El sueño de los Melara acabó en el incendio de Ciudad Juárez

Se fueron juntos el 15 de marzo. Tío y sobrino salieron de su caserío en Chalatenango y dejaron a sus familias para cumplir una meta en Estados Unidos: mejorar su precaria economía porque en El Salvador no les deparaba un futuro próspero. Luego del incendio en el centro de detención de migrantes en Ciudad Juárez en donde murieron, ninguno de sus familiares quiere hacer el viaje de repatriación de sus cuerpos. Ninguno tiene el valor de verlos sin vida. Están dolidos hasta la inmovilidad en el caserío Los Melaras.

Foto FACTUM/Natalia Alberto


En la casa de Milton este mediodía del 31 de marzo hay tristeza y una llamada telefónica de la cancillería salvadoreña. La tristeza es porque Milton murió en el incendio que ocurrió en el centro de detención de migrantes de Ciudad Juárez, en México, el lunes 27 de marzo. La llamada telefónica de la cancillería es para que uno de los familiares de Milton viaje a México para ir a reconocerlo y traer su cuerpo. 

Pero nadie quiere ir a traer a Milton. Nadie tiene el valor de verlo muerto.

Ni César, su padre. Ni Ana Victoria, su madre. Ni Evelin, su esposa. Ni José, su cuñado. Ni su hermano, ni su abuela. Nadie en esa casa está dispuesto a hacer un viaje para encontrarse con Milton y regresar con su cuerpo. Están dolidos al punto de no asimilar su muerte. 

La empleada de gobierno al otro lado del teléfono trata de convencerlos. Pasará casi una hora en esa llamada buscando la forma de que alguien se anime a hacer el viaje.  

César y Ana Victoria dicen que se enteraron de la muerte de su hijo un día después del incendio. Ese día, martes 28 de marzo, el listado de fallecidos publicado por las autoridades mexicanas empezó a regarse por las redes sociales. En las noticias de los teléfonos celulares apareció el nombre de Milton. 

Milton Alexis Melara Melgar tenía 33 años. Tenía una esposa y un hijo de cuatro años. El 15 de marzo de 2023 se marchó de su casa. Emprendió el camino que transitan los migrantes centroamericanos en condición irregular hacia Estados Unidos. Lo hizo porque quería una casa propia para su esposa y su hijo. Porque en El Salvador, dijo su madre, Ana Victoria Melgar, trabajando de la agricultura nunca lo iba a lograr. La mala economía familiar, los bajos ingresos y el alto costo de la vida en el país del surf, como lo publicita el gobierno de El Salvador, empujaron a Milton a irse.

Milton integró un grupo de migrantes que buscaban cruzar la frontera de México a Estados Unidos. En el trayecto, fueron interceptados por las autoridades migratorias mexicanas en la fronteriza Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua. Lo recluyeron en el centro de detención para migrantes de esa ciudad y compartió espacio con otros migrantes centroamericanos y suramericanos.

Felícita del Carmen Melgar de Melara y su hija en el caserío Los Melaras, del cantón Los Achiotes, del municipio de Dulce Nombre de María, en Chalatenango, el viernes 31 de marzo de 2023, cinco días después del incendio en Ciudad Juárez en el que murió su esposo, Enrique Alfonso Melara Rivera. Foto FACTUM/Natalia Alberto

La noche del 27 de marzo, según las primeras indagaciones en torno a la tragedia, tras una redada masiva en Juárez en la que fueron detenidos migrantes venezolanos, había al menos 68 hombres encerrados en una celda y 15 mujeres y menores de edad en otra. Entre los niños había quienes estaban enfermos y lloraban por la fiebre. Los hombres empezaron a protestar frente a los guardias que estaban sentados en bancos contemplando el hacinamiento y la desesperación. Hasta que llegó el fuego.

Entre los migrantes hombres, como protesta, hubo quienes les prendieron fuego a unas colchonetas que estaban apiladas en una de las puertas enrejadas de la celda. Cuando el incendio empezó, los hombres reclamaron que les abrieran las celdas. El personal del centro de detención los ignoró y salió de las instalaciones.

El incendio se cobró 39 víctimas. Entre ellas, 12 salvadoreños. Allí estaba Milton.

Milton vivía entre las últimas casas que llegan hasta lo alto de un cerro en el caserío Los Melaras, del cantón Los Achiotes, en el municipio de Dulce Nombre de María, en Chalatenango. Los Melaras es una hilera de casas a las que se llega por un camino de tierra que empieza justo al pasar el cementerio de la localidad. Milton desde su patio tenía la vista de la zona montañosa chalateca, cercana a la frontera con Honduras. En esa ruralidad, el caserío Los Melaras fue uno de los lugares en los que las pandillas nunca llegaron a establecerse, según la familia. Por eso les extrañó que en la primera llamada que les hicieron desde cancillería les preguntaran si en el caserío había pandilleros, para poder visitarlos.

Ana Victoria dice que su hijo solo buscaba un mejor futuro debido a su pobreza. Dice que ella y su esposo, César Melara, no quieren saber nada más. No quieren viajar a México a traer el cuerpo de su hijo. Aunque la empleada de la cancillería les ha repetido, como si se tratara de una oferta, que el viaje es gratuito. Fue Evelin, la esposa de Milton, la que al final, ante la insistencia de la mujer detrás del teléfono, propuso que, quizás, el primo de Milton quiera hacer el triste viaje. La mujer le dictó una autorización a Evelin para que ella le dé el aval al primo de Milton para que llegue a México a recoger el cuerpo. Solo que la familia le advirtió a la funcionaria que el primo no tiene pasaporte.

Municipio de Dulce Nombre de María, Chalatenango. Foto FACTUM/Natalia Alberto

El gobierno de México ordenó el cierre total del centro de detención. Las autoridades mexicanas están investigando el caso y perfilan el delito de homicidio contra quienes resulten responsables de la tragedia. El gobierno de El Salvador, en un comunicado, condenó la tragedia y exigió a México que investigue a fondo el incidente en el que murieron los salvadoreños junto a otros migrantes de Guatemala, Honduras, Colombia y Venezuela.

Más allá del comunicado salvadoreño, no ha habido nada más que un par de tuits de Cindy Portal, viceministra de Diáspora y Movilidad Humana de la cancillería. En ellos asegura que han activado un “protocolo de emergencia” para las familias de las víctimas. Con ese protocolo, dice Portal, le están dando “asistencia” y “acompañamiento” a las familias “en estos momentos tan difíciles”. El 29 de marzo, Portal aseguró que se desplegaron equipos de asistencia humanitaria de la cancillería en todos los departamentos salvadoreños donde vivían las víctimas, incluido Chalatenango, donde vivía Milton. Pero el despliegue de esos equipos en Los Melaras, hasta el 31 de marzo, había sido telefónico.

Lo que les han pedido a las familias es no hablar con nadie más que con el gobierno. Un familiar de las 12 víctimas salvadoreñas que no quiso que se publicara su nombre y su parentesco asegura que el gobierno les ha pedido que no den declaraciones a la prensa, para que ellos no tengan inconvenientes después.

En Los Melaras todos son familia. Y es una familia muy grande. Ana Victoria, la madre de Milton, es hermana de Felícita del Carmen Melgar de Melara, esposa de Enrique Alfonso Melara Rivera, tío de Milton y fallecido también en el incendio de Juárez.

Enrique se fue de su casa el mismo 15 de marzo y dejó a Felícita con su hija de 10 años para buscarles un futuro mejor. Se fue junto a su sobrino Milton. La historia de Enrique, contada por Felícita, da cuenta de que él logró cruzar la frontera de México a Estados Unidos de forma irregular el sábado 25. Tuvo comunicación con Felícita antes de hacerlo, pero después no la volvió a llamar ni a escribirle. El lunes 27 ocurrió el incendio en el centro de detención de migrantes en Juárez. Entre el martes y el miércoles, a Felícita le llegó la noticia de que el nombre de su esposo estaba en la lista de fallecidos.

Listado de víctimas del incendio de Ciudad Juárez publicado por el gobierno mexicano.

“Ese último sábado, me mandó un mensaje de voz y me dijo: ‘Mami, ahorita me van a sacar, cuídese mucho. Si Dios quiere, mi camino va a estar libre y voy a pasar de un solo’. Yo le dije: ‘Está bien, que Diosito y Nuestra Madre Santísima lo acompañen y que llegue con bien. Y al nomás poder comunicarse conmigo, hágalo o mándeme un mensaje que me lo haga saber’. ‘Sí’, me dijo. ‘Le voy a avisar cualquier cosa. Cuídense mis dos hijas’, refiriéndose a mi hija y a mí. ‘Cuídense mucho. Las amo y pronto nos vamos a comunicar’”, relata Felícita cómo fue la última comunicación con Enrique.

Felícita y Enrique tenían 18 años de casados. Se conocieron cuando Enrique trabajaba cerca de la casa de la familia de Felícita. De allí se hicieron novios y entonces se casaron. Tuvieron un hijo, que ahora tiene 17 años y que se fue tiempo atrás a Estados Unidos con familiares. Enrique iba a reunirse con su hijo, a conseguir un trabajo, a hacer dinero, mucho más de lo que ganaría en agricultura, y luego iba a buscar la forma de reunirse con Felícita y su hija en el país norteamericano.

“Él llevaba una ilusión de llegar. En ningún momento esperaba esto yo. Solo quiero que paguen y que se haga justicia por todo esto que hicieron, porque no se lo merecía. Él no se merecía morir de esa forma. Solo quería un mejor futuro para nosotros. No entiendo por qué hicieron eso. Él se fue por la economía, porque aquí no hay trabajo, porque lamentablemente solo está la tierra para trabajar, pero no es suficiente. Nos ha dolido a todos, a todo el caserío. Nadie se lo imaginaba”, dice Felícita.

 La esposa de Enrique asegura que también la llamaron del gobierno para hacer el viaje a México, pero tampoco quiere ir. “No me siento en la disposición. Es muy doloroso”, dice. Como la familia de Milton, Felícita no quiere viajar a México, ni porque sea gratuito, a reconocer a su esposo. Solo quiere que le entreguen, en su casa, el cuerpo de Enrique, para velarlo y enterrarlo en el cementerio de su caserío, en su intimidad, en su círculo familiar.


Actualización del 4 de abril de 2023: Las autoridades mexicanas reportaron la muerte de otra víctima del incendio en Ciudad Juárez. La cifra de fallecidos se ha elevado a 40 y 27 los heridos.

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