La noche del culto a Pearl Jam

Una banda de culto. Por mucho tiempo, el término me pareció pretencioso y exagerado. Pensaba que el aprecio o rechazo por la música era un simple acto de reflejo subjetivo. Se trata de pensar que eso del “culto” infiere veneración, fe ciega, obediencia, respeto, sumisión, idolatría… Así como también puede ser todo lo contrario. Puede ser rechazo, repulsión, asco, desobediencia… que por ello existe también el ateísmo, la falta de fe o la simple rebeldía.

Siendo así las cosas, el pasado sábado 28 de Noviembre me quedó muy claro que la devoción y el culto por Pearl Jam es algo bastante real y palpable en México, DF, lugar donde la banda de rock más importante de la pureza del grunge de Seattle volvió a presentarse con cartel de sold out, convocando a más de 62 mil fieles.

Bastaba estar ahí para atestiguarlo. Bastaba contagiarse por la emoción de la multitud cuando por fin, a eso de las 8:47 de la noche, las luces se apagaron y el sonido fue usurpado por un enjambre de gritos histéricos. El culto a Pearl Jam había recién arrancado y la banda —muy intencionalmente— había decidido iniciar su presentación con tres canciones del mismo estilo, tres composiciones que nacen en la sencillez y lentamente comienzan a alimentarse de la energía de la situación, como una anaconda amazónica que desarticula su hueso maxilar para engullir lentamente a la presa. Primero fue “Pendulum”, como carta de presentación de su disco más reciente, “Lightning Bolt”; luego fue el placer de corear “Release” (tema que cierra a “Ten”, el disco más importante en la historia de la banda, el del debut) con el cada vez más arrollador coro que expulsaba aquel tsunami de carne que no perdonaba una sola frase o estribillo. Brazos en alto, encendedores y celulares que registraban el momento hipnótico, la tríada inicial fue completada con “Elderly woman behind the counter in a small town”, canción del idolatrado disco “Vs”, y que posee una coraza de guitarra acústica que recubre una melodía saltarina que en una voz normal bien podría derivar en un fracaso monumental, pero no en la garganta de Eddie Vedder.

Y menos cuando se le escolta de semejante manera.

Después del trance casi chamánico, después de dejar en claro el nivel de sensibilidad que la banda posee a la hora de componer música que conecta con tanta gente, había que acelerar un poco el ritmo del culto. Apareció entonces “Why Go” y Eddie Vedder tuvo que desprenderse de su guitarra para acompañar con justicia a la gelatina humana que frente a él se estremecía. Apachurramientos sofocantes, gritos perturbados, el primero de una retahíla de solos de guitarra espectaculares (cortesía de Mike McCready), una luz que del azul pasó al púrpura en el escenario, mucho sudor frío, el suelo que se estremecía ante su primera prueba telúrica… Todo ello en apenas tres minutos de canción.

¿Eddie Vedder rifando barrio? Pareciera, pero no. La imagen es del concierto ofrecido en México DF. Foto de Chino

¿Eddie Vedder rifando barrio? Pareciera, pero no. La imagen es del concierto ofrecido en México DF. Foto de Chino Lemus/Cortesía de OCESA.

El acelerador continuó presionado a fondo con la llegada de “Mind your manners” (una de las más prendidas de “Lightning Bolt”), luego con “Do the Evolution”, la primera que sonaría del disco “Yield” de 1998, y que era acompañada con el grito cuasi sangrante de:

“It’s evolution, baby!!!”.

También aparecería la primera canción del disco “Bianaural”. Se trataba de “Breakerfall”, cuyo ritmo no desentonaba con el trayecto vigoroso que atravesaba el concierto. Y como también había que darle una visita al disco “Vitalogy”, pues sonó enseguida “Corduroy”, que si bien mantiene un ritmo veloz y constante, su coro propone la pausa para que aquellos a quienes ya comenzaba a flaquearles las fuerzas pudieran darse un merecido respiro.

Sobre el fondo del escenario, los dos rayos de la portada de “Lightning Bolt” flanqueaban la figura de cada integrante de la banda. Pearl Jam no necesita demasiada parafernalia para causar impacto, ni siquiera lo ocupa en su vestimenta. Su apuesta es casi íntegramente por la música.

Llegó el momento de ir de vuelta al paseo por los clásicos y a la emoción contenida de temas reflexivos. “Garden” puso esa parte. La línea del bajo que Jeff Ament propone en esta canción es casi narcótica; el solo de guitarra (de nuevo de Mike McCready) fue algo espectacular; la potencia de la voz de Vedder impecable, retumbaba con su profundidad en todo el recinto.

Una de las curiosidades del concierto es que se trataba de la última fecha del tour que Pearl Jam sostuvo por Latinoamérica para cerrar el 2015. La banda paseó sus estatura por países como Chile, Brasil, Argentina, Colombia y, finalmente, México. El culto a Pearl Jam es una cosa tan grande que provoca que existan fanáticos tan adictos a esta religión que incluso viajan por el mundo, acompañándolos en todas la fechas de la gira que el dinero y el tiempo les permite. En una de las pausas del concierto, Eddie Vedder notó la presencia de algunos de ellos. Su respeto ante la devoción fue evidente cuando en su discurso dijo lo siguiente:

“Quiero decir, ahora que tengo la oportunidad… Hay muchos rostros que reconocemos. ¿Saben? Hay mucha gente que ha viajado (acompañándonos) todo este mes y quiero decirles que no sé cómo es que lo han hecho. Han estado en todos los shows en Sudamérica y, en nombre de toda la banda, de todo el grupo, deseamos que hayan tenido una gran aventura. Sé que han hecho muchos amigos nuevos y han conocido muchos lugares nuevos. y… de nuevo, les queremos mandar mucho amor y mucho respeto. No sabemos cómo lo han hecho, pero qué bien por ustedes. Estamos muy felices porque nos hayan elegido para seguirnos en el camino. Nos sentimos muy honrados por ello. Gracias”.

– Eddie Vedder.

El del 28 de noviembre sería un concierto extenso, quizás motivado por la despedida de la gira. Tuvo tres segmentos principales. El primero de ellos fue coronado con canciones como “Even Flow”, “Daughter”,  “Given to fly”,  “You Are”, “Lightning Bolt” y “Rearviewmirror”, entre otras. Sin embargo, lo más especial de este segmento ocurrió con dos detalles: primero el cover a la banda Eagles of Death Metal —que sirvió como ocasión perfecta para rendir tributo a las víctimas de los ataques terroristas que recientemente ocurrieron en Paris, Francia—, con la canción “I want you so hard”. Y luego, con la interpretación del tema “Sirens”, que fue dedicada a Fernando, un fan de Pearl Jam que falleció apenas a los 25 años y cuya familia se encontraba presente en el concierto. Con un español bastante picapiedra y leyendo en una hoja de papel cada discurso, Eddie Vedder se mostraba muy emocionado cada vez que debía explicarle al público estas situaciones.

Eddie Vedder en el concierto de Pearl Jam en México. Foto de Chino Lemus/Cortesía de OCESA.

Eddie Vedder en el concierto de Pearl Jam en México. Foto de Chino Lemus/Cortesía de OCESA.

Impresionante asistencia de público en el concierto de Pearl Jam en México. Foto de Chino Lemus/Cortesía de OCESA.

Impresionante asistencia de público en el concierto de Pearl Jam en México. Foto de Chino Lemus/Cortesía de OCESA.

Matt Cameron no solo es el baterista de Pearl Jam, también es miembro de Soundgarden. Foto de Chino Lemus/Cortesía de OCESA.

Matt Cameron no solo es el baterista de Pearl Jam, también es miembro de Soundgarden. Foto de Chino Lemus/Cortesía de OCESA.

Con el primer encore del concierto, Eddie Vedder apareció en solitario para ejecutar el segundo cover de la noche, el tema “Throw your arms around me”, original de la banda Hunters & Collectors. Le siguió una canción propia del cantante de la banda, el tema “Sleeping by myself”, uno de los más populares del proyecto en solitario que en 2012 dio en llamar “Ukulele songs”, y que son ejecutadas y compuestas con ese instrumento como protagonista. Esta canción también fue incluida en el disco “Lightning Bolt”.

El ambiente pacifista que Pearl Jam intentó contagiar para la ocasión encontró el climax con la ejecución (ya con todo el grupo) del cover del clásico de John Lennon, “Imagine”, que fue acompañado por las 62 mil almas no solo con su admiración, sino que sus luces, como un océano de luciérnagas. El siguiente video demuestra muy bien la magia del momento:

El concierto prosiguió con otro cover de marcada importancia en la historia del rock: “Comfortably Numb”, original de Pink Floyd. Para quien se mantuvo ajeno a los informes de los setlists de la gira que Pearl Jam estaba llevando por Latinoamérica, esto debió ser una verdadera sorpresa. Tantos covers, tanta historia musical interpretada por una banda de culto.

La emotividad estaba escalando el Everest y Pearl Jam quiso que sus fieles dieran el extra. Por ello lanzaron una ofensiva con algunas de sus canciones más idolatradas: “Animal”, “Save You”, “Faithfull” y finalmente dos de las más especiales: “Black”—la más coreada de la noche— y “Porch”—con los eternos solos de guitarra—. Si me pidieran elegir cuál fue el momento de mayor climax, diría que fue este, cuando estos dos grandes clásicos del disco “Ten” sonaron en continua explosión. Para cuando aquello acabó, bien pareció que el concierto llegaba a su final, pero aún faltaba un encore más.

Pearl Jam regresó  para dedicar el cover “Last kiss” a su camarógrafo, quien se retiraba después de 28 años de trabajar con ellos y para festejar el cumpleaños de su baterista (Matt Cameron) con otra de las canciones más pedidas en la noche: “Jeremy”.

El concierto llegó a su final con las canciones “Better man”, “Alive” (que casi nunca falta en sus conciertos), “Rockin’ in the free world” (otro cover más, esta vez a Neil Young) y “Yellow Ledbetter”, con lo que se dio por terminado el culto de tres horas liderado por una de las bandas que más devoción despierta entre miles de fans en todo el mundo.

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