Vamos bien, pero falta mucho

Las medidas tomadas hasta ahora por la administración del presidente Bukele ―control de nuestras fronteras, prohibición de reuniones y eventos de grupos, cierre de establecimientos más propensos a trasmisión, restricción de ciertas libertades, preparación acelerada de hospitales, compra de medicinas― son correctas y fueron tomadas en los momentos oportunos. Con ellas el presidente mostró liderazgo, tomó riesgos y actuó ejecutivamente. Vamos bien.

Sin embargo, falta mucho por hacer. Hay que tener cuidado con las medidas futuras a tomar. El presidente y su equipo deben seguir tomando las decisiones necesarias para paliar la crisis de salud más grande que ha enfrentado el país, y el mundo, en épocas recientes, y nosotros los ciudadanos debemos poner también de nuestra parte.

China y otros países asiáticos, que primero enfrentaron la crisis y fueron los primeros en mostrar resultados positivos, nos dan muchas lecciones. Al inicio, el país se cerró muy rápido con medidas similares a las que se están aplicando en nuestro país, excepto por la participación comunitaria para enfrentar la crisis, la selectividad en el tratamiento de casos y la toma masiva de pruebas.

La participación comunitaria organizada se da para varias tareas que resultaron básicas para la contención como control de las restricciones anunciadas, control de temperaturas, detección de casos de potencial contaminación y divulgación de informacion. La selectividad en el tratamiento de casos es necesaria. Es bueno separar los casos positivos del resto, y los casos más severos de los menos. Ello ayuda en la contención y también en lograr mayor eficiencia en su tratamiento. Para ser selectivos son necesarias las pruebas y allí no se está actuando con la rapidez necesaria, probablemente por falta de las herramientas para hacerlo.

El coronavirus ya llegó al país. Las medidas tomadas hasta ahora permitieron ganar tiempo para preparase para enfrentarlo y bajar los costos de la emergencia. De allí la urgencia de preparar los hospitales, comprar los equipos para realizar los tests, comprar los respiradores, tener los equipos para proteger los trabajadores de salud, obtener equipos y tomar medidas para proteger a los más vulnerables.

La pandemia ha venido y entre más preparados estemos, mejor. Esa preparación y las medidas a tomar serán más efectivas si las acomodamos a nuestra realidad, en la cual lo que más pesa es la pobreza y la falta de institucionalidad. No podemos pedir a los trabajadores del sector informal que dejen de trabajar. “Si no vendo, no comen mis hijos”, dicen ellos. Los pequeños y medianos negocios no pueden correr con todos los costos de un cierre de sus operaciones. Eso equivale para ellos optar por la quiebra. Las pupuserías, los comedores, las cafeterías no pueden subsistir sin clientes presenciales por mucho tiempo.

Algunos ejemplos de cómo se podrían adaptar esas medidas a esa realidad en un futuro cercano: permitir abrir con un límite máximo de clientes presenciales, obligar a proveer limpieza adecuada, poner el control de precios; pero, sobre todo, ser estrictos en su implementación y castigar severamente los casos negativos ejemplares,  iniciar una campaña masiva de educación de medidas a tomar y pedir la participación y colaboración de las comunidades organizadas para implementarlas, colaborar con subsidios directos a esas Pymes que no pueden seguir abiertas pero que deben continuar pagando planillas.

La débil institucionalidad se ve ya en los albergues, en los centros y en los controles médicos. Los albergues ya están saturados y podrían convertirse en un foco potencial de contaminación ya que la mayoría de los que están allí probablemente están sanos. Pero si no se les practica el test no se puede ser selectivo y las medidas se vuelven universales y muy difíciles de implementar. Las cárceles son otro caso similar.

Las medidas tomadas tienen y tendrán un efecto fuerte en la contracción económica. Ello presenta una decision difícil en el corto plazo, ya que habrá que decidir si se puede continuar con esa severidad en el desarrollo económico en el mediano plazo. Lo indicado parece ser lograr un balance entre el control sanitario y el desarrollo económico. Ello se puede lograr, después de este período de control sanitario severo, con la adecuación de las medidas tomadas.

Algunos ejemplos para lograr lo anterior: en el mediano plazo, después de unas semanas, abrir el aeropuerto pero con controles y tests para el que entra, y, quizás, continuar negando la entrada de los países que continúen muy afectados. Implementar un plan de subsidios directos a los más necesitados; se podría implementar ese plan de subsidio en asociación con las empresas ayudándoles en el pago de sus planillas. Ser selectivos, con base en tests, sobre los que se quedan en los albergues. Algunos bancos están ya haciendo su parte otorgando un periodo de gracia a las empresas que se han visto muy afectadas. Otros deberían seguir ese ejemplo.

Pero lo principal es lograr mayor control sobre la pandemia. Ello requiere tratar de retrasar lo más posible la carga sobre los hospitales y prepararlos para recibir esa carga grande de pacientes que vendrá; tener los tests, los respiradores, la protección para los trabajadores de salud, implementar la campaña  masiva educativa, lograr la participación comunitaria para implementar las medidas santirarias. Clave en ello será la credibilidad del gobierno, y en especial la del presidente. Es muy necesario que el pueblo le crea, que confíe en él, para que siga los planes a implementar.

Podemos ser uno de los buenos ejemplos a nivel mundial. Para ello empezamos bien, pero lo más difícil y crítico está todavía por hacer.


*Mauricio Silva ha trabajado por más de 40 años en administración pública. Ha sido director y gerente de varias instituciones en El Salvador y experto en el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.

¿TE HA GUSTADO EL ARTÍCULO?

Suscríbete al boletín y recibe cada semana los contenidos en tu email.