte de su legado en la cuna del estadio Mágico González. Un pequeño sector se atrevió a pedir “otra”, pero los gritos desaparecieron pronto. Mr. Rocksteady tenía otros planes. Su esposa le esperaba camino al camerino. Un icono que surgió a mediados de los sesenta se marchó después de derramar su energía sobre San Salvador.

¿TE HA GUSTADO EL ARTÍCULO?

Suscríbete al boletín y recibe cada semana los contenidos en tu email.


Tags

#Música