Para Café Tacvba lo popular es lo sublime

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«Un segundo MTV Unplugged» (Universal Music México, 2019), de Café Tacvba, celebra las raíces mexicanas de la banda, pero también sus influencias externas. Celebra lo popular y lo marginal, lo sencillo y lo sofisticado, la tradición y lo experimental. El diablo está en los detalles, lo saben, por eso cuidan de cada uno de estos. No se trata de un concierto «desenchufado», sino de una revisita orquestal a sus canciones en permanente estado de modelo para armar.


En 1995, cuando Café Tacvba grabó su primer «MTV Unplugged», tener servicio de internet residencial era una toda una rareza. En esa época nos gustaban los MTV Unplugged porque se trataba de un formato de concierto que –además de exigir a los músicos recrear sus canciones– era de fácil acceso, porque los pasaban por TV (luego también los comercializaban en CD, cassettes, VHS y DVD). 

¿Para qué estoy echando todo este rollo? Porque en 2019, como milenial que soy, no tengo ni siquiera una antena de conejo para la televisión de mi casa. Lo único que tengo conectado es un Chromecast y un home theater. Y en lugar de buscar en los recovecos piratas de la web, decidí ir a un bar donde transmitirían el estreno de “Un segundo MTV Unplugged”. Llegué minutos antes de que iniciara y todas las mesas ya estaban ocupadas, como si se tratara de un partido de fútbol, pero esta vez los hinchas eran los fanáticos de Café Tacvba. Ninguno de los presentes esperaba que durara una hora; y cuando finalizó, quedaron pidiendo más. Por eso, después le siguió el primer MTV Unplugged, el de 1995. Esta vez desde YouTube, claro. 

En esa versión transmitida por cable faltaron solo un par de canciones del setlist divulgado. Al salir de ahí, esperaba encontrarlo completo de forma oficial, tanto en YouTube como en los servicios de música en línea, como Spotify. Pero la banda originaria de la Ciudad Satélite, de Ciudad de México, tenía otros planes: servir un café expreso de «Un segundo MTV Unplugged», un EP con solo cinco canciones, tanto en video como en audio. Los primeros cuatro cortes son los mismos que en el concierto completo, pero luego se saltan 12 canciones para llegar a la del cierre. 

No se trata de un «desenchufado» como lo tenemos en la memoria, sino de una recreación orquestal y experimental de las canciones escogidas. Esta vez no fue grabado en Miami sino en Ciudad de México. Y no repitieron ninguno de los temas tocados en el primero.

La estética de los miembros de Café Tacvba alguna vez fue excéntrica, pero nunca descuidada ni accidental. En esta presentación retrataba muy bien el espíritu de la banda: Rubén nos remitía a las raíces mexicanas pero también a la urbanidad; Meme  a la frescura y a lo indie, mientras que los hermanos Rangel –Joselo y Quique– a la sofisticación y tradición. Esos mismos elementos fueron trasladados a lo sonoro, con la ayuda de una orquesta sinfónica, una orquesta oaxaqueña, cuerdas, marimba, vibráfono, metales, arpa, saxo y un largo etcétera. Sin que ningún elemento sobrará. 

Café Tacvba conmemora 30 años de carrera con esta presentación. 30 años siendo la pesadilla de esa parte de la prensa musical que busca reducir todo a través de etiquetas. Los tacvbos son una forma de hacer música en sí, una manera de permanecer actuales sin falsearse. Y en este EP demuestran cómo lo popular también puede ser sublime. Una nueva aventura para aquellos que nunca se han bajado de la montaña rusa que es su producción. 

«El espacio» es el tema que abre, extraído de uno de los discos más incomprendidos de su catálogo: «Revés/Yo soy» (1999). Los segundos iniciales son un manifiesto estético, cultural y musical, porque el primer instrumento en sonar es un arpa microtonal, ejecutada por el músico Jorge Echevarría, uno de los principales propagadores del legado de Julián Carrillo. Es decir, la restructuración de “El espacio” es un tributo al «Sonido 13» de Carrillo, llamado así porque rompe con el clásico ciclo de los 12 sonidos existentes (siete tonos y cinco semitonos), con un método que usa ‘microtonos’ que el mismo compositor creó alrededor de 1895, cien años antes del primer unplugged de los tacvbos. La orquesta crea una tensión para el susurro de Rubén que poco a poco eleva el tono y se traslapa con la voz de Meme. Es el golpe de la batería el que rompe esa tensión y abre el cuerpo sonoro de esta pieza que da cuenta del nivel y ambición musical de una banda compuesta por artistas maduros que se niegan a dejar jugar.

Continúa «La locomotora», otro tema extraído del «Revés/Yo soy». La línea de bajo que hacía las veces de locomotora en esta ocasión es recreada por la orquesta. Rubén no teme desgarrar su voz para contrastar la pulcritud instrumental. En la parte final, la sinfónica aprovecha todas las virtudes de la versión original para hacer subir la música como espuma e integrar todos los instrumentos disponibles. 

Uno de los experimentos más interesantes con la jerga barrial mexicana de los noventa es «Chilanga banda», escrita por uno de los grandes letristas del rock mexicano: Jaime López, en 1995. Pero quienes explotaron todo el potencial que esta pieza tenía fue Café Tacvba, un año después, cuando la eligieron para su disco de covers: «Avalancha de Éxitos». Ahora es el tercer corte de su nuevo EP. Acá rompen el protocolo de la música académica porque integran al público para corear e imponer su ritmo a la orquesta que se fusiona con las rimas y los chiflidos. 

Es probable que la segunda vida de la banda haya iniciado con «Eres», incluida en su disco «Cuatro caminos» (2003). Porque les permitió llegar a una nueva generación y separarse de las bandas de su camada, en su mayoría atascadas en el sonido de los noventa. Meme logró captar dos esencias en este tema: la tradición de la balada romántica mexicana y el nuevo sonido del indie de la región. Por eso no resulta extraño que sea uno de los temas revisitados en este concierto. Meme no posee un gran registro vocal, pero en esta versión compensa con emotividad y los nuevos arreglos otorgan una atmósfera etérea que consigue dar novedad a este éxito mayúsculo. 

El cierre (en todas las versiones de este concierto) llega con la canción «Volver a comenzar», extraída del «Sino» (2007). Los sintetizadores no hacen falta, porque la orquesta ocupa su lugar. Si la apertura del show celebraba la música mexicana, el cierre celebra la vida pero con la fotografía completa, es decir con derrotas y victorias. El sino musical está bien retratado en esta nueva versión que aprovecha todas las oportunidades instrumentales para volverse en uno de los temas mejor recreados para este show. 

Al igual que su primer MTV Unplugged, este estuvo a cargo del legendario productor y recurrente colaborador de la banda: Gustavo Santaolalla. Gustavo también fue uno de los invitados al concierto, al igual que David Byrne y Catalina García (Monsier Periné). Pero ninguna de esas colaboraciones fue incluida en este EP. 

Puede que en un futuro Café Tacvba libere completo el concierto. Aunque ese misticismo que los envuelve también hace fuerte la posibilidad de que eso no suceda. Quizá la selección de solo cinco temas también sea alguna especie de mensaje en esta época donde lo normal es un acceso completo a todo. O puede que sea parte de una estrategia de expectación. O tal vez sea un simple problema de derechos con algunas canciones. Con el tiempo los sabremos. Sea como sea, este café expreso que nos ofrecen en 2019 confirma que se trata de una banda de altura, pero que no pierde el piso.  

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